♡Capítulo 22♡

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Cuando Serena llegó al trabajo el lunes por la mañana, lamentó no haber c0gid0 un taxi como Diamante le había sugerido. Cada paso era un esfuerzo. Le dolía todo después de haber caminado veintiséis millas por una buena causa, le habían dado agujetas en las piernas después de aquella sesión de maratón en el gimnasio cuando había intentado sacarse a Zafiro de la cabeza, pero nunca su cuerpo se había sentido tan... asombrado, tan sobresaltado. Estas son las palabras más adecuadas, pensó Serena. Su pobre cuerpo no sabía lo que lo había golpeado. Sonrió de par en par, porque su cerebro sí lo sabía. Dos tipos en forma, c@li€nt€s. Le consolaba saber que ninguno de ellos tampoco andaba derecho. Serena sonrió abiertamente. Iban a tener que bajar el ritmo o estarían muertos en una semana.
Serena empujó para abrir las puertas de cristales y sonrió al tipo de seguridad sentado en el escritorio. Estaba feliz. Había pasado mucho tiempo desde que se había sentido tan contenta. Incluso ver a la Víbora en el trabajo temprano y nadie más en la oficina para diluirla, no estropeó el humor de Serena.
— Buenos días —dijo Serena.
— Ah, Serena. Una cosa. —
Serena inhaló un aliento más de felicidad, por si acaso. Se acercó despacio al escritorio de su supervisora.
— Grabadora —dijo la Víbora y estrechó los ojos—. Falta una. —
— Sí, la tomé prestada —dijo Serena inmediatamente—. Lo siento. Sé que no debía pero esto era importante. —
—¿Para qué la necesitaba? —
Varias excusas revolotearon por el cerebro de Serena. Todas ellas mentiras, pero al final dijo la verdad.
— El hombre que me acusó de dañar su coche está como acechándome pero nadie me cree — lo siento, Diamante y Darien —. La próxima vez que hable conmigo, quiero grabarlo para poder demostrar lo que está haciendo. —
Serena rec0gi0 su bolso y sacó la delgada máquina negra.
—¿Ya lo ha hecho? —
Serena sacudió su cabeza.
— He logrado evitar estar a solas con él. —
—¿Él todavía la molesta? —
¿Lo hacía?
Serena no podía creer que Zafiro se rindiera.
— Probablemente. —
La Víbora devolvió la máquina a Serena.
— Quédesela por ahora. —
Serena se quedó con la boca abierta.
— No la rompa o tendrá que pagarla. —
— Gracias —dijo.
— Si necesita un lugar para quedarse, tengo una habitación libre. —
El corazón de Serena se enc0gi0.
— Ah, no, pero gracias, Marie. Es realmente amable. —
 
Cada documento que Serena abrió fue como una brisa. Trabajó como una posesa. Incluso las complejidades de las calderas de combinación no la desconcertaron, aunque la aburrieran. Apenas podía creer su suerte cuando vio que el siguiente trabajo era traducir al griego, para uno de los principales editores británicos, una novela erótica titulada 'Majikal'. Una historia sobre dragones, demonios y cazadores de sueños y Serena quedó enganchada desde la primera página. Cuando Sabine, Eduardo y Natalia fueron a almorzar, Serena se quedó en su escritorio.
Mientras la Víbora estaba fuera de la oficina, Serena encendió su móvil. Una llamada de su madre, tres de Hotaru, un sms de Darien y uno de Diamante.
>>>Hola, Gatita. Me duele por todas partes. ¿Podemos hacerlo otra vez? Besos Diamante".
Serena se rió.
>>>Hola, Hermosísima. Te hecho de menos. Amor, Darien. Besos—Besos—Besos."
Serena quería decirles a todos lo feliz que estaba, pero no podía.
 
Compartir su cuerpo con dos tipos estaba muy por debajo de la línea de respetabilidad de lo que se podía contar a la gente. Serena sabía lo que la llamarían. Guarra, furcia, püt@. Peor. Darien con sus orígenes de policía tenía que ser ultra—cuidadoso. Diamante estaba en un trabajo prominente y no podía permitirse ningún escándalo. Mientras Serena viviera con ellos en su apartamento, eran simplemente tres amigos que compartían alojamiento, pero demostrar su cariño abiertamente como trío sería ir pidiendo problemas.
De ninguna manera su madre aceptaría que Serena se viera con dos hombres.
Nunca.
Serena adivinó que la llamada de su madre sería sobre Diamante.
— Hola, soy yo —dijo Serena.
— Hola, querida. —
Serena apretó los dientes. No podía recordar la última vez su madre la había llamado querida.
—¿Lo pasaste bien el sábado por la noche? Te marchaste sin decir ni adiós. Quería pedirte a ti y a tu joven que vinierais a almorzar ayer. —
— No estamos en esa etapa de la relación —dijo Serena, sabiendo que su tono era más agudo que lo que debería ser.
—¿Ninguna boda doble entonces? —su madre rió.
— No —Serena se clavó los dedos en su brazo para evitar decir alguna fresca sobre Zafiro.
— No creo que hubiera necesidad de que te fueras de tu apartamento. —
—¿No? —
— Si tienes un encantador joven... —
— Perdona, Mamá. Tengo una llamada de trabajo comunicando. —
Serena la cortó. Ahora solamente tenía que soportar una llamada a Hotaru sin llamar a Zafiro bastardo con mi€rd@—en—vez—de—sesos, y todos estarían bien.
— Hola, Hotaru. ¿Querías algo? —preguntó Serena.
— No tuve la posibilidad de hablar contigo el sábado. Tu tipo se veía agradable —Hotaru esperó que Serena dijera algo, pero Serena no dijo nada—. Er, Zafiro y yo nos preguntamos si os gustaría salir a comer. —
— No. —
Serena se imaginó a Hotaru exhalando.
— No hay ninguna necesidad de comportarse así. No somos nosotros los que nos estamos comportando mal —soltó Hotaru.
— No me estoy "comportando" de ninguna manera. Me preguntaste si queríamos salir a comer y dije que no. —
— Tendrás que aceptar a Zafiro tarde o temprano. Él va a ser parte de la familia. —
—¿Estáis todavía en mi apartamento? —
— Sí. —
Serena presionó el botón rojo y luego apagó el teléfono. La vida era demasiado corta para hablar con idi0t@s.
Hizo una pausa en su traducción de la novela erótica y en cambio comenzó una lectura rápida en griego cuando su teléfono de oficina sonó.
—¿Señorita Shelton? —
— Sí. —
— Soy Archie Miles, del Seguro Rapidline General. Le llamo con relación al daño en el Porsche de nuestro cliente. —
El estómago de Serena huyó bajo su escritorio y se escondió.
— Mientras entendemos que el Servicio de la Fiscalía de la Corona no va a perseguir un caso contra usted, le llamo para informarle que esto se ha convertido en un asunto civil. El coste de repintar el coche ha sido tasado en tres mil doscientas veinte libras. —
Una carta ha sido enviada a su dirección de casa solicitando el pago dentro de veinte días o nos obligará a entablar un pleito.
— Yo no lo hice. —
— Bien, entonces sugiero que contrate un abogado y le veremos en el tribunal. Buenos días, señorita Shelton. —
Serena puso el teléfono en su sitio con mano temblorosa. Ah j0d€r.
El buen humor arruinado a la hora del almuerzo. Tenía el dinero para pagar la nueva pintura, pero ¿por qué demonios tenía que pagarlo?
Por otra parte, contratar un abogado y perder podría costar más que la j0did@ reparación. Se lo podía preguntar a Diamante pero él no era ese tipo de abogados.
Serena suspiró. No era justo. Ella miró su bolso.
Pensó en lo que había dentro, cómo podría usarlo y c0gi0 el teléfono.
Entonces devolvió de golpe el teléfono a su sitio y abrió su bolso. Tal vez la vida sería amable y él diría algo €stüpid0 ahora mismo. Serena presionó el botón para registrar, comprobado que funcionara y luego marcó.
—¡Hola Serena! —
Incluso su voz la hacía enc0g€rse.
— Zafiro. —
—¿Y a qué debo el pl@c€r de esta llamada? —
— Acabo de hablar con tu compañía de seguros por teléfono y me pide más de tres mil libras para pagar por un daño que no causé. —
— Bueno, en realidad conseguí tres presupuestos. Éste era el más barato. —
— Pero tú sabes muy bien que yo no lo hice. —
—¿Yo? —
J0d€r. Serena debería haber estudiado esto detenidamente, haber planeado la conversación.
—¿Por qué estás haciendo esto? —preguntó.
— Ya sabes por qué. —
— Explícalo otra vez. —
— Porque destrozaste mi coche. —
Mi€rd@. No era la respuesta que necesitaba.
— Quiero verte —dijo él—. Podemos aclararlo. —
— Bien. —
Serena quería también a Hotaru allí, pero él no diría la verdad con su hermana cerca.
— Esto está siendo un poco demasiado fácil, Serena. —
— No tengo tres mil libras —soltó ella.
Zafiro se rió.
— Bien. Seis treinta. Westies en la Calle Conault en Soho. ¿Lo conoces? —
— Lo encontraré. —
Serena cortó la conexión y telefoneó a Darien. Tuvo que dejar un mensaje de voz pero le dijo cuándo y dónde iba a encontrarse con Zafiro y lo que tenía intención de hacer.
Cuando Serena giró la esquina en la Calle Conault, suspiró y luego exhaló.
Abrió su bolso, metió la mano y conectó la grabadora.
Esperaba que dejar la cremallera del bolsillo de arriba fuera bastante para rec0g€r las palabras incriminatorias que iba a intentar que Zafiro pronunciara.
Serena bajó la calle hacia Westies. Parecía un café jamaicano. Las mesas y sillas estaban colocadas fuera y el local estaba a tope. Esto la tranquilizó.
 
Estaba aproximadamente a catorce metros de distancia cuando un coche se le acercó rápidamente y la ventanilla se deslizó hacia abajo.
—¡Eh!, Serena. No hay ningún sitio para aparcar. Entra e iremos a otra parte. —
Ah mi€rd@, Serena pensó. ¿Qué diablos iba a hacer ahora?
— No puedo estar mucho tiempo porque Hotaru me ha llamado —dijo Zafiro—. Necesita que la recoja de una reunión en su escuela. No me gusta tenerla esperando en aquel vecindario. —
Porque podría ser atacada y esto también sería culpa de Serena.
Todo gritaba: no te subas a su coche, pero ella lo hizo.
Zafiro arrancó antes de que ella se hubiera puesto el cinturón de seguridad.
Serena lo enganchó en su sitio mientras él daba la vuelta a la esquina. A menos de veinte metros de distancia había un estacionamiento libre.
— Allí —dijo ella, señalándolo.
Él pasó de largo.
— Creo que en este barrio tienden a arañar los vehícül0s. —
Serena se ofendió por la indirecta.
—¿Por qué te preocupas? Supongo que esto es un coche de cortesía. —
El pequeño tres puertas era demasiado humilde para un cretino pretencioso como Zafiro. Serena vio apretarse su boca.
— Tú sabes cuánto amo aquel Porsche. No entiendo cómo pensaste que podrías haberte salido con la tuya. —
— Corta esa mi€rd@, Zafiro. Tú y yo sabemos que lo hiciste tú mismo —
Él la miró
—¿Por qué c0ñ0 le haría yo eso a mi coche? ¿Por qué querría yo ser un hazmerreír? —
Un pequeño resquicio de duda comenzó a abrirse paso en la confianza de Serena.
— Lo hiciste para meterme en problemas, entonces podrías intervenir y librarme de ello. Yo estaría tan agradecida de que contaras a la policía que no querías que ellos persiguieran el caso... —
— Cierra el pico, idi0t@. —
Ella necesitaba que él lo dijera. Sentía su teléfono vibrando en su bolso, pero no se atrevió a sacarlo.
—¿Tú qué? —preguntó él.
