Capítulo N° 46

802 115 44
                                    


Estacionó el auto para poder entrar en el Palace, donde se encontraría con su tío. Stefano no estaba nervioso de ver a Giovanni, pero sí estaba de muy mal humor porque había trabajado mucho y estaba cansado. Desde que Stefano y Bianca se habían separado, Giovanni no volvió a tocar el tema de las mujeres, ni tampoco a presionarlo por ese lado, pero aún así su forma de hablar podía afectarle a Stefano.

Se abrió paso hasta la mesa donde su tío lo esperaba para almorzar, con una copa de vino en la mano. Stefano lo saludó con respeto y aceptó el abrazo que su tío le dio, para luego sentarse frente a él y llamar al camarero para poder ordenar la comida del día.

—¿Cómo está mi tía? —preguntó Stefano y sorbió un trago de vino.

—Extrañándote, y completamente insoportable —dijo Giovanni con una sonrisa de lado—. Pero tan adorable y ardiente como es de esperarse.

—Tal vez viaje a visitarla cuando todo este desastre finalice.

Giovanni alzó una ceja mientras cortaba un trozo de su filet Mignon, introdujo con cuidado el bocado en su boca sin dejar de mirar a su sobrino que se veía mucho más maduro que antes.

—Ya te dije que eso se resuelve fácil —dijo y sorbió un trago de vino.

—¿Qué clase de justicia sería si tu cuñado manda a matarlos?

—Justicia poética —alzó su copa para darle énfasis a sus palabras—. Pero si no confiás en mi cuñado lo entiendo, solo es un hijo de puta interesado al que hay que tratar con tacto. Hay organizaciones en este país que se encargan de eso, con dinero todo se resuelve. Podrías contratar a alguien…

Giovanni tomó de su saco una tarjeta negra con un extraño logo rojo punzó, una media estrella federal. Se la enseñó con una sonrisa cargada de confianza y malicia, pero Stefano corrió la mirada hacia otra parte del elegante restaurante.

—No, tío, quiero que se haga justicia de verdad. Ellos ya están jugando sucio —se quejó Stefano y comió un bocado de su almuerzo.

—Como quieras, pero no puedo ayudarte si no me dejás actuar —resopló Giovanni y guardó la tarjeta, para luego comer otro trozo de carne—. ¿De cuánto es el trato?

—Diez años —siseó Stefano y sorbió un trago de vino.

—Inaceptable. Están presionando con sus contactos, dejame presionar más por mi lado.

—No quiero muertos.

—No necesito muertos —dijo Giovanni con una sonrisa de triunfador—. ¿Realmente creés que tus empleadas son las únicas víctimas? Si investigo un poco más podré encontrar toda la mierda que esconden bajo la alfombra. Dejame encontrar esa mierda y vas a ver, querido sobrino, cómo te ofrecen un trato más placentero.

—Van a conseguir una forma de cubrirlo.

—No si encuentro la mierda del resto de los Kaczmarczyk. No bien se abra esa caja de Pandora tendrán que decidir si cae toda la familia, o solo caerá uno de ellos. Una familia tan basura como esa optará por sacrificar a su chico.

Stefano no respondió nada, no le parecía algo justo, pero ellos tampoco estaban siendo justos. No lo habían sido en ningún momento, ni al abusar de su poder ni al poner trabas en todo el proceso judicial.

Finalizaron el almuerzo de forma más tranquila al cambiar de tema, hablaron de trabajo, de contratos e incluso del clima en Italia, pero no volvieron a nombrar a los Kaczmarczyk ni a proponer nuevas soluciones. Stefano supuso que, quiera o no, su tío buscaría destapar esa caja de Pandora para conseguir la justicia.

Luego salieron de allí, Stefano se ofreció a llevar a su tío a su hotel, sin embargo este optó por irse con un chófer. Stefano entonces dejó ir un largo suspiro y encendió un cigarrillo mientras se dirigía hacia su auto. En otras épocas se habría sentido muy mal luego de ver a Giovanni, habría necesitado unos tragos y el fuerte abrazo de Frank, sin embargo eso ya no le pasaba.

Muñequita [ #1 COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora