Capítulo III: La maratón en la granja

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El día esperado ha llegado y todos los animales de la granja se reúnen a un lado de la línea de partida para dar inicio a la maratón. Entre todos los participantes se encuentra la señora liebre, quien está ansiosa por correr los 90 kilómetros de esta carrera.

Ella ha entrenado todo el verano. Cada mañana iba al gimnasio y corría durante horas en la corredora, luego levantaba pesas y saltaba para fortalecer sus piernas. Su amiga, la señora gallina, le aconsejó cambiar su dieta de zanahorias, por lechuga y maíz, con la finalidad de que se hiciera más fuerte.

La noche anterior a la maratón, la señora liebre repasó sobre su cama todo su equipo necesario para la carrera. Tenía su reloj de pulsera para medir sus pulsaciones, su chaleco con el número correspondiente, una visera para protegerse de los rayos del sol y algo de bloqueador para el viaje. Revisó el pronóstico del clima y al parecer sería un día soleado. Entonces pensó que todo estaba listo, tal como lo había planeado.

A la mañana siguiente, la señora liebre es la primera en llegar a la granja en donde se llevará a cabo la maratón. Revisa con sumo cuidado el terreno con unos binoculares que su amigo el perro le prestó. Poco a poco los demás animales de la granja van llegando y se van acomodando en la línea de partida.

Ahí está el señor perro, su amigo. La señora gallina y sus cinco polluelos. El señor pato, su esposa, la señora pata y sus tres patitos. El señor gato, acomodándose sus bigotes. El confundido pavo, las ruidosas ovejas, las ranas saltarinas y los ratones. Los enlodados cerdos, la señora tortuga y el orgulloso señor gallo de pecho inflado.

El momento ha llegado y es el búho el encargado de dar la señal de partida y todos los animales empiezan la gran carrera.

Sin tiempo que perder, la señora liebre empieza a correr. El señor perro ha tomado la delantera y la deja atrás, así como las ovejas y los cerdos.

La señora liebre acelera el paso para alcanzar al señor perro y utilizando la fuerza de sus piernas traseras, empieza a correr como alma que lleva el diablo.

Centrada en la meta, la señora liebre deja a su paso a la señora tortuga y su lento andar. A las ranas saltarinas que optaron por quedarse a cazar moscas. A la señora gallina, quien desaceleró su paso para caminar junto a sus polluelos. Al confundido pavo que no sabe en qué dirección debe de ir. Al pasar cerca de un lago, ve como el señor pato y su familia prefieren quedarse a nadar en él, ya que el día está muy caluroso. Al señor gato que va detrás de los ratones. Al señor gallo que se detiene cada cinco minutos para soltar su quiquiriquí. A los ya muy cansados cerdos, quienes prefieren quedarse a descansar en un charco de lodo que encontraron en el camino. Al señor perro que va detrás de las ovejas y finalmente pasa a las ruidosas ovejas.

Sin distraerse un solo segundo, la señora liebre sigue su camino. Está a punto de llegar a la meta, el corazón parece que se le va a salir del pecho y una sonrisa de triunfo se dibuja en su rostro.

Con rabillo de su ojo izquierdo observa al señor lobo que espera que pasen las solitarias ovejas para cazarlas. Confundida, la señora liebre no sabe qué hacer. Ella quiere ganar la carrera.

Detenerse e ir en busca del señor perro para que guie a las ovejas le tomaría mucho tiempo y los otros animales la rebasarían. Confundida en que hacer, gira y va en busca de su amigo.

Cuando lo encuentra, este se había quedado distraído jugando con una rama. Le cuenta que vio al lobo listo para atacar a sus ovejas y este emprende la carrera a buscarlas.

El señor perro es un pastor alemán, su olfato lo guía y encuentra al lobo antes de que este ataque a sus ovejas. Empieza a pelear con él y la señora libre se queda para ayudarlo.

Juntos le dan una paliza al lobo quien huye despavorido por la ferocidad del señor perro y las patadas de la señora libre, fortalecer sus piernas parece que al final si le sirvieron.

Las ovejas hacen su aparición y esta vez el señor perro no se desprende de ellas.

La señora libre vuelve a la carrera y mientras avanza se da cuenta de que lo más importante es asegurarse que todos los animales lleguen a la meta. Así que se queda y espera para ver pasar a cada uno de los participantes de la carrera y así juntos cruzar la meta.

El diamante escondidoWhere stories live. Discover now