Capítulo I

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-¡No sabía que existieran hombres tan perfectos!
Charles Leclerc frunció el ceño al escuchar a su amigo y siguió frotandose  la mancha de ciruela de su traje.
-¿De qué estas hablando?
-EStoy hablando... de ese de ahí.
Charles levantó la mirada no para buscar el objeto de admiración de su amigo, sino para comprobar que no estaba borracho.

-Yo pensé que era imponente de perfil, pero de frente esta mucho mejor-Comento George abanicándose.
Charles lo miro haciendo una mueca. George Rusell tan laconico como él mismo, no solía babear por un hombre. De hecho, nunca lo había oído alabar el físico de una persona, ni en Estados Unidos, donde habían ido a la universidad juntos, ni en Castaldini, un país lleno de hombres imponentes

Era extraño, pensó Charles. Y empezo a parecerle absurdo cuando su amigo lo agarró del brazo con exitación.
-¡Esta mirando hacía aquí!-Exclamó George.
-Creí que sólo habías bebido una copa de champán, Georgie-Comentó Charles y se giró para observar al hombre que había transformado a el joven más serio que conocía en un adolescente enamoradizo.

La sala estaba llena de hombres que Charles no conocía. Aunque era el príncipe de Castaldini, había estado fuera de su país mucho tiempo, y nunca había tenido una vida social muy activa en la corte. Pero, entre todos George solo podía estar refiriéndose a uno pensó.

No era perfecto, era más que eso. Sobrepasaba todos los adjetivos que Charles podía conocer. Apenas podía creer que era de carne y hueso.
Aunque lo era, y estaba mirándolos, mirándolo. Charles sintió que el corazón se le salía del pecho, el tiempo pareció detenerse, todo lo que lo rodeaba desapareció, solo una cosa existía para él. Los ojos de ese hombre, oscuros como una noche sin luna iluminados por relámpagos. Y lo estaba mirando.

Charles se estremeció al leer en esos ojos las mismmas sensaciones que lo recorrían a él. Una corriente invisible que ardía entre los dos.
De pronto, él parpadeó y aparto la vista. Charles se dio cuenta del porqué, su padre había llegado.
El rey Hérve había aparecido detrás de él con una amplia sonrisa.

El hombre miró al rey como si no lo reconociera, el rey habló, el hombre escucho. Como guiado por una fuerza misteriosa, Charles se aproximo a ellos. Necesitaba estar cerca, entonces, el hombre se giró de nuevo y volvió a mirarlo a los ojos.

Charles se detuvo, dejó de respirar, el corazón le dejó de latir, se sintió como si le hubieran tirado un cubo de agua helada.
La mirada de él era inconfundible. Estaba llena de frialdad, hostilidad, eso sólo podía significar una cosa, se dijo Charles. Se había equivocado hace unos minutos, lo que había visto en sus ojos no podía haber sido atracción.

Antes de que pudera volver sobre sus pasos,sintiéndose mortificado por su error, el hombre se giró y se alejó del rey.
Charles se quedó allí parado, sintiéndose como si le hubieran clavado un puñal en el pecho. La voz de George lo hizo regresar al mundo real.
-¡Cielo santo, quien era ese!
Charles era incapaz de pensar, ni de hablar.
-El salvaje hombre intimidador-Dijo Daniel, interrumpiendo entre los dos.

Desde que eran niños, Daniel siempre había intentado hacerle la vida imposible a Charles. Por suerte solo eran primos terceros, así que él no había tenido que verlo tan a menudo. Aunque le hubiera gustado no verlo en absoluto.

-¿Eh?-Dijó George sin entender.
-Es Sergio Michel Pérez, armador multimillonario. A sus treinta y tres años, es uno de los hombres más ricos del mundo, es cruel e imparable y no consiente que nadie ni nada se interponga en su camino. De ahí viene su apodo.

-Eso lo dirás tú-Dijo George con una mueca.
-Lo dice todo el mundo, es malvado, pero a juzgar por el entusiasmo del rey, parece que esta dispuesto a pasar por alto ese detalle, junto con el hecho de que Pérez es un hijo bastardo, a cambioo de que el multimillonario invierta su dinero en Castaldini.
-Cielos, Dani, qué lengua tienes. Espero que la gente no te tome como ejemplo de la realeza-Comentó George-Sería muy injusto que por tu culpa todos los principes se ganaran la reputación de perversos.

El Rey ilegítimoWhere stories live. Discover now