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Los Warren querían probar que lo que había dicho Janet era verdad, ósea que la voz venía detrás de ella.
—¿En serio es necesario el agua?—preguntó la señora Hodgson—.
—Queremos probarle a la iglesia que no está cambiando la voz ella misma—habló Ed—.
—Así es, si tiene agua en la boca podemos probar que no es un tipo de ventriloquia—dijo Scarlett—.
—¿Y debe sentarse ahí? Porque no me gusta verla sentada en ese sillón.
—Se que es difícil pero el espíritu mostró una clase de apego—dijo Liliana—.
—Ed lo contactará más fácil si se sienta ahí—siguió Lorraine—.
Todos se sentaron en los sillones de enfrente.
—Estarás bien—le dijo Liliana sonriéndole levemente, ella hizo lo mismo—.
—¿Estás lista?—le preguntó Ed a Janet—.
—Eso creo.
—Es 21 de diciembre de 1977, somos Ed y Lorraine Warren, reunidos con nuestras hijas Liliana y Scarlett, y Peggy y Janet Hodgson, también presentes están Steve Williams y Maurice Grosse—empezó a decir Ed—bien, adelante.
Janet bebió el agua y se sentó recta.
—Si alguien aquí que quiera comunicarse con nosotros, somos todo oídos, habla—dijo Ed—.
Nada.
—¿Qué quieres de esta niña y su familia?
Nada.
Janet escupió el agua y habló.
—Dice que no hablará si tú ustedes siguen mirándome así.
—Que raro, me preguntó por qué no—dijo Maurice—antes no había mostrado señales de timidez.
—¿Y si nos ponemos de espaldas?—le preguntó Ed—¿crees que hablé si nos ponemos de espalda?
