II. Drink a little bit of me

Start from the beginning
                                    

- ¡Buenos días, estudiantes! Yo seré su nueva profesora de ciencias y mi nombre es Hange Zoe, no es "Hans", no es "Han", es Hange y se pronuncia así - y escribió con un marcador "Hanji" en el pizarrón y de pronto su actitud cambió, se veía obscura y atemorizante - Cualquiera que me llame de otra manera, tendrá que salir del salón y hacer el ensayo del tema de la semana, así que memorícenlo bien - Todos entonces parecieron ponerse rígidos y serios, lo que pareció complacerla - Bien, saquen sus teléfonos. En su correo electrónico he dejado ya el material de apoyo para las clases de esta semana. Si tienen alguna duda, el correo electrónico tiene mi número, deben unirse al grupo del que aparece la invitación y ahí pueden verterla. Mi asistente, Moblit, que hace su servicio, se encargará de responder - y sonrió, amigable - No lo parece pero es súper competente - siguió hablando de las clases y su modo de trabajar durante toda la hora, en que sin que todos los estudiantes se dieran cuenta, ya había lanzado dos o tres preguntas de examen a propósito, para ponerlos a pensar un poco. Hange en realidad era una estudiante prodigio que había saltado dos grados y que estaba por recibir su certificación como estudiante universitaria. La familia Smith, que tenía un alumno en tercer grado, había adoptado a Hange Zoe y se encargaron de su educación al ver su enorme potencial en el orfanato al que había pertenecido. Algunas familias de ese sector, tomaban esos alumnos como si fuesen obras de caridad. La familia Smith, en cambio, había tomado a Hange como una fuerte candidata a dirigir sus escuelas en el futuro pues el hijo de la familia, que estaba interesado en la innovación en la educación, la había considerado un genio sin precedentes. Su personalidad amigable y ambivalente no le impidió desarrollar una increíble inteligencia y por eso el colegio se había enfocado en darle una tarea verdaderamente desafiante. La habían titulado como maestra y la asignaron a los grupos que técnicamente tenían un año menos que ella.

Al terminar la clase, Mikasa Ackerman se levantó sin siquiera voltear a ver a Jean y marcó un número en su teléfono. Al responder, parecía que hablaba con su madre. Le había pedido que pusiera un lugar más en la mesa para la hora de la comida. Su padre quería que comiera con él, pero ella se había negado. Odiaba salir a comer con su padre y con Jean, principalmente porque ellos hablaban y ella permanecía en silencio. Era un adorno allí. En cambio en su casa, su madre la trataba con respeto y se interesaba por lo que pasaba en su día. No sabía por qué, pero sentía que su día había sido bueno y no un completo fiasco.

Jean estaba frustrado. Era verdad que ella era hermosa y le gustaba, pero se sentía constantemente humillado ante su rechazo. Era claro que ella no se sentía por él como él por ella y eso lo disgustaba y lo hacía sentir miserable. No sabía por cuánto tiempo debía tolerar esa relación. Quería terminarla y así se lo hizo saber a su padre cuando recién comenzó, pero el padre se negó en redondo, porque la alianza que quería hacer con los Ackerman sería una gran añadidura para sus objetivos políticos y estaría en peligro si Mikasa no se casaba con Jean. El prestigio de los Ackerman contribuiría a los fines de los Kirschtein, de modo que no deseaban que se disolviera.

Eren salió del salón al concluir las dos horas de tiempo de clase y pensó en detenerse por alguna cosa para comer en la cafetería. Mikasa a su vez, dejó a sus amigas y fue a la cafetería un poco después. Eren, junto a un enorme ventanal, tenía frente a sí un café en un vaso de cartón reciclado y un croissant recién salido del horno. Lo mordisqueó sin mucho interés y le sorprendió el rico sabor de mantequilla en él. Por eso era una escuela para ricos, evidentemente. Bebió un sorbo del café y este también pareció sorprenderlo. De pronto, Mikasa se sentó frente a él, con una botella de agua en la mano y un poco de fresas en un recipiente en la otra. Parecía alegre aunque también algo en su cara pareció decirle a Eren que no tenía problema en que una escena como la de antes se suscitara ahora.

- Hola - dijo simplemente y bebió un sorbo de la botella de agua, que luego volvió a tapar. Eren observó sus manos, de finísimos dedos y piel blanca. Parecía una chica obligada a ser seria e inexpresiva, pero que internamente era dulce y cálida. Claro, después de todo, sólo tenía para hablar a Jean Kirschtein. ¿Qué podría hablar con un tipo como él ?

- Hola - y bebió otro sorbo del vaso de café - Pensé que esta escuela no me gustaría, pero veo que hay mejores cosas que solo los profesores - Y vio a Mikasa de una forma que sólo pudo hacerla desviar la vista y esbozar una sonrisa modesta - Como... Claro, el café - y alzó un poco el vaso, sonriendo, divertido - Es muy bueno - Mikasa se echó a reír.

No era capaz de recordar la última vez que había reído de esa manera. Tal vez nunca lo había hecho.

Sin saberlo, Eren había obrado una especie de milagro en ella que ni siquiera ella era capaz de imaginar que sucedería.

Eren parecía ser una persona a la que ella podría contar cualquier cosa que pensara, en el mundo entero.

A su vez, Eren no pudo evitar querer hacerla sonreír. Tenía una sonrisa que quería provocar siempre.

BloodstainWhere stories live. Discover now