♡Capítulo 2♡

66 8 0
                                    

El corazón de Diamante palpitaba tan fuerte en su p€ch0, que sus costillas dolían por el esfuerzo de detener el órgano saltando en los brazos de la mujer. El momento en el que había visto su pierna larga y d€snüd@ bajando sobre la cerca, la había querido. El hecho de que ella hubiera resultado ser tan sensible a sus dedos como el papel de seda tocado por la llama, había convertido su p0ll@ en una barra de hierro. Aquella astilla de madera en su tr@s€r0 le había hecho querer romper la m@ldit@ cerca en pedazos por atreverse a hacerle daño. Ella no se parecía en nada a una gata pero era linda como una gatita, ojos grandes con la piel más suave. Diamante quería sob@rla y acariciarla y abrazarla mientras ella ronroneaba en sus brazos.
Él entró en el dormitorio y encendió la luz. Ella estaba de pie en la ventana retirando las cortinas, y se dio la vuelta para mirarle. Sus ojos eran asombrosos, de un celeste oscuro con motas castañas, bordeados por pestañas oscuras y espesas. Su pelo tenía varios matices de rubio, un poco como el suyo, y cortado en un estilo que la hacía parecer como si acabara de salir de la cama. Diamante se pasó los dedos por el pelo y sonrió abiertamente.
Ella se quitó el vestido por la cabeza y sonrió. Ah, j0d€r. Y él que había pensado que ella podría necesitar un poco más de p€rsu@sión.
El sujetador rojo que hacía juego con aquellas br@g@s rojas rasgadas.
S€n0s alegres y un escote que él quería j0d€r. Dios, como si su p0ll@ necesitase más estímulo. Diamante suspiró cuando sus p€l0t@s se apretaron. Ella era alta y delgada, justo lo que le gustaba. Sus piernas eran eternas. Él imaginó que sus tobillos se envolvían alrededor de su cuello mientras él la f0ll@ba sin sentido, y su v€rg@ gruñó con impaciencia.
Diamante esperaba como el infierno que ella no buscara delicadeza y s€x0 lento y suave. Aunque él era más que capaz de eso, el s€x0 lento no era lo que necesitaba en aquel momento. Ni ella, suponía.
Sus labios estaban ligeramente abiertos y él podía ver la punta de su l€ngü@ recorriendo sus dientes superiores. Su l€ngü@ se movió por el borde de su boca y se l@mi0 el labio superior. Ella tembló. Él también.
Mi€rd@. Estaba actualmente conectado para rápido y furioso. Si no la tenía en los próximos dos minutos, se deshonraría y se c0rr€ría en sus pantalones. Ya podía sentir una mancha mojada en la punta de su p0ll@. Lento y cuidadoso podría venir más tarde. Diamante dio un paso hacia ella. —¿Tienes un c0nd0n? —preguntó ella.
J0d€r, mi€rd@ y c0j0n€s.
— No te muevas —dijo él—. Ni un centímetro. Ni siquiera sonrías hasta que yo vuelva. —
Diamante probó en el cuarto de baño al otro lado del rellano de la escalera. Su p0ll@ se esforzó por escaparse, impulsándole a apresurarse. Presionaba tan fuerte por salir de sus pantalones que bastante pronto tendría un fantástico tatuaje de la cremallera metálica por toda la longitud de su p€n€. Diamante buscó en el botiquín d€tr@s del espejo, esperando que su cuñado tuviera una reserva enorme de gomas. Nada. Mi€rd@. Whoa, ¿equipo de embarazo? ¿Kelly estaba intentando tener otro bebé después de aquel monstruo que ya tenían? Diamante sacudió el pensamiento de su cabeza, esperando que eso no significara que iba a tener mala suerte sobre los c0nd0n€s, y bajó hasta el armario debajo del lavabo.
Esto no iba a pasar sin un c0nd0n. Él nunca corría esa clase de riesgo. Diamante exhaló un enorme suspiro de alivio. Un paquete sin abrir de doce en varios sabores. Tal vez sería realmente afortunado. Su p0ll@ trató de asentir en acuerdo pero estaba demasiado confinada.
— No te preocupes, chico. No tardaré mucho. —Diamante se estremeció. ¿Desde cuándo le hablaba a su p0ll@? ¿Y le daba un nombre?
De vuelta en el dormitorio, Miss Tentación estaba de pie exactamente donde él la había dejado, sólo que la luz principal estaba apagada y una lámpara de noche encendida.
— Te moviste. Te dije que no te movieras —dijo él en un gruñido.
— Tengo asombrosos poderes mágicos. No tienes ni idea. —
No, él no la tenía, pero pronto la tendría. Una oleada de alivio recorrió a Diamante porque ella no se había largado. Lanzó la caja de c0nd0n€s en el mueble al lado de la cama y la llamó con el dedo.
— Ven aquí. —
Ella puso las manos sobre sus encantadoras c@d€r@s. —¿Qué tal si vienes tú? —
Diamante se rió. Ella se ponía más atractiva por segundos. No la debilucha que podría haber sido, trepando por una cerca, él adivinó, para escapar de un tipo, sino una s€nsü@l tentadora. Él comenzó a desabotonarse la camisa y miró cómo sus ojos seguían la trayectoria de sus dedos. Diamante quiso arrancársela y lanzarse sobre ella pero se obligó a reducir la velocidad y tomarse dos segundos en vez de uno.
Cuando sus dedos desabrocharon el botón de sus pantalones, la punta de la l€ngü@ de ella chasqueó entre sus labios y él tuvo que apretar la base de su p0ll@ para evitar c0rr€rse. Diamante dejó de mirarla.
Era el único modo que tenía de hacerlo fuera de su ropa. Se quitó los zapatos con los dedos del pie, se quitó los calcetines y dejó caer los vaqueros. Su p0ll@ se estiró dentro de sus boxers y él gymi0.
Oyó que ella exhalaba un tembloroso aliento y alzó la mirada.
Ella le miraba fijamente, no a la impresionante tienda de campaña en sus calzoncillos, ¡Vale!, eso influía, sino a su cara, y Diamante sintió que algo cambiaba dentro de él, un cambio que le hacía querer realizar una necesidad física hacia algo más allá. Él no se emocionó. Ni su cosa. Pero se quedó allí de pie, examinando sus ojos, incapaz de apartar la mirada. ¿Esto era lüjüri@, verdad? ¿Cómo podría ser algo más?
— Ven aquí —dijo y vio la sonrisa satisfecha en su cara.
— Oblígame. —
Dos segundos más tarde ella estaba acostada boca arriba a través de la cama y él estaba encima de ella, sus piernas a ambos lados de las de ella, apoyado en sus antebrazos para evitar aplastarla.
— Demasiado fácil —susurró él.
— Sólo porque te dejé. —
Diamante sonrió. —¿El tr@s€r0 bien? —
— Todavía allí. —
Los brazos de ella descansaban en sus hombros y dedos suaves y ardientes amasaban los múscül0s de él. Ella había deslizado sus piernas para envolverlas alrededor de las suyas y había enganchado sus talones sobre sus pantorrillas, de modo que los müsl0s de él estaban entre sus c@d€r@s, su p0ll@ dura contra su vientre. Él la quería d€snüd@. Diamante se levantó sobre sus manos y ella tiró de él, presionando sus labios contra los suyos. Estaba perdido. Ella olía tan dulce, a flores, lluvia de verano y luz del sol, y su sabor hizo que su cabeza diera vueltas. La l€ngü@ de ella trazó un mapa de su boca, provocando en cada espacio, recorriendo sus dientes, explorando cada pendiente y borde y Diamante contempló su cara mientras ella le besaba, gustándole el modo en que sus ojos revolotearon bajo los párpados. El permitió que ella alimentase la p@si0n cada vez mayor hasta que el macho alfa en él se hizo cargo.
Su l€ngü@ se agitó en la boca de ella, siguiendo un ritmo que él emparejó con sus c@d€r@s, meciéndose contra las de ella, moviendo su p0ll@ con loca frustración. Diamante quería f0ll@rla tanto que su cabeza, sin mencionar sus p€l0t@s, amenazó con reventar de d€s€0. Las manos de ella se deslizaron dentro de sus b0x€rs y agarraron su tr@s€r0, los dedos tan cerca de su hendidura, que él tuvo que morderse la exigencia para que ella presionase más profundo. Las c@d€r@s de ella se alzaron hasta besar las suyas mientras él galopaba en las de ella. Su mano se movió hasta su p0ll@ y el control de Diamante se rompió con una fuerte vibración. Oh Dios, a esta velocidad, él ni siquiera necesitaría un puñetero c0nd0n. Diamante rodó y se bajó de un tirón los b0x€rs, dejándolos a un lado antes de que se estirara sobre ella otra vez. —¿Me has echado de menos? — preguntó él.
Ella se rió y él quiso capturar su pl@c€r, almacenarlo en su corazón. El áspero encaje era un poco interesante, arrugándose contra su eje, pero él necesitaba un c0ñ0 c@li€nt€ y apretado.
— Sujetador fuera —dijo y se movió, así ella podría levantarse.
Ella se llevó las manos a la espalda y él la detuvo.
— Déjame.—
Un tirón y el cierre se abrió. Había pasado un tiempo y Diamante se alegró de que no hubiera perdido su toque. Retiró el material de sus s€n0s y soltó un profundo suspiro. Globos suaves, redondeados, más pálidos que el resto de su cuerpo. ¿Demasiado tímida para tomar el sol en topless? Quizás ninguna oportunidad. No la dejaría llevar un bikini en la parte de arriba. La querría d€snüd@ a su lado, tumbada al sol, absorbiendo los rayos así siempre que él quisiera podría inclinarse y besar sus p€z0n€s. Diamante quería jugar con ellos pero no podía esperar. Él le quitó las br@g@s y se permitió una mirada larga.
Dios, era magnífica. Rizos dorados, aparte de más tesoros, que eran suyos por toda la noche.
— Te necesito ahora —susurró ella.
Diamante quería ol€rl@, t0c@rla, l@m€rla. Quería que los múscül0s de ella abrazaran y apretaran sus dedos, su l€ngü@, su p0ll@. Quería enterrar su cara entre sus piernas y chüp@rla hasta que se corriera, gritando su nombre. Mi€rd@. Diamante apretó los dientes y ordenó a su s€m€n que se quedase justo donde estaba.
Nada de apresurarse bajando a los túneles oscuros hacia el nirvana porque la cosa no terminaría dentro de ella, sino sobre su p€ch0. Sólo que incluso eso sonaba bien. Sus s€n0s cubiertos de su s€m€n. Los dedos de ella en su cintura eran tan suaves, ella... Diamante trató de pensar en algo que le distrajese... y no pudo.
Él rompió la caja de c0nd0n€s, esparciéndolos sobre la cama.
Agarrando el más cercano, Diamante lo rasgó y el caucho se cayó. ¡J0d€r!
Entonces estaba entre sus dedos y ella estaba tocando su p0ll@, acariciándole, enfundándole. Su v€rg@, vestida y lista para la acción, ya estaba empujando en sus pli€gu€s sedosos sin que Diamante fuese consciente de lo que hacía.
Un cambio de sus c@d€r@s debajo suyo, un empuje de sus c@d€r@s sbore ella y él se deslizó dentro, directo, profundo y deseó permanecer allí, lamentó que no fuese 10 pies de largo y ella 9 pies de hondo. Ella estaba c@li€nt€ y apretada y mojada y aún a través del m@ldit0 c0nd0n ella se sentía absolutamente perfecta.
— Oh Dios, te sientes tan bien —Diamante hizo una mueca ante el temblor de su voz—. Tengo que disculparme antes de que trate siquiera de moverme. Tómate como un cumplido el que no vaya a durar más de diez segundos. La próxima vez iré lento, lo prometo. —
Ella movió la mano de su hombro para rec0rr€r con un dedo a lo largo de la costura de sus labios y él casi se deshizo sin moverse. Los diez segundos estaban ya en la cuenta atrás. Su p0ll@ jadeó dentro de ella cuando él comenzó a moverse. Diamante logró dos p€n€tr@ciones y retiradas lentas y se hundió. Él sólo podía hacerlo rápido.
Las c@d€r@s de ella se elevaron para encontrarse con las suyas y él empujó en ella con tal fuerza impulsora, que se sacudieron encima de la cama. Diamante era débilmente consciente de agarrar sus hombros, tratando de mantenerla en el lugar pero sus c@d€r@s estaban fuera de control, la frycci0n urgente era tan aplastante y agradable, que se perdió en su servidumbre. Demasiado rápido, pero se sentía tan bueno. Él bajó la cabeza y su boca arrastró una línea húmeda por su garganta mientras empujaba en ella. Había un frenesí salvaje en su ritmo y Diamante olvidó todo, excepto lo que necesitaba en aquel momento... que era a ella, f0ll@rla, llenarla con su crema, conducirse tan profundamente dentro de ella que no hubiera nada más de él o ella, sólo un organismo. Ella tiró de él más profundo, su múscül0s apretándose alrededor de él, tan fuerte que era casi doloroso.
El 0rg@sm0 vino de algún sitio d€tr@s de sus ojos, un punto agudo que se transformó en pl@c€r mientras se disparaba a través de su cuerpo. Fuego líquido bajó ardiendo por sus mi€mbr0s, concentrado en su ingl€. Ella gritó debajo de él, sus múscül0s apretando su p0ll@, lanzando un grito que resonó desde su garganta.
Él €y@cül0 dentro de ella, sintió cada chorro de su s€m€n volando desde la punta de su p0ll@. Cuando el último delicioso espasmo se desvaneció, cayó sobre ella y lo que más lamentó Diamante no era que él se hubiese corrido tan rápido, sino que hubiese tenido que llevar un c0nd0n porque sintió la compulsion de marcarla como suya.
Cuando él pudo moverse, y se necesitaron varios segundos, se deslizó al lado de la cama. Se libró del c0nd0n en un pañuelo de papel y se recostó para estar enfrente de ella, poniendo su mano plana sobre su vientre. Su cuerpo estaba bañado en la luz suave, su cara enrojecida con la €xcit@ción.
— Por favor, dime que no te hice daño —dijo él—. Sentí que saltaba de un trampolín. No tenía ninguna opción una vez que mis pies estuvieron en el aire. —
Ella sonrió.
— Eso no fue un planchazo —
. No, fue una caída en picado directa hacia la felicidad. —¿Cómo está tu tr@s€r0? —
— Voy a enmarcar aquel trozo de madera. —
Diamante se rió entre dientes.
— No, yo voy a enmarcar aquel trozo de madera. —
Él trazó la línea de su clavícula con el dedo y después con sus labios. Sintió que los temblores corrían por el cuerpo de ella. A él le gustó que tuviese el poder de hacer eso. —¿Cómo te llamas? —preguntó él.
— Serena. —
— Soy Diamante, pero normalmente me conocen como Diamante. —
— Encantada de conocerte, normalmente conocido como Diamante. —
Él pellizcó su pequeño p€z0n.
— De modo que, mientras esperamos que mis temblorosos mi€mbr0s recuperen un poco de control muscular, ¿vas a decirme por qué subiste sobre la cerca, te escondiste bajo la tapa de una piscina infantil y fingiste ser un gato? —
Serena suspiró. —¿Conoces esas latas que no deberías abrir, las que tienen Gusanos? —
— Como la de los pescadores. Me gusta bastante pescar. —
— Apuesto que nunca has estado cerca de una caña de pescar en tu vida. —
— Deja de intentar cambiar de tema. Quiero saber por qué estabas lo bastante desesperada como para arriesgarte a subir por una cerca desvencijada. ¿Quién era esa pareja que te buscaba? —
Toda la desgraciada historia burbujeó dentro de Serena. Se había esforzado tanto por mantenerlo reprimido, dejar de pensar en ello, pero sobre todo dejar de explicar el modo que ella se sintió porque nadie la creyó. ¿Por qué debería este tipo ser diferente? Abrió la boca y luego la cerró otra vez. Él pensaría que estaba loca.
Él le hizo cosquillas bajo la barbilla.
— Dime. —
Pero Diamante no la conocía. No conocía a Zafiro, el baboso campeón del babosobol. No había ninguna razón para que Diamante no le creyera mientras que no se dejase llevar y comenzase a balbucear como una lunática delirante.
Los dedos de Diamante recorrieron sus costillas.
— Escúpelo, mujer. Necesito distraerme durante un momento para poder recuperarme después del rápido esfuerzo —hizo una pausa—. Aunque noté que yo no fui el único rápido. —
El calor ardió en la cara de Serena. A ella le gustaría haberle dicho que era la vez más rápida que se había corrido considerando que ya había tenido un 0rg@sm0 explosivo en la cocina.
—¿De quién huías?
Ella respiró hondo.
— De mi hermana pequeña Hotaru y su novio Zafiro. —
Él esperó a que ella continuara. Serena hizo otra imitación de un pescado. Boca abierta. Boca cerrada. —¿Y ellos tienen el virus Éb0l@? —preguntó Diamante.
Ella lamentaba que Zafiro no lo tuviera.
— Zafiro es supuestamente mi antiguo novio. —
—¿Supuestamente? —
— Él dice que lo era. Hotaru piensa que lo era. Mis padres piensan que lo era y así como lo hacen algunos de mis llamados amigos pero, en realidad, nunca salí en una cita con él. —
Diamante ahora parecía intrigado y se inclinó sobre el codo.
<No sueltes todo esto. Parecerás patética. >
Serena presionó los labios juntos.
— No te atrevas a detenerte ahora. Esto es mejor que la TV. ¿A qué demonios está jugando? —
Serena deseaba saberlo.
— Venga. ¿Cómo empezó todo esto? —
— Vale. No olvides que fuiste tú quien preguntó —ella se metió el brazo bajo la cabeza—. La primera vez que vi a Zafiro fue hace aproximadamente seis meses, parado en la cola del cine. Yo estaba sola porque era una película de miedo de vampiros y nadie iría conmigo. Tiendo a chillar. —
Ella le miró pero él contuvo la risa.
— Zafiro comenzó a charlar, sólo cosas corrientes sobre lo largo de la cola, el tiempo, el tráfico. Era un poco demasiado insistente. Me hizo sentir incómoda. Después de comprar mi entrada, fui al lavabo, luego compré una bebida... en otras palabras, le había dado mucho tiempo para que tomase asiento, pero momentos después de que yo me hubiese sentado, él vino y se dejó caer a mi lado. Había esperado para ver dónde iba a sentarme. —¿Tal vez había ido al lavabo y había comprado una bebida y estaba sólo siendo simpático? —
Eso fue lo que sus amigos habían dicho.
— Me marché antes de que la película terminara en caso de que él estuviese pensando seguirme. Pensé que había sido lista pero al día siguiente estaba esperando fuera del lugar donde trabajo. Yo no le dije dónde era. —
Diamante frunció el ceño.
—¿Te había seguido? —
— Debió de hacerlo. A casa desde el cine y luego al trabajo al día siguiente. Cuando le vi en la calle, le encaré, le pregunté qué quería pero afirmó que era una coincidencia, que esperaba a alguien más. Una mentira. —
Diamante c0gi0 su mano y le apretó los dedos.
— Siguió apareciendo en el mismo lugar que yo y fingía que lo habíamos planeado. Actuó como si estuviésemos saliendo juntos. Envió flores a mi casa y al trabajo. Le dije que parase de seguirme, amenacé con ir a la policía y durante un tiempo no le vi. Entonces una noche, cuando regresé del trabajo, le encontré dentro de mi piso. —
— Mi€rd@. —
El ritmo del corazón de Serena brincó cuando ella recordó.
— Comencé a gritar y él puso su mano sobre mi boca. Me arrastró hacia el salón. La mesa estaba puesta, las velas encendidas. Había cocinado una puñetera comida. Parecía tan complacido consigo mismo. No tengo ni idea de cómo entró. No estaba segura de qué hacer. —
—¿Qué hiciste? —
Serena no estaba por decirle a Diamante exactamente lo que había pasado, lo que el miedo la había hecho hacer.
— Le persuadí para que se marchara e hice cambiar las cerraduras. Él continuó tropezando conmigo durante semanas. Finalmente fui a la policía y ellos le hicieron una visita —ella se rió un poco—. La policía dijo que Zafiro afirmaba que era yo la que le acosaba. En todo caso, todo esto se paró y pensé que había terminado. Entonces, hace un mes, yo estaba en casa de mis padres para el almuerzo del domingo y Hotaru llegó de la mano de Zafiro. —
— Ouch —Diamante frotó el pulgar alrededor de la palma de ella.
— Estaba tan impresionada, que no podía hablar. Me debatía entre el alivio porque él ya me dejaría en paz, y la preocupación de que él no era adecuado para Hotaru. Supuse que él salía con ella para observar o algo. Pero, por supuesto, Hotaru le adoraba, y él estaba en todas partes con ella y pensé que estaría bien. Hasta que averigüé que él había mentido y había dicho a Hotaru y Mamá y Papá que él había roto nuestra relación. Yo podría haber sido capaz de enfrentarme a esto. Entiendo el orgullo masculino pero Zafiro continuó diciendo que yo no le dejaba en paz, que yo le molestaba para que regresara conmigo. Eso me puso furiosa. —
Serena se estremeció cuando pensó en ello, la escena que había hecho, el modo que había gritado.
— Fue una cosa tan infantil de hacer, el tipo de mentiras que los muchachos cuentan en la escuela cuando no quieren parecer perdedores delante de sus amigos. —
Ella echó un vistazo a Diamante y él torció la boca en una sonrisa sardónica.
— He crecido —dijo él.
Serena dio un pequeño resoplido.
— Eres un tío, nunca crecerás. —
— Sigue hablando. Quiero saber lo que pasó. —
— Zafiro afirmó que estaba obsesionada con él, celosa porque prefirió a Hotaru. Cuando traté de explicar a Hotaru y a nuestros padres lo que él había hecho, especialmente todas las cosas escalofriantes, nadie me creyó. Si sólo les hubiera contado de antemano, pero no lo hice. No quise que se preocuparan. Peor aún, cuando las flores llegaron al trabajo, fingí que eran de un novio. —
—¿Por qué c0ñ0? —
Serena se erizó.
— Porque nunca había estado con un tipo que me enviara flores. Me gustaron. Sólo no me gustó que fueran de Zafiro. Créeme, si yo pudiera volver atrás y cambiar las cosas, lo haría. Él tergiversó todo lo que dije para hacerme parecer amargada y rencorosa porque él había querido a Hotaru y no mí. Puso a todos de su parte. —
Serena estaba dolida por el modo en el que su familia no la había creído, que todavía no la creía.
— Mamá y Papá le quieren. Él se ríe de las bromas de Papá, elogia la cocina de Mamá y trata a Hotaru como un ángel. Se comporta como el puñetero novio perfecto. El bastardo no podía hacer nada mal. —
Serena sintió su puño apretarse y entonces la mano de Diamante envolvió la suya, atormentando la tensión de sus dedos.
—¿Entonces cuál es el problema? Déjalos. —
Serena soltó una risa.
— Lo haría si pudiera, pero él no me deja en paz. Él aparece en el mismo lugar que yo y luego me acusa de acecharle. Me suplicó que fuese a su apartamento para hablar las cosas y contra mi mejor juicio, estuve de acuerdo. Cuando llegué allí, fingió que nunca me lo había pedido. Hotaru estaba de pie a su lado, medio fulminándome con la mirada, medio compadeciéndose de mí. —
Fue peor aún, pero Serena había dicho bastante. Medio lamentaba haber dicho algo.
— El tipo suena como si fuera el rey de los gilip0ll@s —dijo Diamante.
Serena sintió una oleada de esperanza.
—¿Me crees? —
— Por supuesto que sí.—
El alivio la inundó como si se hubiera hundido en un baño c@li€nt€.
— Él es un gilip0ll@s... pero bueno, algunas p0ll@s son divertidas —susurró ella.
Ella deslizó los dedos por la p@j@ de pelo  y enjuto en la ingl€ de Diamante y envolvió la mano alrededor de su gruesa p0ll@. Él lanzó un fuerte g€mid0.
— Creo que me prometiste lento —susurró ella y le besó bajando por su p€ch0 hasta que sus labios alcanzaron su p€n€.
— Oh Dios, eso sólo era si yo estaba a cargo, no tú. —

***Hasta el siguiente capítulo!!!

Serena en el medio (Adaptación) TERMINADAWhere stories live. Discover now