𝟎𝟏 𝓔𝓵𝓮𝓬𝓬𝓲𝓸́𝓷

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Mi madre se había tomado la molestia de despertarme, sin duda gran molestia, dijo que en donde quedaba mi disciplina, era tan molesto oír su irritante voz, ella es tan hipócrita, todos los Eruditos lo son. 

—Hoy es el día Dalila, tienes que comportarte y no olvides brindarnos orgullo y honor. 

—¿Por qué te preocupa tanto eso? Digo, no es como que sea tan importante, después de todo estamos más jodidas de lo que imaginabamos. 

Un fuerte dolor se hizo presente en mi mejilla, ¿no había día en el que esta mujer no me golpeara? estoy cansada, estoy harta. 

—Jodidas o no, debemos permanecer juntas Dalila, no sabes los peligros que corres al estar fuera de tu facción, de esta facción. 

—¿Por qué? tu que sabes sobre mí, ¿también quieres asegurar mi futuro como lo hiciste con nuestra familia? te recuerdo que no sé en donde está mi hermano y mi padre no tiene vida, si terminaré como uno de los dos entonces no gracias, no planeo quedarme en esta facción. 

Me fui, intentando dejar con la palabra en la boca a mi madre, necesitaba por fin hacer algo por mi, por como soy, por como es mi físico, no puedo si quiera mantenerme parada sin marearme, necesito hacer algo ya. 

Llegué a la torre Sears en donde todos los años se hace la ceremonia de elección de facción para los jóvenes. En todo el trayecto jamás intenté dirigirle la palabra a mi madre y mucho menos ella a mí, no necesitaba hablarle ni ella a mí. 

—Diana, que gusto verte a ti y a tu hija. 

Jeanine era muy amiga de mi madre, habían sido amigas desde que son niñas pero incluso hay que ser muy poco inteligentes para saber que todos los Eruditos son unos hipócritas, sonrisas y miradas falsas salían de cada uno de ellos, hasta de mí.

—Siempre es un gusto verte Dalila, espero que puedas elegir muy bien hoy, se inteligente como cada uno de nosotros, dale amor y orgullo a tu madre, no la dejes sola. —Una sonrisa falsa salió de sus labios. 

—Mi elección es algo que no debería importarle, ¿no cree?

—Dalila, compórtate. —Sentí un pellizco e el brazo proviniente de mi madre, hice un gran esfuerzo para no hacer una mueca de dolor. 

—Mhm, como líder de la facción me aseguro de que cada uno de los Eruditos, tomen el camino correcto a pesar de la prueba.

—¿A pesar de la prueba? No le gustaría que un Erudito se fuera para Abnegación, por lo que yo sé es la facción enemiga, ¿me equivoco? —Una mirada retadora salió de mí, sentía la adrenalina correr por mi cuerpo, en ningún momento me criaron para ir en contra de la palabra de los líderes, sin embargo, estoy por irme de este asqueroso lugar.

—Veo que te has informado muy mal Dalila, no somos facciones enemigas, Abnegación está cometiendo un sin fin de delitos, resguardando divergentes y rompiendo las leyes que asegura un sistema de paz. 

—Ya veo, entonces me imagino que uno de sus Eruditos podría convertirse en un criminal. 

—Cada quién toma sus propias decisiones, yo solo me encargo de alentarlos a ir a un lugar correcto. 

—Sí pero- 

—Dalila basta. —Mi madre soltó una mirada de desaprobación. 

—Espero que elijas con sabiduría pero sobre todo cuidado.

—Lo mismo digo, cuide a sus Eruditos, cada ves más se quieren ir, son una facción de hipócritas.

—Dalila- —Mi madre iba a pegarme, sin duda lo haría. 

—No Diana, déjala. —Jeanine habló. 

—Se la razón por la que muchos jóvenes de mi facción se van, pero si creen estar mejor desde luego no los detendré. 

Jeanine, me había dejado con la palabra en la boca mientras mi madre me miraba con una cara de enojo y desaprobación, a veces agradezco poder irme, sin duda en ningún momento extrañaré a mi madre. 

La ceremonia inició, todo se resumía en personas llorando, algunas celebrando y una que otra decepcionada, después de todo "Facción antes que sangre" 

—Dalila Callen.

Miedo, el miedo se apoderó de mi ser, mi madre me miraba con muecas de enojo y de insistencia, ella más que nadie sabía que me quería ir de la facción pero rogaba para que no me fuera, ella quería que me quedara por mi propio "bien" pero lo que ella me hacía, lo que ella me provocó y todo lo que soy ahora es por su culpa y nada ha sido para bien. 

Baje cuidadosamente las escaleras, las personas me veían algunos susurraban, era obvia mi condición pero en todo momento sigo pensando que no estoy tan mal, solo quiero ser muy delgada. 

Llegué a los estantes con cada uno de sus contenidos que demostraba cada facción. Tomé el cuchillo y rasgué una parte de la palma de mi mano, seguía cuestionándome en donde debo pasar el resto de mis días si es que no me muero.

—¡Osadía! 

Todos los presentes de esa facción aplaudieron y celebraron, me acerqué a mi ahora facción y un chico de ojos color miel me felicitó. 

—Bien hecho Osada, ¡no te arrepentirás!

—Bien hecho huesuda. 

Uno de ellos me dio su asiento para que la ceremonia pudiera continuar.

𝑴𝒚 𝒌𝒆𝒚-𝑻𝒐𝒃𝒊𝒂𝒔 𝑬𝒂𝒕𝒐𝒏 (𝑭𝒐𝒖𝒓)Where stories live. Discover now