Capítulo II

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Seis años después.

Al fin, se dijo Sergio Pérez, sonriendo con una mezcla de amargura y satisfacción.
Había conseguido tener a Charles Leclerc donde quería.

Pérez había esperado demasiado tiempo a que llegara ese momento. Seis años, él lo había estado esquivando durante todo ese tiempo. El príncipe había pensado que toda su riqueza y su poder no bastaban para hacerlo digno de él y su linaje.

No era más que un hombre de sangre azul que pensaba que los bastardos, por muy influyentes y ricos que fueran, no merecían ser tratados con dignidad.

Ese día, a apesar de todo su desdén, el príncipe había bajado de sus alturas para solicitar reunirse con él. Y si todo salía según lo previsto, Sergio haría que Charles se inclinara frente a él de más maneras de las que Charles creía.

Lo haría suyo para empezar.

Había estado fantaseando con hacerlo suyo desde la primera vez que se habían visto, no había podido olvidar su mirada...
Había sido la primera vez que Sergio había asistido a un acto de la corte, se había sentido un poco inseguro, sin saber que pensar.

La mayoría de los allí reunidos habían sido del clan Lecler, supuestamente, de su familia.

Pero él no llevaba su mismo apellido, sus padres no lo habían reconocido como un hijo y otra familia le había dado el nombre que llevaba en la actualidad.

Pérez había averiguado hacía mucho tiempo que era un Leclerc, en ese tiempo, él había exigido el reconocimiento público de su origen, sus padres sin embargo, habían estado dispuestos todo menos a eso.

Él les había dicho entonces, lo que podían hacer con sus ofertas de amor y de apoyo. Había sobrevivido sin ellos, había labrado un camino solo sin su ayuda.

Con el tiempo, había alcanzado el exito y había considerado que era tiempo de conocer el lugar que debía haber sido su hogar por derecho propio: la corte.

Había tenido curiosidad por saber como era la gente allí, los que debían haber sido su familia. Había querido saber si se había perdido de algo, si estaba a tiempo de recuperar las raices que nunca había tenido.

Entonces, Pérez había acudido a la corte del rey y todos le habían dado la bienvenida, empezando por el mismo rey. Sin embargo él no recordaba a nadie más después de haber visto a Charles en la multitud.

Lo había visto de perfil, con la cabeza agachada concentrado en frotarse algo en el traje azul que llevaba. Y apartir de ese momento, él no había podido quitarle los ojos de encima.

Sorprendido y cautivado, Sergio había sentido la necesidad de verlo de cerca, de mirarlo a los ojos, entonces, él se había girado en su dirección. Se habían mirado y una atracción innegable había fluido entre ellos. Él había sentido que aquel hombre era la materialización de todas sus fantasías.

Físicamente reunía los más selectos requisitos: tenía el pelo del color de un castaño claro, con unos rulos que parecían danzar, su cuerpo era al mismo tiempo, exuberante y esbelto, con hombros definidos y piernas largas, exudaba masculinidad. Y su rostro era perfecto.

Pero habían sido sus ojos verdes y lo que había visto en ellos lo que lo había conquistado.
Había creído percibir una última cualidad en esos ojos, algo que lo había capturado por completo: Una imperceptible vulnerabilidad.

Pero se había equivocad, Charles Leclerc era tan vulnerable como un iceberg.
Sin embargo, Pérez seguía recordandolo cómo en ese momento, había sentido una intensa conexión con él. Y ardía en humillación al recordar lo que había conseguido por dejarse llevar por su intuición, cuando él le había mirado como si estuviera loco y le había aconsejado que se buscara a alguien más apropiado para su...clase

El Rey ilegítimoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن