Epílogo

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Por que Coco siempre hace epílogos, ama los finales felices y les debía un lemon, fufufu 💕 UwU Muchas gracias por haber disfrutado del Maratón de Halloween conmigo, les mando un beso, un abrazo y ahora sí, si las diosas lo quieren, nos vemos pronto en otra historia. 

***

Un año después

—Muy bien Meliodas —sonrió el guapo doctor Felec a su hijo mientras este le entregaba su portafolio—. Estas son las reglas. Nada de bromas.

—No más bromas —afirmó él con una sonrisa aún más grande entregándole también su sombrero—. Halloween puede pasar de mí este año, estoy de sabático.

—Perfecto. Segundo, nada de fiestas en la mansión.

—Nada de fiestas —confirmó asintiendo enfáticamente—. No me quedan ganas de una después del susto de la última.

—Exacto, correcto. Y tercero, nada de "travesuras".

—¿Travesuras? —preguntó con unos ojos enormes y adorables llenos de falsa inocencia—. Lo siento maestro, pero eso no me queda claro. ¿Podría ser más específico?

—Ya sabes a lo que me refiero —rió el colosal hombre revolviéndole el pelo—. Respeta a tu novia, respeta esta casa que es nuestro hogar, y no uses magia para cosas frívolas. ¿Te quedó claro?

—¡Sí señor! —confirmó haciendo un saludo militar. El gran mago le correspondió inclinándose para besar su frente, y los dos se sonrieron llenos de confianza mutua.

—Te quiero, hijo.

—Y yo a ti, papá. Buen viaje, ¡saluda a la prima Merlín y a su marido de mi parte! —gritó desde el porche mientras lo veía subir al uber e irse. En cuanto lo perdió de vista, dio un salto entusiasmado y salió corriendo a su cuarto. Halloween estaba en todas partes, en las ventanas, las puertas, los corredores, incluso las alfombras. Elizabeth había hecho un magnífico trabajo, y la casa estaba que rebosaba de magia. Pero esa no era la única razón por la que sentía que iba a explotar de alegría.

—¿Se ha marchado? —preguntó la albina saliendo del armario—. No lo sé, Mel. Creo que debí despedirme de tu padre como se debe. No me parece correcto haberme escondido.

—No te escondías. Estabas en tu casa hace unos segundos, simplemente atravesaste el portal que puse entre nuestras habitaciones.

—Meliodas, ¡eres un travieso!

—Y así me amas, ¿no es cierto? —Su respuesta fue besarlo apasionadamente mientras él gemía en su boca—. Además, lo habíamos prometido. Es luna llena. Estamos en la víspera de Halloween, y a punto de cumplir un año de novios. Hoy es el día. Hoy me dejarás tomar tu virgini...

—¡Calla! —lo silenció roja como una manzana, y él tomó la mano con que cubría su boca para chupar uno de sus dedos sensualmente—. ¿Qué hay de lo que dijo tu papá?

—Pienso obedecerlo absolutamente en todo. Las reglas uno y dos que me dio son fáciles, no hay nada que decir. En cuanto a la tercera... —ronroneó empujándola sobre la cama—. Bueno, tiene sus huecos legales.

—Si mi madre te oyera decir eso —rió la albina mirándolo con ternura—. ¿Por ejemplo?

—Por ejemplo... —empezó, y a un chasquido suyo, las ventanas y puertas se cerraron. Luego hizo brotar flores blancas con un embriagador perfume de las columnas de dosel de su cama, y por último, creó farolillos como pequeñas hadas flotando alrededor de ellos—. Claro que respetaré a mi novia. Voy a adorarla como la diosa que es, venerar su alma, alabar su cuerpo, cada rincón de él con todo mi corazón.

Travesura de Halloween - Especial de Octubre 2023Where stories live. Discover now