02: Vendas

3 0 0
                                    

Las sombras cubren todo a mi alrededor. El mundo se ha vuelto oscuro y tenebroso, no tengo ni idea de qué acecha en las esquinas. Miro nerviosa, esperando por algo que sé que nunca va a ocurrir, pero no puedo calmarme. En la esquina, el escritorio abarrotado de cosas congrega a todas las sombras y las paredes llenas de estantes no ayudan a mi tranquilidad. En el centro del techo, cual condenado, el foco ahora apagado sigue colgando.

Lo único que puedo escuchar de fondo es mi respiración y los ronquidos irregulares de la cosa que duerme del otro lado de la habitación.

Las ásperas sabanas no se sienten como las que tengo en mi casa y no confío en ellas para taparme, además de que no se siente correcto hacerlo. Tan siquiera no apestan. El colchón también es incómodo y demasiado firme para mí, y la carencia de almohadas es otro punto que agregar a la lista. Abrazo con más fuerza mis piernas, sintiendo la venda que envuelve mi muslo, en un intento de hacerme tan pequeña como para desaparecer.

Me forcé a quedarme quieta mientras ese monstruo atendía mis heridas, muy atenta a cada uno de sus movimientos, sólo esperando. Esperé por nada, porque al terminar de hacerlo me ofreció la cama y se fue sin decir otra palabra, como si esto fuera su día a día, como si no hubiera nada por lo que perder el sueño.

Tan siquiera no voy a tener que preocuparme por alguna infección en el futuro. Lo único peor que estar atrapada con un adefesio es estar atrapada con un adefesio mientras muero por un choque séptico.

En esta habitación sin ventanas, con la única fuente de luz apagada, no hay mucho más que hacer además de pensar. Mil teorías se me vienen a la mente, cada una más demente que la anterior. Desde conspiraciones hasta creerle, todo suena imposible. Pero «imposible» no explica por qué no estoy en mi alcoba.

Bostezo, sintiendo mis párpados tan pesados como si estuvieran hechos de plomo; no quiero dormir, sin embargo; la perspectiva de abrir los ojos y que todo sea peor a esto me obliga a mantenerme despierta. Si me niego a cerrar los ojos, yo tengo el control.

Me pregunto si mis padres ya se dieron cuenta de mi ausencia. Me pregunto si Alma está llorando. No tengo ni idea de cuántas horas llevo aquí, el tiempo es confuso cuando no hay ventanas que me permitan ver el cielo, mi reloj interno nunca ha sido tan confiable. ¿Llevo aquí horas? ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente en el piso antes de despertar? ¿Qué tan lejos estoy de casa? Mil preguntas que no puedo responder.

La presión en mi pecho remplaza al vacío que tragó a mis sentimientos antes, porque ahora no me siento el peligro inminente, porque ahora puedo bajar los brazos y respirar un poco. En medio del silencio y la oscuridad, mi cerebro regresa a mí. Siento una lágrima caer por mi mejilla, dejando una fría estela tras de sí. Me apresuro a limpiarla, cuidando de guardar el mayor silencio posible. Lo último que quiero es despertar a la bestia durmiente.

Mis ojos se han adaptado a la oscuridad a pesar de que las sombras sean demasiado densas para que un humano pueda ver. Las siluetas sin forma definida reinan en este momento, pero ya no son tan escalofriantes como inicialmente. Sé que esa caja no es más que una caja, sé que la basura no es un demonio esperando para matarme. Inclusive los ronquidos de mi captor tienen ritmo si me esfuerzo por encontrarlo.

Al extender mi mano, me doy cuenta de que el desatornillador está a mi lado.

Empuño mi mano alrededor de su mango, más como manera de decirme que no soy tan vulnerable que para tomarlo. El frío de su punta metálica me permite respirar una bocanada profunda, la manera en la que mi mente lo reconoce de inmediato hace que mis pensamientos aterricen.

Me pregunto quién fue el que se dio cuenta de mi ausencia, causándome un nuevo nudo en mi garganta. ¿Quién abrió la puerta de mi habitación para encontrarse con un desastre de mantas en el piso y la ventana abierta? ¿Quién tuvo la mala fortuna de llamar mi nombre sin recibir respuesta?

ADELADär berättelser lever. Upptäck nu