23 | Algo que se sintiera como esto

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Connor y yo entramos en la vivienda. Los tacones me están matando, así que me los quito incluso antes de que él termine de abrir la puerta. Dentro reina el silencio. No está puesta la calefacción, pero la construcción está hecha para aislar el frío, por lo que la temperatura es bastante agradable. Ya es un gesto casi instintivo el seguirlo hasta su habitación. Últimamente apenas entro en la mía. Solo la uso para cambiarme, para hablar con Leah por videollamada o para cotillear con Nora.

—Mira a quién tenemos aquí. —Connor se agacha junto a la puerta entreabierta de su dormitorio para acariciar a Onni, que parece haber aprovechado que no había nadie en casa para explorar a sus anchas.

El gato se estira y ronronea bajo las caricias de su dueño.

—No me creo que haya tenido que salir yo de mi cuarto para conseguir que él se largara también —me quejo.

Connor me dedica una sonrisa bonita, con hoyuelos, de esas que siempre me calientan el pecho.

—Más bien, yo diría que ese es su cuarto ahora. El tuyo comienza a ser este. —Hace un gesto hacia su habitación—. Vamos, sé que estás cansada.

Por suerte, Onni no tarda mucho en cansarse de nosotros y desaparecer. Imagino que volverá al techo de mi armario, que es su rincón favorito de la casa. Connor enciende la luz y comienza a desabotonarse la camisa. Yo me deshago el moño frente al espejo. El silencio me parece cómodo y natural. Sonrío cuando, a través del cristal, veo que su gran cuerpo me acecha por la espalda.

—¿Necesitas ayuda con esto? —Roza la cremallera trasera del vestido con los dedos.

Asiento y me recojo la melena sobre un hombro para que pueda bajármela. Él lo hace con cuidado, como si temiera rasgar la tela. Me miro al espejo mientras tanto. Estoy preciosa. Llevo todo el día sintiéndome como una princesa. El vestido violeta que me ha confeccionado Hanna consiste en una parte de arriba que me ajusta hasta la cintura y una falda con vuelo que me ha tenido todo el día ansiosa por girar, girar y girar para verla moverse conmigo. Es alucinante.

—Tu madre ha hecho un gran trabajo.

—Bueno, lo tenía fácil. La modelo también es espectacular.

Connor termina de bajarme la cremallera. En lugar de apartarse para que pueda quitarme el vestido, me rodea la cintura con los brazos desde atrás y apoya la barbilla en mi hombro.

—¿Qué pasa? —pregunto al oírlo suspirar. Mis ojos preocupados conectan con los suyos a través del espejo.

—No dejo de darle vueltas a todo lo que ha pasado hoy.

Noto un pinchazo en el estómago, aunque sé que no se refiere a lo que me genera inquietud a mí. Antes me contó que Luka había hablado con sus padres. Por ende, ellos ya deben de estar al tanto de todo. Ahora Connor es libre de aceptar esa beca, marcharse y vivir la vida que siempre ha deseado. Imagino que pensarlo le da un poco de vértigo. Es un cambio muy brusco, incluso aunque sea positivo. Él ya tenía asumido que iba a quedarse aquí. Seguro que esto le ha desajustado todos los esquemas.

—Ha sido un día de muchas emociones —respondo, cubriendo sus manos con las mías.

—Mi madre me ha dicho que están buscando grupos de ayuda que puedan acompañar a Luka en su proceso. Él está muy dispuesto a cambiar. No lo he visto probar una gota de alcohol en toda la noche. Entre la barra libre y todos los invitados que iban con copas en la mano, tiene que haberle resultado muy difícil. —Asiento, porque yo también he estado pendiente de eso todo el día. El ambiente de hoy no era nada favorable para Luka—. Me ha pedido perdón antes de la boda. Quiere que empecemos de nuevo.

Todos los lugares que mantuvimos en secreto | 31/01 EN LIBRERÍAS Where stories live. Discover now