— Dímelo tú. —
Pero él no hizo. Serena se mordió el labio inferior. La máquina estaba grabando aire vacío.
—¿Qué quieres, Zafiro? ¿Qué puedo hacer para hacer desaparecer todo esto? ¿Para hacerte desaparecer? —
— Para empezar, paga la reparación de mi coche. —
Serena pensó que estaría bien dispuesta a hacerlo si él desapareciera.
—¿Qué más? —
— Tú en mi cama una vez a la semana haciendo todo lo que quiero que hagas. —
Lo pilló. La carne de gallina estalló sobre el cuerpo de Serena como si la hubieran echado a un nido de serpientes.
—¿Qué consigo a cambio? —
— Dejaré a Hotaru. —
Por favor, que esto se esté grabando. El teléfono vibró otra vez.
— Explícame esto porque realmente no entiendo por qué lo haces. —
— J0d€r, porque tú dijiste NO —él gruñó las palabras y Serena se acercó más a la puerta—. Tú me deseaste aquella noche. Lo sé y tú lo sabes. No puedes apagarme como un interruptor. —
— Eso fue un error —
<No dejes de grabar.>
— Me chüp@ste la p0ll@. Una verdadera súper mamada. ¿Por qué la harías si no me deseabas? —
J0d€r, j0d€r, j0d€r.
— Para deshacerme de ti. Pensé que ibas a vi0l@rme. —
Él se rió.
— Eso sería un juego interesante para jugar juntos. Más diversión si te resistes. Tú vas a hacer mis fantasías realidad y cuando yo haya tenido bastante de ti, entonces habremos terminado. —
Él se dirigió a un área de aparcamiento subterráneo y Serena se sentó tiesa de golpe.
— Pensé que íbamos a rec0g€r a Hotaru. ¿Dónde estamos? —ella no había estado prestando atención.
— En mi casa. Podemos comenzar esta noche. Hotaru puede esperar. Si cooperas, prometo que la abandonaré para siempre. —
Serena intentó hacer retroceder la ola de pánico.
—¿Cuánto tiempo vas a hacerme hacer esto? —preguntó.
— Hasta que quiera. —
Serena mantuvo agarrado su bolso en la mano. En un momento, él iba a quitarle el móvil. Con todo lo que era, no era €stüpid0. Zafiro bajó la rampa y se dirigió a un hueco de aparcamiento. Antes de que el coche hubiera dejado de moverse, ella soltó su cinturón y saltó del coche. Las rodillas de Serena se rasparon por el hormigón pero se puso de pié y corrió hacia la rampa.
¡Zapatos inc0rr€ctos! Esas cosas se le salían de los pies. Demasiado frenética para librarse a patadas de ellos, demasiado torpe para c0rr€r con ellos, Serena tropezó.
Una mano en el cuello de su chaqueta y ella chocó con el p€ch0 de Zafiro. Él le puso un brazo alrededor de la garganta, otro alrededor de su cintura y la arrastró. Su bolso estaba todavía enganchado alrededor de su brazo, con su móvil dentro, más importante ahora que la máquina de grabación. Serena cavó sus dedos en su brazo, intentando aflojar su apretón sobre su garganta pero respirar se convirtió en un problema y comenzó a resollar.
— Ahora, ¿vas a ser sensata o €stüpid@? —susurró Zafiro en su oído—. Sensata no dolerá, €stüpid@ sí. —
Serena dejó de luchar.
— Mucho mejor. Una hora en mi cama y puedes marcharte. Creo que empezaremos con la fantasía de la vi0l@ci0n. Te ataré. —
Serena intentó ignorar la dura cresta apretada contra su tr@s€r0.
Cuanto más luchara, más se €xcit@ría él. Dejó caer las manos, su cuerpo flácido y Zafiro relajó su agarre. Una patada en la espinilla con su talón, un codo en el p€ch0 y Serena corrió.
Vio brillantes luces cegadoras, pero no vio el coche hasta que se deslizó por encima de la capota.

***Hasta los siguientes capítulos!!!

Serena en el medio (Adaptación) TERMINADAWhere stories live. Discover now