Una Loba para el Cachorro

Nueve

[Kilian 21 años – Amira 16 años]

Todo ha sido un caos desde el ataque, por suerte no hubieron muchos destrozos en la manada ni muchos heridos, pero de todas formas todos quedaron muy asustados y en alerta. Tío Otto envió algunos vampiros para ayudar a patrullar a los lobos de la manada, y con eso todos comenzaron a sentirse más seguros, aunque todos se encuentran igualmente en alerta.

Mis padres han estado realmente nerviosos y angustiados, sé que temen por mi seguridad, incluso están mucho más protectores. No querían dejarme ir al colegio, y tras una larga discusión me dejan ir pero con la condición de dejar que dos soldados me escolten todo el tiempo. Así que si antes me sentía ahogada, ahora es mucho peor, pero intento disimularlo, mis padres tienen mucho en sus cabezas como para que yo les haga un berrinche.

Nos encontramos cenando los seis, antes nuestras cenas solían ser cargadas de risas y peleas, pero desde el ataque todos nos encontramos más serios y silenciosos, y yo estoy empezando a odiar eso.

-¿Cómo estuvieron las cosas hoy en la manada pa? – decido terminar con el silencio que tan nerviosa me pone.

-Todo bien cariño – me dice y yo asiento con mi cabeza.

-¿Y a ustedes cómo les fue en clases? – pregunto a mis hermanos.

-Bien – responden los tres al unísono y yo suspiro, es realmente imposible poder entablar una conversación así, miro a mamá, desesperada para que me ayude, pero ella no capta mi señal.

-A mí también me fue bien, hoy hablamos acerca de los mates y la marca – cuento, esperando obtener una reacción de los chicos y papá, ellos se niegan a dejarme crecer y que encuentre mi mate, pero ninguno de los cuatro dice nada. Suspiro una vez más y me doy por vencida, mientras revuelvo mi comida, no tengo ganas de comer, toda esta situación me sacó el apetito – No tengo hambre, ¿puedo retirarme a mi habitación?

-No peque, necesitamos hablar, ¿les parece si vamos al living? – nos dice mamá, después de ver que los chicos y papá terminaron con su comida.

Los seis llevamos todo lo que usamos para la cena hacia la cocina, y después de poner todo en el lavavajillas caminamos en completo silencio hacia el living. Mis hermanos y yo nos amontonamos en el sillón más grande y nuestros padres se sientan en la mesa ratona frente a nosotros. Sé que algo grave nos van a decir, la seriedad en sus rostros me lo demuestra, demoran unos segundos en comenzar a hablar, se miran entre ellos, decidiendo quien va a decir lo que sea que vayan a decir.

-Con mamá hemos estado hablando mucho de lo que ha pasado con Ami y del ataque – dice papá y yo enfoco mi vista en él – Tenemos mucho miedo de que algo malo te pase Ami – toma una de mis manos entre las suyas y yo aprieto suavemente.

-Papi yo estoy bien, y ahora tengo dos soldados siendo mi sombra, todo va a estar bien – intento infundirle fuerzas, él me sonríe sin mostrar sus dientes y deja una dulce caricia en el dorso de mi mano.