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He vuelto a soñarte y me ha dolido.
Y tal vez nunca deje de dolerme.
Tal vez deba ser así.
Tal vez solamente eres una bala incrustada en mi pecho,
que nunca saqué,
que nunca logré sacar a tiempo.
Y ahora está infectada.
Y apenas moverme duele.
Y aunque intente sacarla, tal vez dolería más.
Tal vez solamente eres una herida abierta,
supurante,
sangrante,
que nunca terminó de cerrar,
aunque le pusiera curitas,
y la cosiera,
remendara,
y tal vez lo pegara.
Pero al final es lo único que tengo de ti.
Y tal vez por eso me aferro tanto a pensarte,
aunque duela,
aunque hiera,
aunque me haga llorar y sangrar.
Aunque me haga querer morir.
Aunque me haga asfixiarme,
porque tanta culpa es agobiante.
Es agotadora.
Pero, cuando te sueño,
que estoy contigo,
puedo sentir...
aunque no lo quiera siento dolor,
a pesar de que estoy contigo.
Porque claro,
estoy metiendo los dedos en una herida abierta y la estoy revolviendo.
Porque ¡carajo!,
soy masoquista.
Me duele.
Me dueles.
Y tal vez siempre sea así.
Tal vez siempre fue así y yo no me di cuenta hasta hace muy poco.
Y ahora que me di cuenta no puedo parar.
Es una adicción.
Soy adicta,
adicta al dolor que me causas,
adicta al dolor que me causa tu ausencia.
Adicta al dolor de perderte,
y adicta al dolor de saber que fue enteramente mi culpa.

Yo estuve aquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora