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Esta noche todo se siente erróneo.

No sé si se deba al hecho de que hacía ya varias semanas que no abandonaba la Casa Knight, pero, ahora que vamos por la carretera, definitivamente puedo notar que la reserva se siente... extraña. Como si hubiese sido invadida. Como si un parásito se hubiese anidado en lo más profundo de ella para alimentarse de su energía. Para llenarla de una oscuridad viciosa e indescriptible.

No he dejado de sentir los vellos de punta desde que salimos de la finca Guardiana y, sin que pueda evitarlo, miro alrededor cada pocos segundos —pese a que vamos en un todoterreno—, solo por instinto.

Se siente como si el bosque mismo clamara por ayuda. Como si estuviese implorando clemencia. De alguna manera, no puedo dejar de pensar que está pidiéndole a todo el que pueda escucharlo, que alguien lo rescate de la oscuridad asfixiante que se ha apoderado de él, y que se siente en la garganta cada vez que respiras.

—Nunca imaginé que las cosas estuviesen así de mal —Lorraine comenta y no puedo hacer otra cosa más que asentir en acuerdo.

Hace apenas unas semanas —pese a la invasión de demonios que ha asechado la isla—, no se sentía para nada de esta manera.

La energía estaba revuelta, claro; pero no se podía percibir esta energía insidiosa y apabullante que se te aferra a los huesos.

—Y empeoran cada día más. —Cuando Takeshi responde, suena compungido. Genuinamente contrariado por lo que está pronunciando—. Es cuestión de tiempo para que la energía demoníaca se apodere de toda la isla. Dudo mucho que podamos hacer algo para evitarlo.

Esta vez, el escalofrío que me recorre entera es de puro terror.

El corazón no ha dejado de latirme con violencia contra las costillas y las voces en mi cabeza no han dejado de susurrarme que debemos ser cuidadosos, pero trato de mantenerme lo más serena posible. No quiero entrar en pánico ahora que he sido tan insistente en venir hasta este lugar. Así pues, me trago la preocupación que me embarga y trato de concentrarme en lo que vamos a hacer.


La energía de todo el ambiente se siente cada vez más turbia conforme nos acercamos a la iglesia abandonada. Es evidente ahora que es ahí donde se originó todo. Que es en ese terreno dejado por la mano del hombre que todo comenzó, y no puedo dejar de pensar en si fue mi tío, el padre de Lydia, el que lo ocasionó.

Trato de empujar el pensamiento lo más lejos que puedo, porque no gano nada cuestionándome aquello, pero no puedo evitar preguntármelo. Antes de que él fuese a ese lugar, las cosas en la isla estaban tranquilas y La Línea parecía no conocer el caos que ahora la invade.

El corazón se me estruja con el mero pensamiento, pero me las arreglo para mantenerme enfocada en la carretera oscura que se despliega delante de nosotros mientras me repito, una vez más, que debo dejarlo estar.

Iskandar conduce en silencio, enfundado en esa especie de armadura Guardiana que suelen utilizar cuando van a pelear y, a su lado, en el asiento del copiloto, Ryan lo acompaña vestido en la misma armadura que el heredero Knight utiliza.

En el asiento trasero, Lorraine, Takeshi y yo nos arrebujamos juntos. Él también lleva su armadura Guardiana, mientras que Lorraine y yo vestimos ropa cómoda y deportiva.

Al cabo de unos minutos que se sienten eternos, Iskandar gira para tomar la brecha que lleva a la iglesia y, conforme nos abrimos paso por el camino de tierra, la sensación asfixiante de que algo está terriblemente mal en este lugar, se arraiga en mis venas.

Guardián ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora