Capítulo VII: DJ el perro ovejero

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―Ya no me necesitas ―dijo DJ―. Estás muy cerca de la cima y desde acá, puedes avanzar sola.

―No quiero que te vayas. No me dejes sola. ―sollozó Filomena.

―No te pongas triste Filomena, piensa en todo lo que has aprendido, has crecido mucho y ahora eres más fuerte. Además, ya sé lo que hay en la cima.

― ¿De verdad? ¿Y cómo lo sabes? ―exclamó, Filomena.

―Desde acá lo puedo oler y es hora de ir por los demás.

Mientras Filomena observaba a DJ alejarse por el camino, recordó cómo había iniciado ese viaje y todas las experiencias que había tenido en su recorrido.

Recordó las veces que la señora Luna, había acudido en su ayuda cada vez que la necesitó, el cómo conoció a su amigo el colibrí, cómo se liberó de la astuta serpiente y cómo su amigo DJ la había encontrado.

La noche en la que Filomena, descubrió las verdaderas intenciones de JJ, se sintió muy triste por lo ocurrido. Mientras se alejaba de él, lloraba porque reconoció que aquella serpiente, se había aprovechado de su necesidad de compañía y el deseo de beber agua.

Después de aquel episodio, nuevamente se sintió sola y desamparada. Ya no tenía fuerzas para continuar, se sentía muy cansada, así que se recostó a un lado del camino y finalmente se durmió.

A la mañana siguiente, un rostro familiar aparecía muy cerca de sus ojos.

―Ha pasado mucho tiempo, ¿eh?

Filomena, aun adormitada, pensaba que estaba en un sueño, pero al reaccionar dio un gran salto y dijo:

― ¡¿DJ?! ―exclamó con alegría― ¡¿DJ, eres tú?!

Filomena no podía creerlo, su amigo DJ había venido a su encuentro.

― ¡Hola, Filomena! ¿Me extrañaste?

― ¡Muchísimo! ―exclamó Filomena, dando saltos y brincando alrededor de él.

―Hace días que vengo siguiendo tu rastro, pero al llegar a un campo de cactus lo perdí.

―Y, ¿cómo me encontraste? ―refrenó, Filomena.

―Azul, me dijo donde hallarte.

― ¿Mi amigo, el colibrí?, ¿lo conociste? Es genial, ¿verdad?

―Me cae bien ―contestó muy serio, DJ―. Y, ¿qué haces aquí?

―Descansaba ―respondió Filomena, algo avergonzada.

―Bueno, volvamos.

― ¿Volver?, ¿a dónde? ―preguntó Filomena.

―Al valle, por supuesto. Todos están muy preocupados por ti, pensaron que te perdiste y me enviaron a buscarte.

DJ era un perro de mediana edad, su pelaje era de un color anaranjado, algo descolorido, era delgado y no se sabía con exactitud de qué raza era. Llego a vivir en el valle junto a la manada de cabras, después de separarse de otros tres perros que pastaban a un rebaño de ovejas en un valle cercano. La mayoría del tiempo era callado y le gustaba estar con las cabras porque, según él, ellas no hacían tanto ruido como las ovejas. Y para justificar su presencia y ser aceptado por la manada, se dedicó a protegerlas cuando sentía que estas se encontraban en peligro.

Cuando se enteró de que Filomena, había desaparecido, salió inmediatamente en su búsqueda para traerla de vuelta, pero la vida quiso que hasta ese momento la encontrara. Al verla recostada a un lado del camino pensó que había llegado tarde.

―DJ, no puedo volver. No, hasta llegar a la cima.

― ¿Y qué hay en la cima? ―la interrogó DJ.

Filomena estaba punto de contarle lo que le había dicho la señora Luna, pero recordó su promesa de no contárselo a nadie.

―No te lo puedo contar, DJ ―le contestó, entristecida.

― ¿Por qué no? ―exclamó DJ, frunciendo el ceño.

―Es un secreto, DJ. Solo te pido que confíes en mí.

DJ y Filomena se habían hecho muy buenos amigos desde el primer día que se conocieron. A ambos les gustaba explorar fuera del valle y muchas veces se habían alejado de la manada, solo para conversar de la vida y en otras ocasiones para disfrutar del silencio de la naturaleza.

En esos momentos, a solas, DJ le confesó que desde muy cachorro siempre quiso ser perro ovejero, pero su amo, quien lo había comprado a un campesino, lo despreciaba porque al crecer, DJ no se parecía a los perros ovejeros que ya tenía.

Por mucho tiempo, DJ se esforzó mucho por demostrar que él podía hacer el mismo trabajo que los demás, pero su amo y los otros perros ovejeros siempre lo menospreciaban. Cuando llegó a una edad adulta, pensó que no valía la pena seguir esforzándose por demostrar a otros su valía y por ello simplemente los dejo y siguió su camino.

Cuando llegó al valle donde pastaba la manada de cabras, estas lo acogieron como uno más de la manada y finalmente DJ se sintió en casa. Desde ese momento, se dedicó a cuidarlas y protegerlas, aplicando todo lo que había aprendido en su tiempo como perro ovejero.

―Voy a confiar en ti y si no puedo convencerte de volver, al menos déjame acompañarte.

― ¡Claro que sí, DJ! ¡Eres el mejor amigo del mundo! Ya verás, nos vamos a divertir, te contaré todo lo que me ha pasado y no lo creerás.

DJ le sonrió y pensó, que ese sería un largo día.

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⏰ Last updated: Oct 15, 2023 ⏰

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