Capítulo 24

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En cuanto Diamante oyó abrirse la puerta, se precipitó abajo y voló hacia Serena. La envolvió con sus brazos y luego la besó despacio, tomando su tiempo para saborear su gusto, el roce suave de sus labios, su dulce suspiro.
— Siente cuánto te he echado de menos —Presionó sus c@d€r@s contra las suyas hasta que sintió cada pulgada de su rígida p0ll@.
Serena se apartó de su boca y se rió. Diamante se derritió. ¿Cómo podría alguien seguir enfadado con ella?
Darien estaba d€tr@s y Diamante lo llamó con la cabeza, entones lo incluyó en el abrazo.
— No más proezas así —dijo Diamante—. Ya tengo bastante con preocuparme por el 007 éste, sin ti corriendo por ahí intentando conseguir que los tipos malos confiesen en una cinta. ¿Estás segura de que estás bien? —
— Estoy bien. —
— La golpeé con el coche —soltó Darien.
Diamante miró a Darien y luego a Serena y luego a Darien otra vez.
— Un golpe oblicuo. Casi ni lo sentí —dijo Serena—. No fue culpa de Darien. Salté sobre la capota. Lo abollé con mi cül0. —
— Jesús —Diamante la volvió a apretar contra su p€ch0.
 
— Darien me salvó. —
Darien le acarició el pelo con los dedos.
— Debería haber hecho más para detenerla. —
Diamante frunció el ceño.
— Ya basta de recriminaciones. Creo que es de obligación una cuidadosa inspección corporal, pero primero comamos. He cocinado. No quiero que se estropee. —
Él había preparado la mesa de cristal del fondo del salón, había bajado las luces y había dispuesto velas. El champán estaba en hielo, la música sonaba. Darien silbó cuando entró en el cuarto.
—¿Wow, qué vamos a tomar? —preguntó Serena.
— Emparedados de queso —dijo Diamante.
Darien rió. —¿Seguiste la receta? —
— Desde luego. —
Darien se giró hacia Serena.
— Diamante añade cosas. Le gusta experimentar. —Olfateó—. Huele como a moussaka. —
Diamante sonrió abiertamente.
— Esto es un buen principio —le ofreció una silla a Serena y rozó su cabeza con los labios.
Darien abrió el champán, vertió tres copas y se sentó junto a Serena.
— No puede haberse equivocado con la ensalada —dijo Serena mirando el tazón grande de hojas surtidas en el centro de la mesa.
— No toques el aliño —susurró Darien.
— Oí eso. —Diamante puso los platos de moussaka sobre la mesa, se sentó al otro lado de Serena y levantó su copa—. Por Serena en el medio. —
Ellos chocaron las copas.
— Nunca me pondré en medio de vosotros —dijo ella.
— Espero que lo hagas —dijo Diamante con una sonrisa burlona. Hubo un momento de silencio y luego se echaron todos a reír.
 
La moussaka sabía mejor de lo que Diamante había esperado. Más o menos había seguido la receta, solamente había agregado un pedazo de chocolate que había encontrado en el armario. Serena estaba parlanchina y Darien callado, pero considerando lo que había pasado, no era una sorpresa. Diamante quería que Serena se mudara con ellos. Podía tener su propio dormitorio, pagar alquiler si quería. Diamante había ahorrado cada penique que Darien le había dado. El plan era llevar a Darien de vacaciones a Australia y Nueva Zelanda. Llevar a Darien y Serena.
Diamante sonrió.
— Necesito una ducha —dijo Serena mientras apartaba su plato vacío.
—¿Quieres una taza de té? —Darien preguntó—. Sin azúcar, ¿verdad? —
Serena se ruborizó.
— Una cucharada, en realidad. —
— Pero dijiste... ¡Ah! Bien, lo haré. —
Diamante vio salir a Serena del cuarto.
—¿Ella está bien? ¿Tú estás bien?
Darien apoyó los codos sobre la mesa y puso la cabeza entre las manos. Diamante se cambió a la silla de Serena y puso su brazo sobre el hombro de Darien.
— Podríamos haberla perdido —susurró Darien—. Ese bastardo... Yo... —
— Tú la salvaste. —
— Yo podría haberla m@t@do. —
— Pero no lo hiciste, Darien. Déjalo ya. —Diamante tiró de la cabeza de Darien hacia arriba y lo besó. Un tierno golpecito a sus labios y Darien gymi0.
— Quiero pedirle que se traslade aquí —Diamante dijo, recordando cuando antes había herido a Darien con el comentario sobre que éste era su apartamento—. ¿Te parece bien? —
La sonrisa en la cara de Darien hizo ronronear la p0ll@ de Diamante de alegría.
Serena se dirigió hacia el flujo de agua y la dejó caer en cascada sobre ella. El torrente de calor calmó sus múscül0s adoloridos y se llevó las preocupaciones de su cabeza. El tema con Zafiro estaba terminado. Sabía que acabaría saliendo bajo fianza pero había sido acusado de su rapto y asalto. Todos aceptaron que ella había dicho la verdad y si se le acercaba de nuevo estaría en graves problemas. Tal vez la €stüpid@ de Hotaru todavía lo quisiera, pero Serena pensaba que su padre tendría algo que decir sobre eso.
La puerta de la ducha se abrió d€tr@s de ella. Se dio la vuelta mientras dos cuerpos firmes entraron, Darien con su piel bronceada y su físico delgado como un látigo y Diamante con su pelo despeinado y sus ojos brillantes. El cascabel en el p€z0n de Darien se veía súper c@li€nt€, Serena sintió endurecer sus p€z0n€s y soltó un jadeo estrangulado. Ni siquiera habían tenido que t0c@rla.
— Hemos pensado hacerte compañía —dijo Diamante.
— El jabón y yo nos estábamos sintiendo un poco solos. —Serena rió.
Ella besó el p€z0n perforado de Darien con mucho cuidado y él tembló. Ellos comenzaron a lavarla de los pies hacia arriba, manos jabonosas resbalando por su piel. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que se cansaran de ella? ¿Podría alguna vez volver a sentir así de bueno? ¿Qué haría cuando ellos decidieran que ya habían tenido bastante? Demasiadas preguntas para relajarse. La ansiedad corrió descontrolada por su mente, dispersando preguntas en su estela. ¿Cómo podía sentirse tan enamorada después de un tiempo tan corto?
Darien lavó su tr@s€r0, sus dedos recorriendo su espalda y sus omoplatos.
— Múdate con nosotros —dijo Diamante mientras él jugueteaba con sus p€z0n€s—. Puedes tener tu propio cuarto, pagar lo que sea que estés pagando de alquiler. —
¿Él realmente había dicho eso? ¿Le había pedido que se mudara con ellos?
— Prometemos ser limpios y ordenados. Puedes poner cosas... rosas por ahí —dijo Diamante.
— Tú... ustedes no me conocen. —
Diamante se rió.
— Dios, Serena, no queda una parte de ti que no conozcamos. —
Ella frunció el ceño.
— Tengo algunos malos hábitos. —
— Bueno —Diamante dijo y su boca bajó en picado hacia su p€ch0.
—¿Tales como...? —preguntó Darien mientras frotaba champú en su pelo.
— Me gustan el country y la música del oeste. —Diamante y Darien se estremecieron—. Tengo una necesidad patológica de ver películas de chicas una vez a la semana con dos tipos sentados a cada lado. —Serena agachó su cabeza bajo el flujo de agua y Darien aclaró la espuma—. Y me gusta bailar d€snüd@ cuando hay luna llena. —
— Genial —dijo Diamante.
— En Trafalgar Square —ella añadió.
— Mentirosa —Diamante pellizcó su nariz—. Bien, ¿qué dices? ¿Quieres vivir con nosotros? —
¿Serena tenía que pensárselo? Ella les adoraba a ambos. ¿Podría arriesgarse? Disfruta el ahora incluso si el futuro no está claro. Su corazón contestó.
— Sí, por favor.
Inmediatamente se vio intercalada entre ellos, la dura p0ll@ de Diamante contra su vientre, el eje igualmente rígido de Darien contra su cül0.
Diamante c0gi0 su cabeza y su l€ngü@ y se pegó a su boca para robarle un beso antes de girarse hacia Darien. Todavía sosteniendo a Serena entre ellos, Diamante presionó sus labios contra Darien. Serena adoraba verlos besarse. Había algo tan atractivo en ello, y mientras el agua caía a torrentes sobre ellos y gotitas se esparcían por su piel, se veían aún más hermosos. El pelo mojado se pegaba a sus caras, las pestañas pesadas con el agua, parecían dioses.
