Kodoku, con los ojos fijos en el mapa casi quemado y lleno de marcas y símbolos antiguos. Se decía que los lugares sagrados marcados en él contenían los secretos necesarios para destruir a su padre de una vez por todas. La idea de matar a su padre no era algo que se tomara a la ligera, pero comprendió que era necesario buscar el poder para matarlo.

Delicadamente, Kodoku estudió cada marca en el mapa. Las inscripciones, desdibujadas por el fuego y el paso del tiempo, eran difíciles de leer, pero la determinación ardía en sus ojos mientras buscaba cualquier pista que pudiera conducirle a su objetivo.

Risoku observaba a Kodoku con atención mientras estudiaba el mapa. Aunque ella no conocía detalladamente el pasado de Kodoku, podía sentir la tensión que lo envolvía. Con voz suave y reconfortante, Risoku se acercó a él y le puso una mano en el hombro.

—Kodoku, ¿estás bien? Sé que esto... Sobre tu madre... debe ser abrumador para ti —dijo con gentileza.

—Estoy bien —a pesar de que Kodoku intentó asegurarle que estaba bien, Risoku seguía preocupada.

Ella observó con tristeza la herida vendada en el hombro de Kodoku y las vendas en el torso, recordando los peligros que había enfrentado en su camino.

—Comprendo que necesitas encontrar la manera de enfrentar a tu padre, pero también es importante que te cuides a ti mismo —dijo Risoku juntando sus manos.

—¿Por qué deberías preocuparte tanto por mí? Soy un guerrero, debería ser yo el que cuide de ti y a mi hermana.

—Yo solo... No quiero verte lastimado de nuevo. No quiero que nada malo te pase.

Los ojos de Kodoku se encontraron con los de Risoku, y por un momento se permitió sentir su preocupación y su cariño. La presencia de Risoku le brindó un sentido de calma y seguridad, y recordó que no estaba solo en su búsqueda.

—Hermanito... —Yuki caminaba lentamente hacia Kodoku, con los ojos llenos de tristeza y una expresión abatida en su rostro.

Kodoku notó su desánimo y sin decir una palabra, extendió la mano hacia ella, posándola suavemente sobre su cabello. Fue un gesto inusual para él con ella. Yuki sintió el cálido contacto de la mano de su hermano en su cabeza y dejó escapar un sollozo contenido. Las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas mientras Kodoku la miraba con compasión en sus ojos.

—No tienes por qué estar triste, Yuki —dijo Kodoku con su voz suave —. Estoy aquí para ti, siempre lo estaré.

La calidez en las palabras de Kodoku hizo que Yuki se sintiera comprendida y protegida. Después de un breve momento de vacilación, ella se aferró a él, permitiéndose finalmente rendirse al dolor que llevaba dentro. Kodoku envolvió sus brazos alrededor de ella, creando un abrazo reconfortante, algo que no había hecho en mucho tiempo con su hermana.

SCHLOSS DES KÖNIGS VALHGESIO III
Eirsene Nation

Mientras Anthony y Josep limpiaban el escenario del enfrentamiento, Sebastian cabalgaba velozmente hacia la mansión real. La urgencia en sus pensamientos se reflejaba en la determinación de su corcel, que parecía comprender la crucial misión que tenía encomendada. A mitad del camino hacia el palacio, una patrulla formada por imponentes guardias y caballeros custodiando el acceso recibió a Sebastian. Sus semblantes serios y armaduras relucientes imponían respeto y autoridad. A pesar de tener aún adrenalina corriendo por sus venas, Sebastian enderezó su postura sobre la montura, acercándose con firmeza.

KODOKU: The First #PGP2024Where stories live. Discover now