21 | Fecha de caducidad

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7-8 capítulos para el final :(

digan "yo" las que no quieren despedirse de Maeve y Connor


21 | Fecha de caducidad

Maeve

Los faros de la camioneta de Connor son lo único que alumbra la carretera mientras sigo las indicaciones del navegador. Me cubro las manos con las mangas de la sudadera antes de volver a ponerlas sobre el volante. Hace tanto frío que no puedo dejar de temblar. Ojalá supiera encender la calefacción. Siempre que me he montado aquí ha sido con Connor, así que nunca he tenido que aprender a ponerla, porque él siempre lo ha hecho en mi lugar. Pensarlo me hace sentir, si cabe, todavía más culpable. No sé qué diablos va a salir de esto. No sé en qué estado voy a encontrarme a Luka. ¿Y si resulta que es peor de lo que me imaginaba y tengo que llamar a emergencias? ¿Cómo diablos voy a decirle a Connor que he venido a recoger a su hermano a escondidas y hemos acabado en el hospital?

Procuro mantener esos pensamientos intrusivos lejos de mi cabeza y concentrarme en conducir.

Estoy tan atacada cuando llego al punto que marca el navegador que me desabrocho el cinturón a toda prisa, cojo mi bolso y prácticamente me precipito fuera del vehículo. Se trata de un área de servicio perdida en medio de ninguna parte, a unos veinte kilómetros de Nokia, donde solo hay una farola con la bombilla casi fundida que mantiene a raya la oscuridad. Debajo de ella, en el borde de la acera, hay un chico sentado. Tiene la cara entre las manos. Alza la cabeza al oírme llegar.

Me detengo de golpe. No sé si me impacta más ver la tristeza que aflora en sus ojos o toda la sangre que tiene en la cara.

—Madre de dios —musito—. ¿Qué diablos te ha pasado?

Luka se ahoga de nuevo en sus lágrimas.

—Me han robado mis canciones.

—¿Qué?

—Jasper, Alek y el resto de la banda. Van a sacar un disco con todas mis canciones en el que yo no estoy incluido. Me han robado mi música, Maeve. No tengo forma de demostrar que me pertenece. —Se le rompe la voz—. Creía que, si iba a hablar con ellos, podría conseguir que entraran en razón. Me han engañado para traerme aquí y me han dejado tirado, y yo no... no...

—Luka —farfullo, dolida. Soy incapaz de añadir nada más. A él se le rompe la voz.

—Hoy es el cumpleaños de Riley —solloza—. Escribí algunas de esas canciones sobre él. Otras iban sobre mí o sobre mi familia. Esa música es mi vida. Y ahora me la han robado.

—Lo siento mucho. —Verlo tan destrozado hace que me entren ganas de llorar a mí también. Me muero por acercarme y darle un abrazo. Sin embargo, Luka sigue sentado, y siento que hay una especie de barrera a su alrededor; la misma que lleva siempre y que nunca deja que nadie cruce—. Lo solucionaremos juntos. Seguro que hay algo que podemos hacer.

Él niega con la cabeza. Tras analizarlo, he comprobado que no tiene heridas en la cara, solo restos de sangre reseca que provienen de los cortes de sus manos. En un principio me preocupaba que fueran producto de una pelea, que lo hubieran traído aquí para darle una paliza. Gracias al cielo, no veo señales de que eso haya ocurrido. De hecho, hay una botella rota a sus pies. De Whisky. Puede que la haya estallado contra el suelo y que se haya llenado las manos de cristales sin querer.

—Dejé que Jasper se quedara con mi cuaderno porque pensé que no eran buenas canciones. Él mismo me lo dijo. Me engañaron. Estaban buscando la excusa perfecta para echarme de la banda y grabarlas sin mí y yo se la di, joder —Se lleva las manos temblorosas a la cara, sin llegar a tocarse, frustrado, dolido, colmado de rabia—. Yo les di esa puta excusa. He perdido mi música y ha sido culpa mía.

Todos los lugares que mantuvimos en secreto | 31/01 EN LIBRERÍAS Where stories live. Discover now