Resbalosa por el jabón, Serena se deslizó de entre ellos y puso una mano sobre cada uno de sus cül0s para acercarlos más. Dio un beso sobre la punta de ciruela de la p0ll@ de Darien y luego otro en la de Diamante, y las agarró por la raíz con sus puños, jugueteando con la l€ngü@ en una y luego en otra. El gusto era similar, pero lo bastante diferente como para que pudiera decir quién era quién. Mientras ella rodeaba con sus labios a Diamante, Darien quedó libre y se arrodilló a su lado. Diamante se inclinó atrás contra los azulejos y apoyó sus manos sobre sus cabezas.
Serena y Darien tenían sus caras a cada lado de la p0ll@ de Diamante, acariciando con la boca su €je, y sus húmedas narices y l€ngü@s lo calentaban a él y mutuamente. Cuando ellos alcanzaron la punta, ellos lo cambiaron de una boca a otra y Serena sintió clavarse los dedos de Diamante en su cabello. Darien agarró la p0ll@ de Diamante y la golpeó contra la mejilla de Serena.
— Jeee... sús —Diamante pronunció un g€mid0 tartamudo.
Darien dio a Diamante un golpe d€tr@s de sus rodillas y lo trajo al suelo de la ducha. Darien estaba tumbado de espaldas bajo él, las piernas sobre la pared de la ducha, su boca alrededor de la p0ll@ de Diamante. Eso dejaba la boca de Diamante situada en la p0ll@ de Darien y Serena se vio con un tentador cül0. Ah Dios, ¿podría?
Extendió sus manos sobre las mejillas mojadas de Diamante y vio temblar su agujero @n@l. La cara de Darien surgió de entre las piernas de Diamante y afirmó con la cabeza.
Serena miró hacia arriba y vio el lubricante.
Diamante gymi0 cuando Darien volvió a chüp@r su p0ll@. Serena agarró el lubricante y se arrodilló. Besó los pequeños hoyuelos que Diamante tenía al final de su espalda y luego pasó a la r@j@ de su cül0; su boca, y luego la l€ngü@, se deslizaron hacia abajo a la oscura línea. El temblor de Diamante y el aliento retenido la animaron a profundizar. La fruncida entrada de su cuerpo se movió bajo su toque y ella presionó la punta de su l€ngü@ contra él. Darien echó su mano hacia atrás para acariciar su p€ch0 y cuando apretó su p€z0n la punta de su l€ngü@ se deslizó en el @n0 de Diamante. El g€mid0 profundo la animó y ella incitó y jugueteó, avanzando y retirándose mientras trabajaba su l€ngü@ más profundo dentro de Diamante.
— Ah Dios, Serena, me estás m@t@ndo —jadeó Diamante—. Los dos. Cristo. —
 
Ella lo atormentó un poco más entonces lubricó sus dedos y deslizó uno en el interior, empujando con cuidado hasta que su nudillo traspasó el múscül0 restrictivo y lo absorbió. Serena hizo círcül0s con su dedo y sintió una glándula redondeada, con forma de nuez, y por el modo en que él se movió y gymi0, Serena adivinó que era la próstata de Diamante. Ah, le gustaba atormentarlo.
—¿Golpecitos o presión? —ella preguntó.
— Presión —Diamante jadeó.
Serena mantuvo su dedo estable mientras Diamante envolvía la p0ll@ de Darien con su boca. Más lubricante, dos de los dedos de Serena y Diamante jadeaba en la p0ll@ de Darien. Serena apretó más dür0 y momentos después Diamante se puso rígido con un grito ronco. Ella se apretó los müsl0s mientras una onda de contracciones revoloteaba por su c0ñ0.
Diamante dobló su cabeza hacia la p0ll@ de Darien y Serena retiró sus dedos para lavarlos bajo el agua. Darien se estiró para agarrar las c@d€r@s de ella y ella le frotó los brazos mientras él se corría en la boca de Diamante.
Por un instante nadie se movió, entonces Diamante se giró para sentarse con la espalda en la pared de cristal y Darien bajó sus piernas y se sentó. Alcanzó a Serena, la atrajo a sus brazos y la estrechó, así que los tres estaban apretados juntos, piernas entrelazadas, brazos unidos bajo el agua. Darien dejó caer un beso sobre el cuello de Serena, hociqueando en la cosquillosa área bajo su oído.
— Te amo —dijo, luego besó a Diamante en los labios—. Os quiero a los dos. —
Serena sintió ponerse rígido a Diamante y luego relajarse otra vez.
— Yo nunca había estado enamorado hasta que te encontré —él dijo a Diamante—. Ahora no sé cómo podría vivir sin ti. Te quiero por haber encontrado a Serena. Sea lo que sea que nos depare el futuro, gracias por lo que tenemos ahora. —
— Yo también los quiero a los dos —dijo Serena—. Esto sencillamente se siente bien. Soy la persona más afortunada en el mundo. —
Diamante se sacó de entre sus brazos, se levantó y salió de la ducha.
