XI

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UN MAL PRESAGIO
Capítulo 11

La tarde pintaba un suave crepúsculo sobre la humilde morada de la abuela Weber, envolviendo el lugar en una cálida penumbra. En el aire flotaba el aroma a madera antigua mezclado con el té recién hecho que Risoku había preparado, creando un ambiente acogedor y reconfortante. Sentados en el viejo sofá, Yuki y Kodoku no podían ocultar su expresión de asombro.

Hace unos minutos, la abuela Weber acababa de terminar de contarles la historia de Gisela Von Staintheard, la valiente guerrera que había enfrentado al Rey Demonio en tiempos pasados de la Era de la Muerte. Pero lo que más impactó a los hermanos fue descubrir que aquella heroína era, en realidad, su madre.

Un silencio profundo invadió la sala mientras Yuki y Kodoku asimilaban la noticia. Sus miradas se encontraron, reflejando la confusión y el desconcierto que les embargaba.

El descubrimiento de toda la verdad acerca de su madre dejó a Kodoku y Yuki atónitos. Las lágrimas comenzaron a empañar los ojos de Yuki mientras trataba de procesar todas las emociones y preguntas que surgían en su mente.

—¿Qué significa esto? ¿Por qué mamá nunca nos lo contó? —Yuki preguntó en un tono entrecortado, alejándose un poco de sus hermanos mientras intentaba asimilar la revelación.

La abuela Weber miró a los niños con curiosidad y perplejidad en sus ojos. Su voz temblorosa reflejaba la incredulidad que sentía mientras les hacía una pregunta cargada de desconcierto.

—Niños, cuéntenme algo acerca de su madre. Nunca supe que fueran sus hijos y, sinceramente, no logro entenderlo. Díganme, ¿realmente son sus hijos?

—Sí, lo somos —respondió Kodoku, sacando un pequeño retrato de su madre del libro de hechizos que llevaba consigo.

Al comparar el retrato con el que tenía la anciana, las similitudes eran notables: ambas imágenes mostraban el mismo rostro de la mujer, solo que en el retrato de Kodoku se veía a su madre con un vestido blanco, mientras que en el de la abuela aparecía con una imponente armadura plateada.

—Su nombre era Shiroi Kuraudo —Kodoku comenzó a relatar la historia con voz solemne—. Ella fue nuestra madre. Nos cuidaba a los dos, incluso en los momentos más oscuros de nuestras vidas cuando estábamos atrapados en una terrible mazmorra. A pesar de todo, siempre nos protegía y nos amaba, incluso en medio de la Era de la Muerte. Después de su fallecimiento, mi hermana y yo construimos un pequeño túmulo en su tumba en un campo. Nunca la olvidaremos...

Una vez que terminó de hablar, Kodoku se levantó de la silla y comenzó a caminar de un lado a otro, con innumerables preguntas inundando su mente.

—Pero si mi madre era la heroína Gisela Von Staintheard, ¿por qué nunca nos lo dijo? ¿Por qué ocultó su verdadera identidad? —preguntó Kodoku, buscando desesperadamente respuestas—. Anciana, en este momento no puedo leer tus pensamientos debido a un conjuro antitelepático que te hice, pero sé que algunas respuestas están en tu mente.

—¿Qué planeas hacer ahora? —la abuela Weber, intrigada por las palabras de Kodoku, no pudo evitar preguntar.

—Durante mucho tiempo sentí un profundo resentimiento hacia el Rey Demonio. No importaba cuánto me esforzara, nunca fui suficiente para él como príncipe, y mucho menos ahora que lo he traicionado. Pero con todo esto, he aprendido que todavía hay mucho por descubrir.

KODOKU: The First #PGP2024Where stories live. Discover now