4

354 126 9
                                    

En la oscuridad de la noche, fuera de la casa de Aslan. La luz débil de la farola apenas iluminaba sus rostros. Cassian, con su cabello rubio medio y una sonrisa deslumbrante, saludó a Leo con un puño amistoso.

—Hola, Leo —dijo Cassian, su voz llena de complicidad.

Leo, con la mirada fija en Enora, no pudo evitar preguntar:

—¿Y ella quién es? —su tono, brusco y lleno de intriga, revelaba más de lo que pretendía.

Cassian, abrazando a Enora, respondió con calma:

—Ella es Enora—, dijo Cassian mirando a Enora mostrando una pequeña sonrisa. Es una vieja amiga.

Acnia miraba a Leo con odio y celos. Cada vez que él posaba su mirada en ella, sentía una mezcla de deseo y resentimiento. Pero Leo no podía evitarlo; sus ojos siempre se desviaban hacia ella.

Enora, por otro lado, sonreía con Cassian y los demás. Aslan, de cabello oscuro y ojos azules como el cielo, sostenía las manos de una chica cuyo nombre es Fiobalda.

La madre de Leo esperó pacientemente hasta que todos entraron a casa. Solo entonces arrancó su auto y se fue. Los jóvenes, sin embargo, no perdieron tiempo.

Aslan, y los demás esperaron unos minutos antes de subirse al carro. La dirección: un club nocturno. Habían burlado a todos los padres con la simple excusa de que iban al cumpleaños de una amiga ficticia de Acnia.

Corrieron hacia el coche de Aslan, subiéndose rápidamente. La emoción y la adrenalina se mezclaban en el aire mientras el motor rugía y las luces de la ciudad se desvanecían en la distancia.

Era como si estuvieran escapando hacia una noche de secretos y aventuras, dejando atrás las miradas inquisitivas y las reglas de los adultos.

Aslan, al volante, sonrió, con Cassian como copiloto en la parte trasera. Enora y Leo compartían el asiento trasero, mientras Acnia, su novia, iba en el regazo de Leo. Otros dos chicos, Zyran y Ezra, también estaban a bordo.

El ambiente estaba cargado de emoción. Las luces de la ciudad se deslizaban por las ventanas del auto mientras la música del club resonaba en sus oídos.

Los gestos de los jóvenes eran una mezcla de nerviosismo y anticipación. Las miradas se cruzaban, las sonrisas se compartían y los corazones latían al ritmo de la noche.

Enora, con su cabello castaño claro liso y ojos brillantes, miraba a Cassian con complicidad. Él le guiñaba un ojo, y ella sentía un cosquilleo en el estómago.

Leo acariciaba el cabello de Acnia, sus ojos fijos en Enora. Había algo en su mirada que trascendía las palabras. Era un amor intenso, pero también una tensión palpable.

El auto avanzaba por las calles, y cada giro parecía llevarlos más cerca de la aventura. Zyran y Ezra charlaban animadamente, compartiendo risas y anécdotas. La noche estaba llena de posibilidades, y todos se aferraban a ellas como si fueran estrellas fugaces.

Aslan, concentrado en la carretera, no podía evitar sonreír.

Entraron juntos, la discoteca estaba llena de vida, la música sonaba fuerte, y la luz destellaba en el resplandor del bar. Los jóvenes bailaban con bebidas alcohólicas en sus manos, entregándose al ritmo y la euforia.

Sentados en una esquina en sillones cómodos de cuero negro. Una mesa rectangular exhibía bebidas alcohólicas: sidra, cerveza y algunas botanas. El limón estaba listo para acompañar los tragos, daiquiri de fresa y micheladas se servían en copas brillantes.

Leo besaba con pasión a Acnia, pero sus ojos permanecían abiertos, observando a Enora.

Cassian se levantó para buscar a alguien con quien bailar. Enora lo observó desde lejos, su mirada fija en él. Acnia, por su parte, se levantó para ir al baño, ajena a los juegos de miradas y los secretos que se tejían en la penumbra.

INSTANTES DE PAPEL Where stories live. Discover now