Darien suspiró. La reacción de Diamante no lo había sorprendido, pero sí a Serena. Tenía los ojos como platos cuando vio a Diamante agarrar una toalla y salir del cuarto. Se levantó.
— Déjale. Estará bien—dijo Darien.
— No. —
Serena salió de la ducha, se secó el exceso de agua, dejó caer la toalla y salió del cuarto. Darien cerró los grifos y la siguió. Diamante estaba sentado en la parte más alejada de la cama de espaldas a ellos. Serena avanzó lentamente por d€tr@s de él y puso su mano sobre su hombro. Él la ignoró.
—¿Qué va mal? ¿Por qué no se nos permite quererte? —preguntó.
El corazón de Darien subía y bajaba entre su garganta y su estómago. Serena se bajó de la cama y cayó de rodillas a los pies de Diamante.
— Habla conmigo. —
— Sí que se les permite amarme —dijo él con voz baja. Darien se sentó sobre la cama d€tr@s de él.
— Pero tú no puedes permitirte amarnos —dijo Serena.
Diamante se levantó de un salto.
—¡Eh! Me gustán los dos. Me gustas mucho. Pero amor... —
Él comenzó a pasearse, luego se paró y se apoyó contra la pared, mirándolos.
—¿Qué pasó? —preguntó Serena.
Diamante soltó una risa corta.
— Ahora sé por qué evité añadir una mujer a esto. No sabes cuándo dejar las cosas en paz —él fulminó con la mirada a Darien—. ¿Aliándote contra mí? —
— Diamante, no hagas eso —dijo Serena.
— Estuve enamorado una vez. —Diamante apoyó su cabeza atrás contra la pared—. Su nombre era Samantha, Sam. Le dije que la amaba y ella asumió que eso significaba ser una pareja y no un trío. Mike, el tipo con el que yo ya llevaba más de un año antes de conocerla, oyó un poco de la conversación, pero no todo. Él pensó que la quería a ella y no a él. Su cuerpo fue encontrado en el río al día siguiente. Había estado bebiendo, así que podría haber sido un accidente y no suicidio. Nunca lo sabré —tragó aire. Darien estaba horrorizado, no sabía nada.
— Así que es más seguro no decir que amas a alguien, no confiarle a ellos tu corazón —dijo Serena.
— Confío en Darien. —Diamante le miró directamente y Darien sintió un poco de seguridad.
— Tú lo amas —dijo Serena—. Solo que no lo dirás. —
La respiración de Diamante se descompasó.
— Eres muy egoísta, Diamante —dijo Serena.
Él la miró airadamente.
— No soy un j0did0 egoísta. Soy la persona menos egoísta que conozco. —
— No en esto. —Serena se movió para sentarse sobre la cama al lado de Darien.
Darien tomó su mano.
— Déjalo estar, Serena. —
Ella sacudió su cabeza.
— Esto no va a funcionar si no eres honesto, Diamante. Si no me amas, no quiero mudarme. Es demasiado difícil a no ser que yo tenga tu corazón y tú tengas el mío. Yo asumí el riesgo. Ahora es tu turno. —
El dolor se reflejó en los ojos de Darien. Serena había forzado esta confrontación y aunque él quería que Diamante contestara, Darien sintió que los muros se desmoronaban a su alrededor.
— Ven aquí —dijo Serena con voz tranquila.
Darien miró a Diamante. Después de un largo minuto Diamante dio un paso hacia ella. El corazón de Darien suspiró de alivio. Serena agarró la mano de Diamante y lo atrajo a la cama. Darien cayó a su otro lado.
— Podría torturarte —susurró Serena.
Al extenderse la sonrisa por la cara de Diamante, el corazón de Darien comenzó a latir más rápido. Diamante soltó una pequeña risita. Darien estiró de la toalla de la cintura de Diamante y la echó al suelo. Se acurrucó a su espalda y presionó su cara contra su cuello. Serena apretó por el otro lado. Ellos que quedaron tumbados entre los brazos enlazados.
— Está bien ser vulnerable a veces —susurró Serena—. Esto no te engrilleta a nosotros. Te ocultas, Diamante, y no hay ninguna necesidad de ocultarse de la gente que te ama. —
Serena esperaba no haber ido demasiado lejos pero había dicho la verdad.
Tenían que amarse mutuamente para que esto funcionara.
