Capitulo 1

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El eco de los tacones de Alexandra resonó con fuerza en el moderno edificio de oficinas en pleno corazón de Dublín, anunciando la llegada de la directora y jefa de Debnam-Carey Arquitektonika Creations. 

A las nueve en punto de la mañana, los empleados se pusieron en alerta al escuchar el distintivo sonido de los tacones de Alexandra reverberando en el aire. A pesar de la seriedad en su rostro, emanaba una aura de accesibilidad que suavizaba su apariencia imponente.

Al llegar al piso veinte, Luna, la asistente personal de Alexandra desde hacía años, la aguardaba junto a la puerta de su despacho con una taza de té de granada en la mano. A cambio del té, Luna no solo recibía un cordial saludo, sino también una leve sonrisa de parte de su jefa, estableciendo una conexión más allá de la formalidad laboral.

Alexandra, sumergida en la vista relajante que ofrecía la ventana, se acomodó en su silla de madera noble, permitiéndose un momento para admirar la calma que fluía a través de la ciudad.

Luna, la asistente personal de Alexandra, se sentó en la silla frente a su jefa y continuó con la actualización del día.

- El CEO de TEN Arquitectura estará aquí a las nueve y media - informó Luna con profesionalidad - Después, la reunión con el equipo de ingeniería civil.

- ¿A qué hora exacta es la reunión con el equipo? - preguntó Alexandra, enfocándose en los detalles.

- A las doce y media, señora - confirmó Luna con precisión - ¿Hay algo más que necesite en este momento?

- ¿Hay algo más por la tarde? - preguntó Alexandra a su asistente.

- Algunos equipos quieren una reunión, pero necesito que usted me confirme el horario. Por el momento, no tengo nada más en la agenda.

- Agéndala a las 4 de la tarde, por favor.

- Claro, señora. ¿Necesita algo más?

Alexandra negó con la cabeza, y Luna se retiró. La arquitecta, con una sonrisa, observó a su leal asistente salir de la oficina. En ese momento, decidió hacer algo diferente.

- Luna - Alexandra llamó a su asistente - ¿conoces la panadería de la esquina, Cow's Ln? creo que se llama Queen of Tarts.

- Sí, señora.

- Ordena algo para todo el equipo. Los veo muy tensos.

- Entendido, jefa. ¿Y lo de siempre?

- Como siempre, Luna. Gracias.

Una sonrisa cómplice se formó entre ambas mujeres antes de que Luna saliera de la oficina.

Alexandra se sumió nuevamente en la vista, dejando que la sonrisa se desvaneciera gradualmente.

Dos horas después, con la excusa de un café, Alexandra salió de su oficina para observar a sus trabajadores tras recibir las sorpresas de la panadería. Mientras caminaba por el pasillo, notó los gestos de agradecimiento de algunos empleados. Sin embargo, al acercarse al área de descanso, escuchó murmullos que la hicieron detenerse.

- ¿Y qué pasa con la jefa?

- Podemos invitarla, pero asumo que no se sentirá cómoda.

- Todos iremos en pareja.

- La fiesta no será un secreto.

- Es la dueña del despacho, no creo que quiera. Además, la idea es divertirnos, y ella es muy seria.

- Es extraño que aún esté sola. Es guapa y una excelente persona.

Alexandra sonrió al escuchar el elogio, pero la mención de su soledad la afectó. Se retiró discretamente, sin entrar al área de descanso, y regresó a su oficina. No volvió a mirar a sus empleados, sumida en sus pensamientos.

Cuando uno de los empleados más cercanos a la puerta de su oficina le agradeció, Alexandra salió de su ensimismamiento.

- Gracias, Arquitecta - dijo el empleado.

- De nada - Alexandra le guiñó un ojo y volvió a sumergirse en sus pensamientos, mientras en el exterior, una empleada comentaba con ironía - ¡Que se te cae la baba!

- Que te jodan - le contestó el empleado.

- A pesar de que tiene 40 no está nada mal, pero no te hagas esperanzas. Sabes perfectamente que no eres su tipo.

- ¿Es porque no soy mujer? - se quejó el empleado.

- Exacto, amigo. Exacto.

La arquitecta contemplaba la serenidad de la ciudad desde la comodidad de su despacho, pero su semblante se volvió más introspectivo cuando la soledad se insinuó en sus pensamientos. La rutina de reuniones y responsabilidades le dejaba poco espacio para la conexión humana, y eso pesaba en su corazón.

Luna, su asistente, era la única persona que compartía su día a día de manera cercana. La profesionalidad de Luna contrastaba con la necesidad de afecto y compañía que Alexandra ocultaba tras su máscara de líder resuelta. 

La tarde se acercaba, y mientras Alexandra continuaba con sus responsabilidades, la idea de la fiesta y los comentarios sobre su soledad resonaban en su mente, creando un eco delicado que la envolvía en una sutil melancolía.



El Giro del Destino: Un Amor InesperadoWhere stories live. Discover now