Brillante

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Brillante

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Brillante

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Un día cálido de Mayo, mientras los rayos del sol se asomaban por la ventana de la habitación de una mujer pelinegra, dos niños se encontraban corriendo en el pasillo del hospital. Ansiosos.

Ace y Sabo, niños de cinco años, emocionados y felices de ver lo que saldrá del vientre de aquella mujer que llaman tía. El pecoso, asegura que solo es por haber comido demasiado, mientras que Sabo, un niño rubio demasiado acostumbrado a leer e informarse del mundo, le asegura que se trata de un ser humano. Un bebé.

Ace simplemente le decía que no, que la mujer comió demasiados dulces, le recuerda todas esas fiestas en las que la pelinegra le pedía los postres que adornaban la mesa. Esos muffins, los pasteles, las galletas e incluso todas esas comidas raras, como las galletas con maní o las fresas con limón y sal, Ace está seguro que incluso alguna vez la vio comer galletas con mayonesa.

No puede evitar hacer una mueca de asco, mientras que Sabo no puede evitar negar y frustrarse.

¿Es que su hermano es ignorante por naturaleza?

Sabo se acerca a la puerta en donde se encuentra su madre adoptiva, Rougue, sabe que ella está ahí adentro con su mejor amiga y con el bebe que se volverá su mejor amigo al igual que Ace. Ambos saben que una vez el bebé nazca, ellos deben protegerlo. Eso le han dicho su madre, su padre, su tío, todos.

Ace en cambio está reacio. ¿Por qué debe cuidar a un bebé que no conoce? ¿Por qué debe amarlo? El único hermano que tiene es Sabo, entonces, ¿por qué le piden algo tan ilógico? Su hermano Sabo lo aceptó sin demoras, pero Ace no puede evitar sentirse un poco celoso. Ahora toda la atención la tendrá aquel bebé. Ahora su tía ya no lo llevará a los parques, tampoco le dirán que es su pequeñín.

Ambos se sientan nuevamente en los asientos metálicos que están frente a la habitación, en la espera de que su madre salga para entrar con ellos.

Sabo está expectante, le emociona ver a aquel niño pequeño, mientras que Ace sigue renuente, es más, está a nada de hablarle a su padre para que vaya a buscarlo y lo lleve a cualquier lugar lejos de aquel bebé que pronto todos amarán.

Ambos levantan sus ojos cuando la puerta se abre y la mujer los busca con la mirada, al localizarlos les sonríe.

Se agacha a la altura de ambos.

—¿Cómo está? —Sabo es el primero en hablar. La emoción es innegable, se ha preparado para este momento desde que se enteró que podría tener un hermanito menor, no de su sangre, pero al fin y al cabo su hermanito —. ¿Es grande? ¿Es pelón? ¿Esta feo? —su madre se ríe Sabo se sonroja —. El abuelo dijo que los bebés recién nacidos son feos.

—No vuelvas a hacerle caso a Garp —la mujer se pone de pie y le tiende la mano —. Es un niño muy saludable, es pequeño, pero será igual de fuerte, como su mamá.

One Shots (ASL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora