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La noche había caído y finalmente fue señal para que emprendieras camino a la escuela de hechicería. Desde que pisaste un pie fuera de tu casa y te subiste a tu camioneta, automáticamente aplicaste el poder de la inmaterialidad y ocultaste tu energía maldita, ya que te aterraba la idea de que hasta en la distancia Gojo pudiera verte, aquello solo lo tomabas como referencia de cuando eran jóvenes. El joven siempre tenía la habilidad de encontrarte aún siendo invisible pero eso era únicamente cuando dejabas rastros de energía maldita, con el tiempo fuiste perfeccionándolo y era imposible para el albino que te encontrara ya con tu poder mucho más mejorado.

'Es un idiota'

Suspiraste y maldeciste al recordarlo. A pesar que no lo habías visto por meses aún seguía en tu cabeza y también aunque no fueron nunca nada formal, era inevitable que lo pudieras sacar de tu corazón. Gojo Satoru siempre fue un amor platónico para ti y ponías en duda si el también se sentía de la misma manera, nunca estuvo en tu cabeza el ser pareja del hechicero más fuerte porque siempre existieron prioridades. Y sabías perfectamente que el hombre también ponía las suyas por encima de sus sentimientos, por lo cual nunca hubo una confesión ni mucho menos algún indicio que le dijeras que estabas enganchada por el.

Creíste que en algún punto sucedería algo así, pero la muerte de Riko Amanai y de tu hermana, al igual el que Suguru Geto abandonara la escuela de hechicería para convertirse en un enemigo cambio completamente la perspectiva de todos en el lugar.

Gojo Satoru cambio para bien, pero nunca pensó a fondo de todo lo que dejó atrás y terminó por alejar.

En todo eso, tú misma te incluías.

Observaste detenidamente el cierrolaso de la escuela aún adentro de tu camioneta, habías pensando tanto en todo el camino que no tuviste noción de cuando finalmente habías llegado al lugar. Suspiraste pesadamente y sacaste tu celular para observar la hora, era media noche. Volviste a meterlo en tu bolsillo y abriste la puerta del coche para salir de este, la cerraste con sumo cuidado y comenzaste a caminar hacia las recámaras de los estudiantes, en esos momentos agradecías por el hecho de que estuviera separada de los lugares en donde dormían los profesores, ya que iba a ser una distracción para ti el estar cerca de Satoru y no observarlo aunque sea algunos segundos.

Entraste hacia el pequeño recinto y jalaste la puerta con cuidado para evitar hacer ruido, algo que odiabas del poder de inmaterialidad es que no te permitía pasar sobre los objetos, para tu cabeza aquello hubiera sido magnífico ya que de esa forma podrías evitar hasta armas malditas. Pero lamentablemente no fue así, teniendo una relación de amor y odio por tu propio poder.

Parpadeaste algunas veces mientras escuchabas algunas voces escandalosas, ibas a seguir moviéndote por el lugar pero tus pies se detuvieron de inmediato cuando observaste como una puerta se abrió con algo de euforia. Pudiste visualizar a una joven de cabello corto castaño, detrás de ella salía uno de cabello rosa y observaste como reían y se hacían burla entre ellos.

— Hubieras visto tu cara Megumi-chan.

— No me llames Megumi-chan...

Tu corazón se enterneció cuando escuchaste al menor de los Zenin, a pesar que habías mantenido contacto con el esos meses, no era lo mismo escucharlo por detrás de un teléfono que escucharlo a algunos cuantos metros. Realmente querías verlo y abrazarlo, pero tendrías que esperar un momento adecuado y hablar con el sobre la situación.

Fushiguro Megumi llegó a tu vida aún siendo joven, al principio creíste que únicamente Gojo sería el tutor, pero surgió una platica junto con Yaga y te pidió serlo tú también. Aunque te negaste al principio por el miedo a no saber el cómo lidiar con un menor, con el tiempo fuiste adaptándote a ello y realmente te sentías feliz por mantener contacto con el pelinegro.

maroon.Where stories live. Discover now