Capitulo 9.- Él placer de una pelea

4 1 0
                                    

Estación de Tren Shinjuku.

           María Cooper

—Jodido lunático—mí propia voz irradiaba odió hacía él hombre de mediana edad a varios metros de mí, sentado en una silla la cuál estaba bañada por la luz de la luna.

No se molesto en mirarme, se la pasaba mirando ansiosamente su reloj en su muñeca izquierda. Así ha estado desde las últimas 7 horas.

—¿Tantas ganas tienes de pelear con mí hermano?—pregunté con pizca de curiosidad, dándome por vencida y cansada de insultarlo.

—No de pelear con él, de vengarme, son cosas diferentes—respondió de pasó mientras se paraba de la silla y caminaba hacía mí.

Al estar bajó tierra, mas exactamente en una estación de tren en plena noche, la oscuridad es demasiado densa, lo cual hace difícil él ver algo, incluso si está a un metro de ti. Y por sí fuera poco, éste hijo de puta tiene una lámpara alumbrando constantemente sobre mi cabeza.

Hubo un breve silenció desdea qué caminó hacía mí y se quedaba parado a poco más de un metro de mí.

Miró nuevamente su reloj—Ya es hora—habló para si mismo.

TAP

Ya está aquí ¿estás listo para ser derrotado?—dije con una sonrisa en mí rostro.

TAP

Sus pisadas hacían un eco bastante fuerte, pareciera qué él está por todo él sitió.

TAP

La sombra de un chico delgado y alto fue bajando los escalones poco a poco hasta llegar al último escalón y quedarse ahí.

Inspeccionó él sitio con una rapidez digna de mí hermano, él único qué puede detectar alguna perturbación y, todo gracias a sus ojos y él como hace uso de su vista periférica.

TAP

Bajo él último escalón con rebosante seguridad una vez qué captó lo necesario

—Bienvenido a donde será tú tumba, demonio—intentó provocarlo.

Pero poco parecía importarle porqué siguió su caminó hasta estar a pocos metros de Jeremy.

...

Por alguna extraña razon, mi cuerpo tiembla nervioso.

¿Por qué me siento nerviosa?

Intente buscar algo qué lo esté provocando y advertirle a mí hermano...

Pero no había nada.

Todo éste tiempo consciente, Jeremy no llamó a nadie, no hizo nada sospechoso, más qué mirar su reloj durante varias ho-

Su reloj.

—¡Hermano! Ten cuidado, su reloj podría estar dando la cuenta regresiva para alguna bom—me detuve cuándo Jeremy dejó caer su reloj y lo aplastó con su pie, destrozandolo por completó.—¿Pero que?—.

Los dos hombres se devolvían miradas fulminadoras.

Jeremy fue él primero en perder la paciencia cuándo después de casi un minuto, mí hermano no se movía, por un momento pensé qué había muerto ahí mismo, pero mí sorpresa fue otra.

Él fuerte eco de un arma de fuego siendo disparada me sobresaltó.

—¡Hijo de puta...!—maldijo Jeremy desde lo alto, cayendo de rodillas mientras cubría la herida en su muslo derecho.

Mundo Apocalíptico Where stories live. Discover now