Capitulo 11

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El rubio se llevó sus manos al cuello y las puso encima de las del otro para intentar soltarse, aunque fue inútil. 

- Relajate. Mi objetivo no es hacerte daño, a si que por favor, sientate y dejame que te lo explique- dijo el moreno antes de soltar al rubio. Este se frotó el cuello y se sentó en la cama, sin dejar de mirar a Zoro.

- Verás, yo no tengo malas intenciones ni contigo ni con... Este ser- dijo señalandose a si mismo.

- ¿Por que tratas a Zoro como a un objeto?-

- He urgado en su memoria- A Sanji le empezó a hervir la sangre. Ese estúpido había espiado en la mente del moreno- Y he encontrado cosas que un humano con mínima empatía no haría. Creo que no conoces bien al muchacho- Sanji no le contestó. Conocía al moreno, el no haría nada que pudiera hacer daño a nadie sin un motivo.

- Todavía no me has dicho quien eres- dijo el rubio.

- Solo soy alguien como tú, que se quedó atrapado en esta isla. Yo era un hombre muy amante de los dioses, rezaba todos los días y hacía ofrendas en los templos de las islas en las que mi barco paraba. Yo era feliz con mi vida, tenía amigos, un hogar... Pero nada dura para siempre. Un día mi barco naufragó y me quedé aquí atrapado- Sanji escuchaba atento, entonces pensó en el diario, quizá este ser podía ser su dueño- pasaron los días y nadie venía en mi ayuda. Recé a los dioses que tanto adoraba para que me ayudaran, estaba convencido de que me salvarían- El hombre dio un fuerte puñetazo a la mesa, haciendole una grieta en el medio. Sanji se sobresaltó, pero lo disimuló bien- Pasaron meses, se me agotó la comida y ya no encontraba animales para cazar. Un día ya no me quedaban fuerzas ni para moverme, a si que esperé a que llegara mi hora pacientemente. Antes de cerrar los ojos, maldije a todos los dioses en los que creía y que no me ayudaron. Luego desperté. No sabía como, pero estaba despierto. Miré a mi alrededor, seguía en la isla pero ahora había alguien allí, una aparición divina. Pensé que era como todos los que me había abandonado, pero no fue así. Ese dios me permitió que mi alma descansara en esta isla hasta encontrar un cuerpo en el que asentarme para poder vengarme de aquellos dioses que me abandonaron a mi suerte- Sanji palideció. Así que un espíritu había poseido a Zoro.

- ¿Y por que a él?-

- Casi nadie queda atrapado en esta isla. aunque hace más o menos poco, un hombre quedó atrapado aquí. Pero no era lo suficientemente fuerte a si que él murió en cuanto entre a su cuerpo. Este cuerpo es fuerte, y creo que aguantará hasta que lo selle- 

- ¿Sellarlo?-

- Quedarme con su cuerpo permanentemente. De momento es el que más está aguantando sin morir- 

- ¿Por qué aguantando?-

- El chico estará luchando para liberar su mente. La gente débil no aguanta y muere, él está aguantando, aunque debe de estar sufriendo muchisimo- dijo sonriente. El cocinero estaba ahora muy enfadado. Quería asesinar a ese sujeto, hacerle sufrir hasta que soltara a Zoro. Pero estaba asustado de hacerle daño a Zoro, ya que aunque no fuera él, ese seguía siendo su cuerpo. 

De repente, un corte apareció en el brazo del moreno, como si una espada invisible le hubiera cortado. El rubio se asustó, pero el peliverde ni se inmutó.

- ¡¿Qué a sido eso?!- dijo el cocinero sin saber que acababa de pasar.

- Ya te lo he dicho, este cuerpo está peleando, pero mi presencia es abrumadora para cualquiera. Para que te hagas una idea, ahora mismo él está sufriendo tanto que su dolor es comparable con estar siendo atravesado por unas... diez espadas por segundo- Sanji se quedó paralizado- el está cansado, por eso su cuerpo se está haciendo daño- 

- Eres despreciable- fue lo único que pudo decir Sanji.

- Solo quiero venganza-

- ¿Y después?¿Qué harás?- 

- ¿Y eso que importa? Lo único importante es poder matarles, después ya se verá-

- Me das asco-

- No te culpo. Acabo de apoderarme del cuerpo de la única persona que tenías ahora- 

Otra vez de manera inesperada, la camiseta de Zoro se tiñió de color rojo en la parte del pecho. Este se quitó la prenda, dejando ver un corte bastante profundo en medio del pecho.

- Y  yo que pensaba que con este cuerpo podría lograrlo- dijo Zoro sonriente- Tendré que darme prisa-

- Para. Le vas a hacer daño a su cuerpo- dijo Sanji agarrandole del brazo, él le miró y le sonrió.

- ¿Y qué me importa?- dijo soltandose de su agarre-

- O le dejas o te mato-

- Me encantaría ver como lo intentas- 

- Además, no puedes caminar. Zoro tiene la pierna rota y encima se le está empeorando, por lo que no vas a poder ir a ningún sitio. Por no mencionar que al final te vas a acabar desangrando con todas las heridas que tienes. Las del pecho y el costado no parecen estar muy bien- Zoro miró a su pierna, que estaba muy mal. Estaba morada por varios sitios y sangraba también en varios puntos. 

- Tienes razón, este cuerpo es algo inútil después de todo, quizá debería simplemente desecharlo- El rubio se quedó paralizado, no era eso lo que pretendía.

- Dejalo en paz- 

- No sería divertido entonces, además ahora que lo pienso, yo no pierdo nada por intentarlo- dijo dirigiendose a la puerta. La pierna se le doblaba y sangraba mucho, al igual que la otras heridas, pero al espadachín no le importaba. Salió por la puerta y empezó a caminar hacía la playa. El rubio se levantó corriendo y empezó a correr tras él. El moreno empezó a correr, Sanji no sabía como lo hacía en el estado en el que se encontraba, pero saberlo no era su prioridad en ese momento. Eso le recordó a cuando empezó a perseguir al que pensaba que era Zoro en el bosque y que luego desapareció. 

Cuando llegó a la playa el moreno estaba allí, quieto, mirando a la luna de espaldas al rubio. ahora tenía también algunas heridas en la espalda. Al oír al cocinero acercarse este se giró, dejando a Sanji atónito con lo que vio. El peliverde estaba llorando y le miraba a los ojos.

- Sanji...- dijo Zoro- por favor, mátame-

Tocado y hundido-ZosanWhere stories live. Discover now