8. Fuerte de almohadas.

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Decirle la verdad fue marcar un nuevo inicio, un punto medio entre el Gabriel de antes y el Gabriel que encontró en la librería, ya no era el mismo ingenuo, pero tampoco era el arrogante del pasado. Beelzebub no quería que él perdiera la dulzura de aún le quedaba, quería que siguiera siendo el mismo ángel que se emociona mirando las estrellas brillar en el cielo y se enloquece cuando puede presenciar el camino de un cometa, el mismo que parece saltar de felicidad cuando le preparan un postre nuevo, y que ama sentarse en su sofá mientras escucha historias bonitas.

Gabriel estaba en su habitación cuando algo picoteo en su puerta, era otro más de los milagros de Beelzebub, en esta ocasión, una paloma llevaba un mensaje para él. Sonrió mucho cuando le quitó un pequeño trozo de papel de las patas, ponía "sigue al ave", y cuando estuvo listo para ir tras ella, la paloma extendió las alas y voló frente suyo para guiar el camino. Lo llevó hasta un camino de pequeñas rocas que Gabriel no recordaba haber visto antes, y luego, pareció pedirle que siguiera el camino, y solo desapareció; Gabriel dudó un momento, no sabía a dónde lo llevaría.

Beelzebub, que siempre tenía bonitas ideas para él, había recordado una cosa que vio en la tierra cierta vez que, con intenciones demoniacas, se instaló en una casa familiar, los humanos habían lucido muy felices con eso, así que tal vez Gabriel se sentiría de la misma forma. Hizo uso de sus milagros una vez más e hizo colgar un par de sábanas blancas, los humanos necesitaron unas cuantas sillas para evitar que se desplomaran en el suelo, para él no es necesario; fue adentro y no le gustó, no se veía especial, ni bonito, solo se veía como un montón de tela blanca cayendo del aire, suspiró decepcionado ante eso, los humanos eran demasiado simples si podían estar felices con algo como eso, aún así, quería hacer algo bonito para él, y ya que había empezado con esa idea, lo mejor era tratar de arreglarlo de alguna forma; en primera, sentarse sobre el suelo no sería lo más cómodo, así que hizo colocar una sábana más, esta vez sobre el suelo, y miró aún con más decepción, había pasado de una cosa sin gracia a parecer la habitación de un manicomio, no tenía duda de que a Gabriel le parecería algo horrible; sin embargo, no se rindió, pensó un rato más cómo podía hacer que eso luciera bonito, después de todo, su idea de pasar la noche fuera, durmiendo dentro de esa cosa, le parecía muy bonita. Una lástima que la cosa en cuestión no estuviera poniendo de su parte.

Finalmente, y luego de mucho pensar, acabó poniendo almohadas allí dentro, muchísimas, y todas de distintos tamaños y formas, puso unas lucecitas sobre lo que hacía de techo e hizo aparecer muchos pequeños chocolates y otros dulces que luego colocó sobre bonitos tazones de vidrio; ahora sí parecía ser suficiente, y solo porque le pareció la cereza del pastel, creó una fogata pequeña cerca de ellos.

Sonrió cuando vio a Gabriel acercarse, y él sonrió cuando Beelzebub se asomó de entre lo que fuera eso y lo invitó a ir. Por supuesto, Gabriel no había dudado un segundo en ir a meterse allí dentro, y Beelzebub respiró aliviado, porque él parecía muy feliz con lo que veía.

—¿Qué es esto, señor Bee?

—No lo sé —admitió —lo vi una vez en la tierra, y creí que podría gustarte.

—Sí me gusta.

Y ellos hablaron de cosas simples, de metas y sueños e ideas locas, de sembrar un manzano grande en medio de Alfa Centauri, y de crear un océano con arena blanca en la playa, Gabriel pidió un estanque con patos y Beelzebub se lo aseguró, Beelzebub propuso muchas otras cosas y él estaba ansioso por ver todas las flores y los animales de los que habló. Ellos hablaron, rieron y soñaron con un futuro bonito. Y cuando los sueños se habían ido a descansar, Beelzebub lo había golpeado con una almohada, no dolió, pero no entendió muy bien por qué el señor Bee había hecho eso.

—¿Por qué hiciste eso, señor Bee? —exigió, y a Beelzebub le pareció la cosa más bonita del universo, "¿qué?" le preguntó, mientras volvía a golpearlo. —No me gusta que me pegues, señor Bee.

—¿Llamas a esto golpear? —cuestionó con otro golpe y se rio con ganas cuando el gritó un alto. —¿Alto?, ¿eres un niño de escolar acaso?

Gabriel reaccionó con el cuarto golpe: —Dije que pares, señor Bee.

Por supuesto que Beelzebub había quedado atónito ante eso, el arcángel no había pegado muy suave, aunque pensó que lo merecía después de haberle pegado en cuatro ocasiones.

—¿Por qué me golpeas? —preguntó fingiéndose ofendido y le regresó el golpe. Entonces, Gabriel también había devuelto el golpe, y una vez más Beelzebub lo devolvió, hasta que habían acabado en una batalla de almohadas que Gabriel ganó cuando desarmó a Beelzebub y comenzó a pegarle con ambas almohadas.

—Esto te pasa por molestarme, pequeña mosca.

—Ángel tramposo —gritó —esto no es justo.

—Discúlpate.

—Nunca —él gritó. "Como quieras" le habían dicho, y se molestó un poco consigo mismo porque no podía sacarse a Gabriel de encima —No más, ángel.

—Discúlpate.

Beelzebub gritó antes de decirlo: —Lo siento.

—Discúlpate con propiedad, di "lo siento, señor Gabriel".

—Jamás.

—Aquí podemos seguir toda la noche.

—Ya basta, ángel —volvió a gritarle, y se sintió irritado cuando Gabriel lo había remedado, él no iba a detenerse. Beelzebub casi llora cuando tuvo que decirlo —Lo siento, señor Gabriel.

Él se detuvo: —No era tan difícil, ¿o sí? —y luego tuvo que ponerse a correr para huir de Beelzebub que estaba furioso.

El señor Bee lo había perseguido por al menos una hora antes de dejarse caer al suelo totalmente exhausto, al menos lo había intentado, pero es que ese arcángel era demasiado rápido. Gabriel se fue acercando poco a poco, y cuando vio que ya no estaba en problemas se sentó junto a él y tomó un respiro muy largo, él también estaba muy agotado.

—Eso fue muy divertido —dijo, ganándose la mirada del señor de las moscas sobre él, pero Beelzebub no pudo evitar reír cuando él había sonreído muy ampliamente. Y con eso, ambos habían acabado riéndose.

Regresaron a su fuerte de almohadas, era un desastre que los hizo reír un poco más, después Beelzebub lo había arreglado con un milagro y ellos se sentaron juntos cerca de la fogata, usando una manta para cubrirse, y comieron chocolates.   

Ineffable Bureaucracy / FlufftoberWhere stories live. Discover now