Prólogo

113 9 1
                                    

-Mi mente no deja de dar vueltas- Dijo ella, mientras se acostaba en la cama tapándose la cara con ambas manos. 

-Me siento solo- Dijo él sentado en la cama y reposando su cabeza contra el respaldar de la misma. Después de eso suspiró cansado. 

-No tengo ganas de nada más, siempre es lo mismo.- Ella habló pensando que se lo decía a la nada y nadie podría contestarle. 

-No puedo evitar que las lágrimas caigan- Siguió balbuceando entre sollozos. 

- ¡No puede ser que todo me salga mal!- Él estaba enfadado con los demás pero también consigo mismo. 

-Ya no puedo ver el sentido de nada.- Ella también estaba enojada pero sus ojos estaban llenos de lágrimas. 

No estaban en el mismo lugar, no estaban desahogándose juntos. Aunque tal vez eso hubiesen querido, se encontraban en distintos lugares, no estaban bien y cada uno padecía su dolor lejos del otro. Sin saberlo esas palabras en un momento difícil lo cambiarían todo si tan solo se encontraran. Si tan solo se dieran cuenta que lo que tanto necesitaban estaba a una invitación a una charla para desahogarse y dejarse consolar. Si tan solo se dieran cuenta que en realidad no están solos y que siempre habrá alguien que pueda ayudarlos solo por amor.

-Aprendí a endurecer tanto mi corazón pero ya no puedo más.- Dijo él desesperado. 

-Esto me esta destrozando por dentro- Dijo ella. 

-Necesito escapar- Pidió desesperada. 

-Necesito entender por qué esta pasando esto. 

-Necesito encontrarte... quiero encontrarte. 

¿Podrá haber una esperanza luego de todo esto?

(...) 

Toqué fondo cuando me encontraste. En mis momentos más oscuros sentía que todo se derrumbaba, me preguntaba dónde estabas, porque sufría tanto y tú no hacías nada. Pero cuando pude verte solo me abrazaste y me di cuenta que aún cuando no te conocía siempre estuviste para mi.  

Hasta que te encuentreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora