El Rostro Humano de Lucifer ©

Capitulo 19 [Parte 3]

-La misma carrera que Ava, señor -contestó él.

-Siempre le dije que debía estudiar otra cosa, en una universidad mejor, con más recursos, en un lugar más grande y más cómodo para vivir -incordió mi padre -. Además, considero que la filología no es una carrera que de muchos frutos, ya me verás recordándole una vez que se gradúe y comience a trabajar. Lástima que no quiso seguir mis pasos o los de su hermano. Tal vez, si hubiera estudiado derecho, arquitectura o administración de empresas, en una de las universidades importantes de la capital, me sentiría mucho más satisfecho, y ella también. No sabe de lo que se pierde.

Todos sabemos que si fuera así, el único satisfecho serias tú.

No dije nada. No tenía ganas de pelear, puesto que era un caso perdido.

-Es su decisión y debes respetarla, papá -dijo Lucas, que se puso tenso al lado mío-. Es lo que le gusta, y si no quiso arquitectura, pues qué bien, porque estar en una oficina de esas no la haría feliz.

Fruncí un poco el ceño. Lo que dijo me sorprendió, pero no de una manera mala, sino de una simpatía repentina que me invadió de no sé dónde. Nunca ninguno de los dos nos habíamos atrevido a levantarle la voz, eso jamás. De hacerlo, nos ganaríamos infinitos regaños de mamá porque "era nuestro padre y lo debíamos respetar".

Sí, mierda, ¡qué hermoso respeto mutuo llevábamos basados en el miedo y la achaques! Porque claro, que el padre de tus hijos los ofenda es lo más hermoso del mundo.

-Mi esposo me contó que no estaban solo ustedes. -Mamá intentó en vano alejar la tensión de la sala.

En seguida supe que hablaba de Lorian.

-Ah, sí, ese chico... -habló mi papá, después de echarle a Lucas una mirada amenazante. Estaba tratando de no perder los estribos frente a Gabriel-. Ese debe ser el novio de Ava, ¿no? -asumió el susodicho.

Gabi tragó un poco de comida. No había notado que, durante toda la cena, los únicos que no habíamos probado un solo bocado éramos él y yo.

-No, no -Se apresuró Gabriel con la voz un poco alterada y llamando una repentina atención que no le convenía-. Es decir, no lo es. En realidad, él es mi pareja.

El semblante falso y pendejo de mi padre fue sustituido por uno burlesco en cuanto escuchó aquello.

Ay, no.

-Tranquilo, no debes avergonzarte de nada -animó-. Debes estar confundido, no has estado con nadie más, ¿cierto? -No esperó respuesta-, es obvio que no, no has estado con ninguna mujer. Pues bien, cuando estés con una mujer de verdad, te dejarás de... ¿Cómo le dicen los jóvenes de ahora? Oh, cierto, mariconadas.

»Eso está mal a los ojos de Dios, porque dos hombres no pueden procrear, ni dos mujeres. Es algo que va en contra de la naturaleza, ¿O cuándo has visto tú a un perro con otro perro? Yo te respondo: nunca, porque es imposible. Eso es pecado.

Todos en la sala se sumieron a un silencio total. Miré con enojo a mi padre, luego a Gabriel. Él miraba hacia abajo, con su cabeza gacha, asustado, expuesto, maltratado. Me pareció injusto. Me pareció algo injusto cómo un Don nadie le quitaba valor a lo que sentía.

-Papá, él no... -comencé, a lo que él me miró, con curiosidad.

Lucas me golpeó la pierna con la suya. Negó con la cabeza, y eso fue todo lo que necesité para callarme los veinte insultos en cinco idiomas distintos que le iba a decir a mi padre.

- ¿Y?... ¿Él no qué, Ava?

-No, nada... -respondí.

-Como te decía, eso es asqueroso. -Volvió a mirar a Gabriel, que permanecía con una mirada seria, casi lastimada-. Solo piensa en toda la mierda que, con razón y con derecho, te dirá la gente. Dios hizo al hombre para la mujer y a la mujer para el hombre, y debe continuar así. Lo ideal, lo que la Biblia dice, es que el hombre ha de casarse con una mujer, y formar una familia con ella, y tener hijos. Solo piensa en la familia que no podrás formar, en los hijos que no podrás tener... Y, de ser que los tengas con ese chico, nunca serán de verdad y cuando sean mayores, se preguntarán por qué ellos no tienen mamá y los otros niños sí la tienen.