Miró fijamente a los ojos de Diamante y no vio distanciamiento. Él suspiró, se apoyó hacia adelante y le dio un beso tan profundo, que le robó el aliento de la garganta y un temblor de d€s€0 zumbó en su c0ñ0. Ella enganchó su pierna sobre ambos y Darien la c0gi0 por el talón.
Ya empapada con su crema, los engordados labios de Serena se abrieron a la hinchada p0ll@ de Diamante. Él empujó tan profundamente en ella, que parecía como si él hubiera alcanzado su garganta. Ella se esforzó por respirar. Las sensaciones que recorrieron su cuerpo dominaron todo excepto la necesidad de c0rr€rse, pero contuvo el impulso. Él abrió su boca y Serena dio una sacudida casi imperceptible de su cabeza y echó un vistazo a Darien. Diamante dio una cabezada diminuta y ella rió. Ella no debía ser la primera en oír las palabras.
—¿Arriba o abajo? —Diamante preguntó.
— Abajo, pero no me aplastéis —dijo Serena.
—¿Qué? ¿Nuestros delgadísimos cuerpos? —dijo Darien.
Diamante hizo rodar a Serena para ponerla bajo él, su p0ll@ todavía encajada dentro de ella. Él se apoyó sobre sus brazos y presionó sus rodillas en el colchón.
— Estás tan mojada y suave—susurró Diamante. Serena apretó sus múscül0s pélvicos y él gymi0, luego se rieron—. Y apretada —añadió.
Ella vio a Darien extender lubricante sobre su p0ll@, untando toda su longitud y luego limpió sus dedos en la hendidura del tr@s€r0 de Diamante. Cuando presionó contra el @n0 de Diamante, Serena sintió el cambio en el cuerpo de éste. Ella puso sus piernas sobre las c@d€r@s de Darien mientras él comenzaba a empujar despacio.
Cuando Darien se introdujo en Diamante, Diamante metió su p0ll@ más profundo en Serena, estirando sus múscül0s apretados y haciéndole gemir. Su clit0ris palpitó, ya engordado, €xcit@d@ la c@pücha por la sedosa corona de bello de alrededor de su p0ll@. Dos caras la miraron, todavía mojadas por la ducha, y un líquido d€s€0 brillante inundó su c0ñ0. Darien se movió más dür0 y más rápido en Diamante, quien introdujo de golpe su p0ll@ más dür0 y más rápido en Serena. Darien gymi0 contra el cuello de Diamante y Diamante cambió el ángulo de su empuje.
— Oooh, no pares de hacer esto —jadeó Serena.
Su hinchada p0ll@ había acariciado algún lugar diferente dentro de ella y los dedos de Serena arañaron la espalda de Darien mientras Diamante deslizaba sus brazos bajo ella para sostenerla. Diamante bombeó más y más rápido, conduciendo la longitud entera de su gruesa p0ll@ dentro y fuera, vez tras vez. Cada movimiento conducía a Serena hacia el cielo. Un cohete, esperando el momento de explotar.
— Darien, más dür0 —gritó Diamante—. Oh Dios. —
Con un rugido ruidoso, dio un último y rompedor empujón y su cuerpo se puso rígido, apretando brazos y piernas. A la vez que Darien se vaciaba en Diamante, Diamante se c0rri0 dentro de Serena como una explosión de agua, una corriente imparable de s€m€n le inundó el c0ñ0. El cohete de Serena finalmente se había detonado y estrellitas de colores explotaron d€tr@s de sus ojos, los destellos relampagueantes de felicidad eléctrica destrozando cada una de sus terminaciones nerviosas mientras ella lloraba de auténtica alegría.
Entonces ella se encontró entre ellos en vez de bajo ellos y la cubrían con besos, se cubrían el uno al otro con besos. Diamante agarró la cabeza de Darien.
— Darien —dijo Diamante— Te amo. Soy un es... —
Darien no dejó acabar a Diamante. Un par de labios se encontró con otro y Serena se vio aplastada en el medio. Ella nunca había sido más feliz.
Diamante la colocó encima y la besó dulcemente.
— Serena, también te amo. —
No, ella se equivocaba. Ahora, ella nunca había sido más feliz.

***Final!!!
Gracias a quienes me acompañaron con su lectura!!! No leemos pronto en otra adaptación!!!

Je hebt het einde van de gepubliceerde delen bereikt.

⏰ Laatst bijgewerkt: Oct 18, 2023 ⏰

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Serena en el medio (Adaptación) TERMINADAWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu