♡Capítulo 12♡

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Serena despertó de golpe. Durante toda la noche había dormido de forma irregular y no logró caer en sueño profundo, pero esta vez era como si algo la hubiera despertado. Levantó la cabeza y miró el reloj.
Las cuatro de la madrugada. ¿Sería Hotaru dando vueltas? Tal vez debería adoptar un gato y llamarlo Diamante. Serena sonrió. El apartamento estaba en silencio y se dio la vuelta hacia la ventana y se hizo un ovillo.
La mano sobre la boca vino tan rápido que no tuvo nada de tiempo para gritar, pero repartió golpes a diestro y siniestro, golpeó carne dura y continuó golpeando.
— Para —siseó Zafiro.
Serena sabía que "parar" era lo último que debería hacer, pero luchar contra un peso y una fuerza superiores era algo inútil, cada vez se sentía con menos fuerzas. Zafiro la sujetó y le metió a la fuerza algo suave en la boca, presionándolo dentro hasta que se le hincharon las mejillas y Serena pensó que se ahogaría. Movió con fuerza la cabeza de un lado a otro, intentando expulsar la mordaza pero no podía. Zafiro se arrodilló sobre sus müsl0s, presionó las manos contra sus hombros y se le puso encima. Ella sintió su €r€cci0n presionando fuerte entre sus cuerpos. Serena inspiró profundamente por su nariz, su corazón palpitando, la adrenalina vertiéndose por todo su cuerpo.
— Escúchame, püt@ —dijo Zafiro en voz baja—. Haz como digo y no le haré daño a Hotaru. —
Serena hizo un intento inútil de gritar. El pánico creció de tal manera que tuvo problemas para inspirar aire en sus pulmones.
—¿Quieres que deje a Hotaru y salga de su vida? —preguntó.
Serena dejó de luchar y le miró fijamente.
Zafiro sonrió.
— Bien, a no ser que cooperes, me voy a casar con ella y voy a hacer de su vida un j0did0 infierno. —
La cabeza de Serena empezó a darle vueltas intentando centrar la mente en lo que estaba pasando. Una pregunta le venía a la mente: ¿qué clase de cooperación? ¿Qué quería que hiciera? Tenía sólo una respuesta.
—¿Has visto qué fácil, Serena? Podría tomarte ahora mismo —susurró y rotó sus c@d€r@s contra las suyas, frotando la p0ll@ contra su vientre.
No sin luchar. En la pequeña parte de su cerebro que no estaba congelado por el terror, Serena se preguntó si algo bueno podría salir de esto, porque cuando fuera a la policía a decirles que la había vi0l@do entonces no habría ninguna duda de qué clase de tipo era. Le arañaría, le daría patadas, le mordería, le clavaría una estaca y lo m@t@ría.
— Pero no lo voy a hacer —susurró Zafiro—. Tú vendrás a mí y me pedirás que te f0ll€. Vas a pedirme que pegue mi gruesa p0ll@ en tu c0ñ0 y que te martillee hasta que grites. Y cuando lo hagas, cuando me lo pidas, entonces os dejaré a ti y a Hotaru en paz. —
La cabeza de Serena se sentía mal. ¿Falta de oxígeno? No podía pensar bien, sólo sentir su peso inmovilizándola, aplastando sus pulmones.
Zafiro bajó la cabeza y l@mi0 su garganta.
— Pero tal vez, tal vez no te dejaré a ti en paz —añadió y ella comenzó a temblar—. ¿Pensaste de verdad que podrías ganar este juego, Serena? Acabo de empezar. —
Se apartó de ella de un salto y salió de golpe de la habitación.
Serena sacó la mordaza de su boca y tragó aire de golpe por su garganta seca.
Había usado unas br@g@s suyas. Serena giró el cuello y la mandíbula, luego se puso de pié y volvió a colocar la cómoda delante de la puerta. Él la había empujado y ni lo había oído. Serena se dejó caer al suelo. Jesús, está loco. Está j0did@mente loco. Se rodeó con sus propios brazos y empezó a mecerse. ¿Qué diablos iba a hacer? No podía dejar a Hotaru casarse con este tipo. La había asaltado, así que podría llevarlo a la policía, pero ¿dónde estaban las pruebas? Unas contusiones y unas br@g@s mojadas de saliva. Se le reirían a la cara. Nadie había oído lo que le había dicho. Pero... pero... ¿y si tomaba prestada una de las grabadoras del trabajo y lo grababa amenazándola? Serena empezó a calmarse. Era una buena idea, un plan sensato que ya debería haber pensado. No podía permitir que este bastardo la venciera.
Serena dejó el apartamento antes de que Hotaru se levantara. No tenía ni idea de si Zafiro estaba todavía allí y no le importaba. J0d€r, sí, le importaba. Esa noche le diría a Hotaru que se fuera. Seguramente tendría alguna amiga con la que quedarse. Serena se imaginó la respuesta de su madre: ¿Ni siquiera le puedes ofrecer una cama a tu hermana durante unos pocos días? ¿Qué? ¿Y su mesa de cocina también? Tal vez Serena era la que tenía que encontrarse una amiga con la que quedarse, solo que ¿por qué c0ñ0 tenía que salirse de su propia casa? Entonces Serena pensó en Zafiro y cambió de idea.
Se fue a desayunar a un pequeño café y llamó a sus amigas.
Serena pensó que si les molestaba a la hora de prepararse para trabajar no les daría tiempo de inventarse una excusa.
Mal.
Tres motivos diferentes pero comprensibles. Mira tenía un niño enfermo. Jenny estaba en medio de un cambio de decoración. El cuarto extra de Alice ya estaba ocupado. Serena tuvo que admitir que se veía bastante patética no queriendo quedarse en el mismo apartamento que su hermana. Sabía que no hacía más que confirmar que estaba celosa de Zafiro. Estaba a punto de confesar que tenía miedo de él, pero ¿para qué? Pen había sido la gran esperanza de Serena, pero tenía a su hermano con ella. Ahora, mientras se dirigía a la oficina, Sabine era su última posibilidad.
— No, lo siento, pero no tengo ningún cuarto extra. Sólo un dormitorio, y el sofá es demasiado pequeño para que puedas dormir en él. —
La depresión cayó sobre Serena como espesa niebla.
— Bien, no importa. Era solamente una idea. —
La Víbora entró y las miró fijamente.
— Buenos días. —
— Buenos días —dijeron a coro Sabine y Serena. ¿Estaba Serena lo bastantemente desesperada como para pedírselo a su jefa? No exactamente, pero casi.
Aunque lo que sí hizo fue c0g€r una de las grabadoras y metérsela en el bolso.
Había un montón de grabadoras. La devolvería antes de que la echaran en falta.
A media mañana, cuando la Víbora hizo su visita prevista al cuarto de baño, 10:30 en punto, Serena comprobó si tenía algún c0rr€o electrónico de la agencia de contactos. No, pero había cuatro de Hotaru, uno de Zafiro j0d€r, ¿quién le había dado su dirección de c0rr€o electrónico? y uno de su madre.
Serena se estremeció y pulsó el más antiguo.
De: bethsweetiekins@rtinternet.com
¿Cómo has podido? Nunca te lo perdonaré.
Serena se preguntó que habría hecho ahora.
De: ellenshelton498@yippee.com
Llama a tu hermana inmediatamente. Estoy muy decepcionada contigo, Serena. Tendrás que pagar el daño.
 
Oh Dios, ¿qué daño?
De: bethsweetiekins@rtinternet.com
Eres una idi0t@. ¿Por qué no puedes alegrarte por mí?
<Porque él es un gilip0ll@s y tú una idi0t@>, pensó Serena.
De: bethsweetiekins@rtinternet.com Olvídate de ser mi dama de honor.
 
Finalmente una buena noticia. Pero Serena podía sentir el pulso palpitándole en la garganta, oía un eco resonando en su cabeza. Su dedo dio al mail de Zafiro, deseando borrarlo sin leerlo siquiera y a la vez preguntándose qué c0ñ0 estaba pasando.
De: Zafirokniveton@extell.com Te perdono.
Serena estrechó los ojos pero seguía sin saber qué pasaba.
De: bethsweetiekins@rtinternet.com Zafiro dice que no debo culparte pero estoy realmente alterada. Has hecho algo terrible.
Serena comenzaba a desear haber hecho lo que fuera que había pasado.
Hasta que llegó la policía y la detuvo.
 
Diamante no tuvo la llamada de Darien hasta la hora del almuerzo. La mano le temblaba mientras apuntaba lo que le decía Darien. Serena era traductora en "Superior Language Solutions". Traductora de griego.
Madre de dios. SLS no estaba lejos de la oficina de Diamante. Podía dejarse caer por allí, pedir hablar con ella. Espera. Demasiado deprisa. No quería asustarla. La llamaría, le diría que no estaba casado, que no tenía hijos y que le gustaría ir a comer con ella. Eso sonaba mucho mejor. El corazón le bailaba a ritmo de tarantela mientras llamaba.
Un gran plan... pero ella no estaba en el trabajo.
Cuando Serena abandonó tarde la comisaría aquella tarde, acompañada por su padre, estaba entumecida por el shock. Había sido acusada de destrozar el Porsche plateado de Zafiro. PEDAZO DE MI€RD@ MENTIROSO había sido grabado con grandes letras de un lado al otro del capó. El corazón de Serena latía tan ruidosamente al ver la fotografía que pensó que los policías que la interrogaban debían ser capaces de oírlo. "Pedazo de mi€rd@ mentiroso" eran las palabras que le había gritado a Zafiro en el bar delante de un montón de testigos. Serena no podía negar que las había dicho.
Su coche había estado aparcado en la calle debajo de su apartamento. Cuando él y Hotaru se habían marchado aquella mañana, habían descubierto el daño.
Serena no tenía ningún modo de probar que no se había escapado de noche o incluso no le había hecho eso a su coche antes de que se levantaran. Tuvo la oportunidad. Además el motivo: celos de que su ex estuviera con su novia. Y los medios: un cuchillo había sido encontrado bajo el vehícül0 y, ¿adivina qué? Era de su cocina. Había trocitos de pintura y sin duda sus huellas dactilares, ya que era su j0did0 cuchillo. Serena deseó haberlo usado contra su garganta.
Llegados a aquel punto, Serena había pedido hablar con un abogado y una hora más tarde le contó a un incrédulo tipo la triste historia entera desde el principio. Se sentía como atrapada en un laberinto donde Zafiro le obstruía cada salida. Se le adelantaba constantemente.
Cuando llegó su padre, estaba tan furioso que apenas podía hablar. Su cara permaneció de un vívido color marrón—rojizo durante todo el trayecto en coche. Sin importar las veces que negara haber hecho nada, él ni si inmutó.
Serena estaba tan dolida que dejó de hablarle. La llevó a su apartamento y la dejó bruscamente en la puerta.
Serena quiso llamar a Zafiro y gritarle pero en cambio echó el cerrojo interno de la puerta, juntó todos sus potes y cazuelas y los puso delante, así se enteraría si forzaban la puerta para entrar.
Descolgó el teléfono y comprobó que su móvil estuviera desconectado. Si Hotaru pensaba que se iba a quedar ahí esa noche, j0d€r, ya podía irse olvidando.
Dormir era imposible, Serena se sirvió una copa enorme de vino, se preparó la bañera, vació lo que quedaba de la cara botella de gel a la piña de Hotaru en la tina, y después de cerrar con llave la puerta, se d€snüd0. Serena contuvo la oleada de cólera que le sobrevino al no poder sentirse a salvo ni en su propia casa. Comprobó la temperatura con un pie y se metió en el agua.
Al sentirse hundida en algo cálido se tranquilizó. Un buen trago de vino y Serena suspiró. Ojalá no se sintiera tan sola. Era j0did@mente difícil no lamentarse de su mala suerte cuando parecía que todo el mundo estaba contra ella. Diamante no lo había estado. Sólo que él no contaba. Serena deslizó los hombros por la bañera hasta que tuvo el cuello rodeado de burbujas, sus rodillas dobladas y de lado. Diamante.
Sopló a la espuma. ¿Es que todos los tíos eran iguales? ¿Un polvo rápido? ¿Una f0ll@da y ya está? Porque al final, ¿acaso no era lo mismo con Zafiro?
Serena no podía pensar qué otra cosa podía ser. Su ego no había sido capaz de aguantar su rechazo. Se creía que era tan parecido a un dios que ella tenía que caer a sus pies. No lo había hecho, y por eso se estaba vengando.
Con los ojos cerrados, Serena se obligó a sacarse a Zafiro de la cabeza. Incluso el mentiroso Diamante era mejor que él. Mucho mejor. Su mente vagó a un mundo donde él no estaba casado y no tenía hijos.
— Quiero f0ll@rte, pequeña gatita. —
Eran las palabras de Serena, pero era la voz de Diamante lo que oía. El apretón familiar entre sus piernas le hizo hundirse más en el agua, hasta que le tocó la boca. Las manos de Serena pasaron de sus c@d€r@s a su c0ñ0. Usó el pulgar y el primer dedo de una mano para frotar su clit0ris y el dedo de su otra mano para presionar su interior con impulsos cortos. Durante un momento se sintió mal, era una acción mecánica en la que no tenía puesto el corazón, pero se imaginó a Diamante en su cabeza, su sonrisa con hoyuelos, sus suaves besos, su resbalosa p0ll@ y todo desapareció.
Los pensamientos del lío en el que estaba se hundieron bajo la superficie al írsele la tensión. Las manos de Serena ya no jugaban con su pequeña cosita dura, si no que eran los dedos de Diamante frotándole, p€n€trándola. Serena gymi0 cuando los temblores la traspasaron. Se retorció, se puso de rodillas y agarró una toalla para la cara.
Apoyando la frente en el borde de la bañera, se frotó con la tela áspera y mojada atrás y adelante entre sus piernas. —¿Así, gatita? —
Sí, le gustaba. Estaba empezando un fuego, chispas disparando desde el punto de frycci0n, el calor derramándose por su estómago.
Serena empujó más duramente la tela, fuerte contra su clit0ris y en la hendidura de su tr@s€r0. Podía sentir el latido de su corazón aumentado, oír su respiración desigual mientras se llevaba a la liberación.
Aún no. Dejó caer el paño y se giró hacia los grifos, ajustó la temperatura y levantó las piernas del agua, estirándolas encima de la pared del baño.
Serena se inclinó atrás sobre sus codos y maniobró su parte posterior adelante hasta que el chorrito del agua cayó sobre su clit0ris. Con cuidado. Demasiada presión era peligrosa. No estaba tratando de inundar su cuerpo, pero la vibración implacable del agua cayendo le enviaba estremecimientos de pl@c€r por toda ella. Ya no necesitaba los dedos. Serena dejó caer los brazos junto a su cuerpo y se estiró con la cabeza bajo el jabón y el agua. C0rr€rse o ahogarse.
Tal vez ambas cosas.
Serena se abandonó a la onda sobre la playa. Pequeñas y crecientes contracciones hasta llegar a la gran ola que la estrellaría contra la arena. Casi no quería que sucediera, aunque luchar contra el 0rg@sm0 estaba más allá de su alcance, su agarre demasiado poderoso para resistirse. Serena salió de golpe del agua, respirando aire fuertemente y entonces cayó de lado y se revolcó en el calor, dentro y fuera.
Se despertó de golpe y chilló. El agua estaba casi al borde de la tina. Serena giró la llave del grifo y tiró del tapón. J0d€r, había estado cerca. No quería enviar a la mujer que vivía debajo de ella a casa de su hermana, no si salía con un tipo como Zafiro. Y justo así el humor de Serena cayó a plomo como el peso de un ascensor. Esconderse no servía de nada. Tenía que hacer algo.
Serena se puso de pie, agarró una toalla y empezó a secarse.
Tenía la grabadora. Medios. Tenía un motivo. Venganza. Necesitaba crearse la oportunidad. Era cuestión de engatusar a Zafiro para que revelara lo que había hecho y luego pasárselo a la policía. No se creerían que nadie estuviera lo suficientemente loco como para cargase su propio Porsche y Serena tenía la intención de mostrarles cuán equivocados estaban.

Serena en el medio (Adaptación) TERMINADATahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon