Erin

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-Jaja, ¡aquí arriba no me pillas!- gritó una chica de pelo corto y marrón, subiendo a la rama de un árbol.

-Como se rompa la rama te vas a hacer daño.- le dijo el chico que la acompañaba, de ojos negros, rubio muy claro, y con una mancha oscura en la mejilla.

-Oww, ¿Alguien está preocupado de que me haga pupa~? -dijo la chica, bromeando.

El chico se sonrojo levemente y sonrió. -Si te pasa algo, ¿Quién me va a defender de los pesados del colegio?

La chica bajó de un salto de la rama y puso ambas de sus manos apretando las mejillas del chico.

-¡Pues tú! Tú lo has dicho, son unos pesados, ¡No dejes que sigan riéndose y burlándose por esa mancha tan mona que tienes! -le regañó la chica -¿Qué vas a hacer el día que no esté para defenderte?

-¡Ay no sé! Pero tienes las manos heladas, ¡suéltame la cara!- protestó el chaval.

La chica le soltó y se rió.

-Sé como arreglar lo de las manos. ¡Un chocolate caliente! Invito yo. -dijo sin darle tiempo a responder.

El chico rió feliz y la siguió mientras iba corriendo hacia un puesto donde vendían churros y chocolate caliente.

-¡Vamos Kim! ¡Leeentooo! No me extraña que solo suspendas educación física, ¡Jajaja!

-¡Ya voy, Erin! Uf uf, como corres... -se quejó él.

La chica fue hacia él y le subió a su espalda.

-¡Aah! ¿Qué haces? -dijo el chico, nervioso y sorprendido.

-Créeme, así llegamos más rápido que si me toca esperarte. -dijo riéndose la chica.

El chaval puso un gesto enfadado de broma, y dejó que le llevase a donde ella quisiera.
Mientras iban hasta la chocolatería, Erin se sacó un lazo rosa del bolsillo y se lo puso en el brazo.

-No me gusta mucho el rosa, pero este lazo me lo regaló mi mamá cuando nací. Si algun día tengo un hijo o una hija, le voy a regalar también el lazo para que sea un símbolo familiar.- explicó Erin.

-Te queda bien el rosa, aunque se me hace raro verte con colores vivos, jeje. -la halagó Kim.

°•.Otro Año Que Afrontar.•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora