Capítulo Dieciocho

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Hermione se levantó temprano ese día. Estaba nerviosa así que se dedicó a actividades en las cuales ocupar su tiempo y que harían la espera más corta: arregló el jardín del frente, limpió la cocina, tejió y escribió. Cuando miró el reloj, apenas eran las once de la mañana. Quería gritar de la impotencia.

En la tarde, luego de almorzar un poco, aunque tenía tantos nervios que apenas si pudo tomar algo de sopa y un té, cambió sus sábanas, leyó un rato, y finalmente a las tres de la tarde, se dio un baño en la tina, usó poción alisadora para arreglar su cabello, lo que le tomó una buena hora, pintó sus uñas (de las manos y los pies, cosa que casi nunca hacía), se maquilló de forma ligera, y luego se puso un vestido rosa pálido que había elegido hace días para esta ocasión.

Se había puesto zapatillas negras sin tacón, escogió usar un abrigo negro sencillo pero de buena calidad y casi se murió del susto cuando llegó una lechuza a la ventana de su habitación.

Tenía miedo que fuera Smok cancelando su salida, pero cuando vio a Lirio, la lechuza de Draco, sonrió y tomó la nota:

Querida Herm,

No puedo desearte buena suerte, sería hipócrita de mi parte, tampoco mala porque eres mi amiga, y eso sería desleal, así que solo espero que tu amigo no sea una gran decepción para ti, que tengas una cita que te haga sonreír (porque con él si tendrás una cita, ¿verdad? No será una No-Cita como las nuestras) y que puedas sentirte apreciada, tanto como me he sentido yo en nuestras No-Citas.

Un abrazo de tu amigo,

Draco

Hermione sonrió tristemente y suspiró luego profundamente.

Ella no podía engañarse. Tenía sentimientos por Draco. Amaba pasar tiempo con él y hacía mucho que le había perdonado lo sucedido con Ágatha's. No había sido personal, eran negocios. Era tan simple como eso. Ahora lo podía entender aunque no pensó que jamás sería capaz.

Ella tampoco recordaba con rencor sus diferencias de la niñez con él. Si, Draco había sido un niño mimado, malcriado y que había crecido viendo malos ejemplos de sus padres desde muchos puntos de vista, además era inseguro de sí mismo y tenía celos de sus notas y de la fama de Harry, lo que lo volvía un pesado y a veces hasta un acosador escolar.

En cambio, hoy en día había demostrado ser un adulto inteligente, un exitoso hombre de negocios, un caballero, un gran padre, un hombre amable y cortés que le daba premios a sus elfos domésticos por su buen trabajo, como el viaje a Euro Magic Disney que le dio a Roxy luego de cuidarla, junto a su esposo y con todos los gastos pagos, aunque bromeó diciendo que la elfina lo único que haría sería jugar en los carritos chocones y montarse en la atracción de Dumbo, mientras se atiborraba de barquillas de fresa y chocolate como había hecho en sus vacaciones de dos años atrás cuando fue con él y Scorpius.

También era el mago que le pedía consejos sobre sus obras de filantropía, el que oía su opinión con interés aunque no siempre estuvieran de acuerdo, el que era amable con sus empleados de la tienda, un tío fabuloso con Tim, un cuñado fabuloso y gran amigo de Astoria, un hermano y la roca de Theo, el mejor amigo para Terry y Susan, y además, Hermione sabía ya que Draco era su admirado Dorian M. Monteverde. Él no se lo había dicho, pero se le había escapado a Morag un día quien asumió que ella estaría enterada al ser su gran amiga, había usado el hecho como ejemplo para indicar que mejor era que su primera novela El Fénix Dormido la publicara bajo un pseudónimo, dado lo conocido de su nombre en el mundo mágico.

Cuando Hermione se sentó a pensar en ello, se dio cuenta de Dorian era el segundo nombre de Scorpius, que su esposa Daphne seguro había sido Darla M. Monteverde, y que el apellido era traducido al inglés muy parecido a lo que significaba el apellido Greengrass. Todas las pistas estaban allí pero ella no lo había visto antes. Se sintió admirada de que él hubiera sabido siempre que ella era fan y no hubiera alardeado sobre ello, y entendió por qué la letra de la firma de Dorian se veía ligeramente distinta que la de la dedicatoria en el libro que le regaló.

Una Lechuza en mi VentanaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant