Se van muriendo
las ultimas luciérnagas
que me guiaban en la oscuridad,
me invade el miedo
de ser parte de la nada.
Siento el vacío en el pecho
ahogando mi voz,
una vos que no llega a oídos ajenos,
corro hasta que me duele el cuerpo,
llegando a ninguna parte.
Mi voz se ahoga en silencio,
lagrimas que vuelan en el tiempo
nunca llegando al suelo.
La nada gana terreno,
soy yo quien se vuelve pequeño
corro hasta quedarme sin aliento
incapaz de gritar,
débil y en silencio, me consume el tiempo.