La Excursión Comienza

500 40 3
                                    


El amanecer bañaba la ciudad de Tokio con una luz dorada y prometedora, anunciando el inicio de algo especial. Para Nobita Nobi y sus amigos, ese día marcaba el comienzo de su esperada excursión al campo, una tradición anual de la escuela que siempre generaba emoción y aventuras.

Nobita se despertó temprano, la excitación burbujeando en su interior. Se vistió rápidamente, recordando las recomendaciones de su madre sobre llevar suficiente ropa abrigada y una linterna. Mientras desayunaba, su madre le daba los últimos consejos. "No olvides tu gorro, y por favor, trata de no meterte en problemas", dijo con una sonrisa cariñosa.

Pronto, el bullicioso grupo de estudiantes se congregaba en el patio de la escuela, listo para partir. Nobita buscó a sus amigos entre la multitud: ahí estaban Shizuka, con su habitual sonrisa serena; Gigante, con su enérgica presencia; Suneo, con una cámara colgada al cuello, listo para capturar cada momento; y, por supuesto, Dekisugi, siempre tranquilo y compuesto.

El viaje en autobús fue un torbellino de risas, cantos y juegos. Nobita se sentó junto a Dekisugi, conversando sobre las actividades que esperaban con ansias. Aunque Nobita siempre había sentido una suerte de admiración por Dekisugi, en esos momentos, también apreciaba profundamente su amistad.

Al llegar al campamento, los estudiantes se dispersaron para explorar. La zona estaba rodeada de frondosos árboles y un cielo tan azul que parecía sacado de un cuadro. Los profesores asignaron las cabañas, y para sorpresa y alegría de Nobita, le tocó compartir la suya con Dekisugi.

La cabaña era pequeña pero acogedora, con dos camas separadas por una mesita de noche. Mientras desempacaban, Nobita no podía evitar sentir una chispa de emoción al pensar en compartir ese espacio con Dekisugi.

Las actividades del primer día incluían senderismo y reconocimiento del área. Nobita, Dekisugi, Shizuka, Gigante y Suneo formaron un grupo, siguiendo los senderos marcados, maravillándose con la belleza natural del lugar. Dekisugi mostraba un conocimiento sorprendente sobre la flora y fauna local, y Nobita escuchaba, fascinado.

Después de la cena, todos se reunieron alrededor de una gran fogata. Los profesores organizaron juegos y cantos, creando un ambiente de camaradería y diversión. Nobita se encontró mirando a Dekisugi a menudo, capturado por la forma en que la luz del fuego iluminaba su rostro.

Más tarde, cuando todos comenzaron a retirarse a sus respectivas cabañas, Nobita sintió una mezcla de nerviosismo y anticipación por la noche. En la cabaña, él y Dekisugi hablaron en voz baja sobre sus expectativas para los próximos días, antes de desearse buenas noches y apagar la luz.

Nobita se acostó, escuchando los sonidos suaves de la naturaleza y la respiración tranquila de Dekisugi desde la otra cama. Mientras se deslizaba hacia el sueño, se preguntaba qué sorpresas traerían los próximos días de este viaje. Lo que Nobita no sabía era que este viaje cambiaría la dinámica de su relación con Dekisugi de una manera que nunca había imaginado.

Los primeros rayos del sol se filtraban a través de las ramas de los árboles, despertando suavemente a los habitantes de la pequeña cabaña. Nobita se desperezó, recordando dónde estaba. La excitación lo invadió de nuevo al pensar en los días llenos de aventuras que le esperaban.

Después del desayuno, el grupo se dividió para las actividades del día. Primero en la agenda estaba una sesión de escalada, algo que Nobita esperaba con ansiedad y un poco de nerviosismo. Dekisugi, como siempre, parecía completamente en control, ofreciendo palabras de aliento a Nobita, quien luchaba por disimular su aprensión.

La escalada resultó ser tanto desafiante como emocionante. Nobita, superando sus propios miedos, se sintió orgulloso al alcanzar la cima. Mirando hacia abajo, vio a Dekisugi sonriéndole, y en ese momento, se sintió inexplicablemente conectado con él, más allá de la simple amistad.

Por la tarde, el grupo disfrutó de una sesión de natación en un lago cercano. El agua fresca y cristalina era un alivio bienvenido del calor del sol. Nobita y Dekisugi nadaron juntos, compitiendo amistosamente, mientras sus risas resonaban por el lugar.

A medida que el día se desvanecía en una tarde dorada, Nobita se encontró reflexionando sobre su relación con Dekisugi. Siempre lo había admirado, pero ahora, compartiendo esta experiencia, sentía que algo estaba cambiando dentro de él. Era una mezcla de admiración, comodidad y algo más que no podía identificar.

La cena fue un asunto animado, con todos compartiendo historias y experiencias del día. Nobita se reía con los demás, pero su mente a menudo volvía a Dekisugi, observando cómo interactuaba con los demás, cómo su sonrisa iluminaba su rostro.

Esa noche, mientras se acostaban en sus respectivas camas, Nobita y Dekisugi charlaron sobre el día. Había una facilidad en su conversación, un flujo natural que solo viene con la verdadera amistad. Pero para Nobita, cada palabra, cada risa compartida, parecía aumentar la sensación de que su amistad estaba evolucionando hacia algo más profundo.

Finalmente, el silencio se asentó en la cabaña. Nobita yacía despierto, mirando el techo, pensando en Dekisugi, que estaba a solo unos metros de distancia. La emoción del día se mezclaba con pensamientos confusos y nuevos sobre Dekisugi. ¿Era posible que lo viera como algo más que un amigo? ¿Y qué pasaría si Dekisugi no sentía lo mismo?

Afuera, los sonidos de la noche en el bosque continuaban, pero en la cabaña, dos jóvenes estaban sumergidos en sus propios mundos de pensamiento, sin saber que el otro estaba pasando por una tormenta similar de emociones y preguntas.

Así terminó el primer día del campamento, un día que había comenzado como una aventura y que había sembrado las semillas de algo nuevo y desconocido en el corazón de Nobita.

Latidos Cruzados: El SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora