Capitulo 2

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- Mamá... 

Alexandra miró a su hijo por encima de la taza de té número cinco de ese día. El tono que usó Eiden le erizó la piel. O traía malas noticias, o le diría algo muy importante. Eiden era el único hijo de Alexandra. Lo había adoptado a la edad de 7 años, y ahora, a sus 25 años recién cumplidos, no solo era su hijo, sino también su mejor amigo. Junto a su pareja, Madelaine, formaban el círculo más cercano de compañía para Alexandra.

La joven pareja se había conocido, hacía ya cinco años, y vivían en un suburbio a no mas de cuarenta minutos de distancia de la ciudad. Eiden y Mady decidieron la comodidad de una linda y espaciosa casa en las afueras de Dublin, lejos del ruido y de la vida acelerada de la ciudad. Su hijo se situó frente a ella con absoluta seriedad.

- Mady y yo hablamos anoche. Creemos que es hora de que consideres buscar a alguien con quien compartir tu vida - le dijo su hijo. La bebida casi fue escupida por Alexandra. ¿De verdad su hijo estaba diciéndole eso? Pero ¿quién le dijo que necesitaba a alguien? La sorpresa de su madre no solo la hizo reír sino que también llamó la atención de su novia, Mady, quien disfrutaba de la escena con mucha diversión.

- Sí, madre - se apresuró a continuar - Ya hace mucho desde que Costia se fue de este mundo. No puedes guardarle luto eternamente.

Alexandra respiró hondo, ya conocía el discurso, solo que ahora sonaba más serio; soltó la taza, dejándola en la mesita frente a ella, y le dedicó una mirada casi mortal a su entrometido hijo. No tenía palabras; no podía articularlas, así que solo se quedó observándolo recostado del respaldo de la silla. Negó con la cabeza porque hablar del tema dolía; a pesar del tiempo, dolía.

Eiden rodeó la mesa y se agachó a su lado. Su hijo odiaba con todas sus fuerzas ver la tristeza en los ojos de la persona que consideraba la más importante en su vida. Cuatro años atrás, Costia, la pareja de su madre, falleció repentinamente a causa de un accidente cardiovascular. La tragedia se desencadenó de manera imprevista. Después de una encantadora tarde de verano, mientras se dirigían a casa, Costia tomó la mano de su esposa, la miró a los ojos y suplicó ayuda, todo mientras un intenso dolor se apoderaba repentinamente de su pecho.

La desesperación invadió a Alexandra cuando, en medio de la niebla de la noche, detuvo el auto al percatarse del sufrimiento de Costia. Sin entender completamente lo que ocurría, solo veía a su esposa apretándose el pecho, luchando por respirar, y aferrándose con desesperación. La expresión aterrada de Costia, su búsqueda frenética de aire, dejó a Alexandra paralizada por un momento. A pesar de sus esfuerzos por ayudar, la escena se volvía más caótica. En un intento de llegar al hospital lo más rápido posible, Alexandra reanudó la marcha del auto, pero el ataque fue implacable. Costia, a sus escasos 35 años, no logró llegar con vida al hospital.

Desde ese trágico momento, la imagen de ese fatídico episodio se quedó grabada en la mente de Alexandra. La tragedia dejó una marca profunda en su vida. La alegría se desvaneció, las salidas y los coqueteos desaparecieron por completo. La tristeza, como una sombra constante, la siguió a todas partes, incluso cuando trataba de sonreír. La pérdida de Costia se convirtió en un punto de inflexión que cambió el rumbo de la vida amorosa de Alexandra.

- Madre... 

- No quiero escuchar lo que intentas decirme, Eiden - afirmó con firmeza, clavando su mirada en los ojos de su hijo. - Te respeto. Cada una de tus decisiones es respetada, hijo, pero no te involucres en esto - aseveró. El joven, con cabellos cortos tan castaños como los de su madre, bajó la cabeza, sintiendo la contundencia del tono de Alexandra. - No quiero que vuelvas a decirme jamás cuánto tiempo debo guardar luto por Costia. Conoces la importancia que tenía para mí.

El Giro del Destino: Un Amor InesperadoWhere stories live. Discover now