14. Sorpresa de aniversario.

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Beelzebub se siente locamente feliz cuando revisa su calendario y puede contar doce meses desde que había llevado a su arcángel a Alfa Centauri. Han sido meses complicados, no tiene duda de eso, pero no cambiaría por nada el tiempo que ha pasado junto a él, nada en el infierno podría hacerlo tan feliz como cuando miraba su cara bonita y él estaba sonriendo con sus ojos lila brillando, nada era capaz de satisfacerlo tanto como mirar su gesto de orgullo cuando conseguía que le cumpliera un capricho, ni ser el gran duque del infierno o un príncipe infernal, ni siquiera sus moscas podían hacerlo sentir como ese arcángel lo hacía. Ha reído con él, y ha peleado, algunas veces llorado, pero la mayor parte del tiempo lo ha amado, es que le resulta imposible que su corazón no enloquezca enamorado cada vez que está a su lado, y no puede obligar a su mente a que deje de pensarlo un momento; a veces se ha sentido asustado, tantos deseos cumplidos, tantos caprichos hechos realidad, tantas palabras bonitas y tanto amor demostrado, y él aún lo llama "señor Bee", él todavía no ha dicho te amo, y su corazón no ha sentido amor en las acciones de él, cariño probablemente sí, pero amor es una palabra complicada, y algunas piensa de más y se dice que él solo podrá quererlo de la forma en que los ángeles quieren a todas las cosas, a todas las cosas por igual, con la misma intensidad, con la misma cantidad de cariño, lo iba a querer tanto como quería a sus animales y tanto como quería al ángel traidor de la biblioteca, tal vez cuando perdió sus recuerdos, también perdió su habilidad para decidir a qué seres amar por encima de otros. Piensa en eso todo el tiempo, porque ganar su amor no es algo que esté dicho, sabe que puede obtener cualquier resultado cuando todo termine, pero como siempre, eso le importa menos que nada, porque su confianza crece cuando él lo abraza o duerme a su lado dejando su cabeza sobre su pecho, y se comporta como un angelito como si no fuese el arcángel supremo usando la corporación de un hombre adulto que luce más fuerte que él, nada importa cuando Gabriel se emociona y se ríe, cuando corre descalzo sobre el pasto y cuando baila bajo la luz de su pequeña estrella roja; a Beelzebub no le importa nada absolutamente, tan solo amarlo, quiere adorar cada una de sus sonrisas, y quiere sentir su cabello suave y bonito enredarse entre sus dedos, quiere que su corazón continúe volviéndose un loco cuando los ojos de él se iluminan más hermoso que cualquier estrella, y desea cumplirle todos los sueños que él tenga. Nada importa, no quiere nada, ni necesita nada, porque lo tiene todo en el arcángel bonito que despierta cada mañana con la ilusión de que cocinarán para él y lo harán sentir feliz durante todo el día.

Claramente Beelzebub quiere celebrar, Gabriel no es bueno contando el tiempo, probablemente eso ni siquiera le importe, él solo sabe que es feliz y es todo lo que le interesa, Beelzebub en cambio, es capaz de contar cada día, él no puede dejar pasar su primer año juntos y no hacer algo especial.

Entonces su demostración de amor comienza cuando el día recién empieza, Gabriel continúa dormido y el olor de la comida que llevan a su cama no logra despertarlo, pero puede hacerlo Beelzebub cuando canta una bonita canción cerca de su oído, con un tono tan dulce y tan bajo que debería ser prohibido para cualquier demonio.

—Hola —él saluda, sigue muy adormilado como para decir más.

—Mi hermoso arcángel —le halaga, una mano recorre su cabello, acariciando —mi bonito príncipe.

—Buenos días, señor Bee.

—Buenos días, dulce ángel —responde, Gabriel está experimentando sentirse muy liviano ante sus palabras. —Hoy es un día especial.

—¿Especial? —pregunta, Beelzebub ha asentido —¿por qué?

—Hoy cumplimos un año viviendo juntos aquí, en Alfa Centauri —explica —un año es un tiempo especial.

Gabriel le sonríe, el olor a pastel del almendras llena su ambiente y acaba prestando atención a la bandeja de desayuno que Beelzebub lleva con él, recuerda que desayunar en la cama es también algo especial, por lo que une las piezas y termina pensando que es debido a que es un día especial; claramente, él no está equivocado. Se sienta sobre la cama, tirando con sus pies la cobija hasta el final de la cama, Beelzebub sonríe ante eso, es una invitación clara para comenzar a comer; la bandeja tiene solo las cosas que el arcángel ama, además de su pastel de almendras, también unas frutillas que gusta comer bañadas en chocolate, tiene un jugo de naranja que parece gustarle tanto como su chocolate caliente, y Beelzebub le ha puesto un par de dulces de gomita, como si el desayuno en sí, no fuera ya un gran postre.

Gabriel espera hasta que Beelzebub se haya acomodado bien en la cama, antes de comenzar a meter su mano en todo lo que han llevado, lo primero que ha intentado es llevarse a la boca una gomita, sin que Beelzebub mire, porque el señor Bee dice que los dulces son para el final de la comida, ha fallado para desgracia suya, y el señor Bee ha interceptado la gomita a medio camino, él suspira derrotado y se ríe luego, es una derrota que no le afecta ni un poco, porque sabe que su gomita estará esperándolo, y decide empezar con ese pastel de almendras que luce maravilloso.

—¿Cómo aprendiste a cocinar, señor Bee? —Gabriel pregunta, hay un par de migajas de pastel sobre su labio superior, que le han provocado un estremecimiento leve cuando Beelzebub las ha quitado. —¿Todos los demonios saben cocinar?

—Para nada —Beelzebub niega, no puede imaginar a sus demonios cocinando —aprendí porque a ti te gusta comer estas cosas.

—¿Aprendiste solo por mí?

—Por supuesto —dice, parece creer que es la cosa más simple y obvia del universo —quiero que te sientas a gusto aquí. —Y Gabriel termina mirándolo una vez más con esos ojos brillantes que Beelzebub tanto ama.

Gabriel toca su pecho, sintiendo una cosa extraña que parece quemarlo por dentro de la forma más agradable, no sabe lo que es, pero sabe que lo siente cada vez que el señor Bee hace algo lindo por él o le dice palabras bonitas, está allí en las palabras que usa para hacerle iniciar el día de la manera más hermosa que puede, y está allí cuando él acaricia su cabello o sus manos, y está cuando sus pequeños deseos son cumplidos; Gabriel no sabe porqué lo siente, pero sabe que le gusta sentirlo.

—Tengo un montón de ideas para hoy —Beelzebub dice —creo que te gustarán.

Gabriel está de acuerdo, incluso si no sabe cuales ideas son esas, pero, es que el señor Bee siempre tiene ideas bonitas para ellos.

Y el día pasa por ellos con la sorpresa de que Beelzebub realmente se ha esforzado en volverlo especial; ha llevado a su arcángel a nadar al mar y ha llamado a un par de mantarrayas para que jueguen con él un rato, sabe que a él le gusta mucho divertirse con sus animales, no puede fallar si incluye a un par de estos, un tiburón peregrino llega con ellos por orden de Beelzebub, y él decide usarlo para subirse junto a su arcángel y darle un paseo romántico por todo el océano creado, a Gabriel parece satisfacerle mucho su viaje a bordo del pez enorme, y se emociona tanto cuando un grupo de orcas ha nadado cerca, siendo seguidas por una orca más pequeña; y finalmente, Beelzebub los ha llevado hasta donde los bordes del océano parecen caer y nada puede mejor su vista, ha coloreado el cielo de lila con sus milagros y ha llamado a su pequeña estrella roja para que acuda a iluminar la tarde de su arcángel que recién comienza.

Y para la tarde, Beelzebub ha ideado cocinar junto a él, acaban eligiendo la pizza, y Gabriel no puede creer lo bonito y agradable que es cocinar juntos, quiere hacerlo más a menudo, comer lo que el señor Bee hace es una de sus cosas favoritas, pero cocinar con él se siente mucho mejor; se ha llenado de harina y ha obligado a Beelzebub a conseguir más queso, porque se ha comido el que tenían antes de pudieran usarlo, y Beelzebub no se queja ni un segundo, solo se ríe y sus milagros llevan a ellos todo el queso que necesitan. El arcángel se sienta sobre una silla que coloca frente al horno y observa la pizza cocinarse durante alrededor de treinta minutos, Beelzebub no le dice nada, y él parece tan atento a lo que sucede dentro de ese horno y a la forma en que su pizza crece, que no se ha dado cuenta que Beelzebub ha usado sus milagros de nuevo, para limpiarlo y cambiarle la ropa que ha ensuciado. Finalmente, cuando pueden sentarse a la mesa y el señor Bee le sirve un trozo triangular de una pizza que se desborda de queso, Gabriel se siente demasiado feliz porque puede comer algo que ha hecho con sus propias manos.

La noche cae ante ellos, Beelzebub ha dejado lo mejor para el final o eso cree, ha sacado a su arcángel de casa y lo ha llevado a mirar los cometas, podrán acostarse sobre las flores y hablar sobre cuál de ellos ilumina el cielo de Alfa Centauri más bonito, y se podrán tomar de las manos y Gabriel se acercará a él para dejar la cabeza sobre su pecho o sobre su hombro, y se dormirá allí sobre las flores, mientras él le acaricia el cabello y le dice palabras bonitas.

—Quiero bailar —Gabriel pide —con música bonita como la última vez.

No se lo niegan, Beelzebub hace aparecer su pequeña radio, suena una canción que habla sobre camas y sobre rosas, y se acerca a su arcángel tanto como para hacer que sus corazones se escuchen el uno al otro; el viejo Gabriel los visita un momento cuando toma a Beelzebub por la cintura hasta hacerlo pegar en su pecho, y el señor de las moscas no se queja, porque le parece el mejor lugar para estar en ese momento, Gabriel lo abraza por la cintura, y él se deleita con la sensación de los brazos fuertes que puede tomar.

Ineffable Bureaucracy / FlufftoberWhere stories live. Discover now