la pena del amor perdido..

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Transilvania 1809.

Mi cabello negro se funde entre el cepillo en mi mano mientras lo peino con demasiado cuidado como a él le gusta.

Vlad ama mi cabello. Dice que se funde entre sus manos como una cascada y eso me complace.

Me miro en el espejo y ajusto la poca ropa que llevo puesta. Quiero darle una sorpresa cuando llegue, después de todo lo que ha pasado estos últimos meses. Debe estar estresado, la guerra a la que hemos sido sometidos se ha llevado a miles de personas y soldados fuertes bajo su mando y entiendo que el peso recae todo sobre sus hombros. Si puedo ayudar a relajarlo un poco, con gusto lo haré por mi marido. Sin embargo, desde que se fue esta mañana a pelear con los suyos, mi corazón no deja de tener un mal presentimiento y mi mente no deja de crearse los más horribles escenarios. ¿Si algo le pasa? ¿Si ya no lo veo más? No podría soportar la pena.

Lo amo tanto que me arrancaría el corazón y se lo daría como ofrenda y sé que él haría lo mismo por mí. Nuestro amor trasciende más allá de cualquier entendimiento, es fuerte y primitivo y no podría pensar ni siquiera en dejar de verlo sin que mi pecho se oprima dejándome sin aire. La noche ha caído, por lo que puedo divisar desde el balcón de nuestra habitación en el castillo. Sé que la sangre debe estar derramándose afuera y por su propia mano para defendernos, para defenderme. Las horas pasan sin poder calcularlas y decido cambiar mi vestimenta por algo más adecuado para salir de la habitación. El lugar se encuentra lúgubre y sin una pizca de vida, las escaleras crujen bajo mis pies cuando llego abajo para ver al mensajero real al pie de la puerta con una carta en mano. La servidumbre y mis padres salen de la nada cuando tengo un pie fuera de la escalera. Mi madre llega antes que yo y mira la carta para luego dirigirse a mí.

- Es para ti, Katrina - corriendo la tomo entre mis manos temblorosas. Tal vez es Vlad para decirme que todo está en orden, para decirme que volverá conmigo esta noche con promesas que harán mis mejillas sonrojar como de costumbre.

Pero eso no es lo que leo en ella. Por el contrario, el capitán de la guardia me dice que mi amado ha fallecido en batalla, que su cuerpo no ha sido encontrado. Mi corazón se rompe, mi mente colapsa y la pena me envuelve. Pienso en sus labios sobre los míos, en sus caricias en mi piel. Pienso en sus palabras y su devoción hacia mí. Pienso en los últimos momentos a mi lado y en sus ojos oscuros como la noche y me pierdo.

El llanto me envuelve y mi alma se fragmenta. Su pérdida me genera el más terrible vacío. No hay vida para mí sin él a mi lado. Abandono la habitación y me encierro en la muestra.

No existe vida sin él.

No hay otra persona que me ame o yo pueda amar igual.

No pertenezco aquí.

No sin Vladimir.

Mi alma se pierde junto con mi mente y lo único que diviso es el balcón de la habitación. Ya no puedo estar aquí sin mi amado. No existe una vida después de su partida. Me subo en la corniza y, sin mirar un segundo atrás y con un último aliento, lo prometo.

- Te encontraré en otra vida, amor mío. Así si mi alma está en juego, pero soy demasiado cobarde para enfrentarme a una vida sin tu amor. Te veré pronto, mi príncipe de la oscuridad.

Y sin más, decido lanzarme para dejar de sentir aquel dolor en mi alma. Lo último que recuerdo es ser abrazada por la terrible y sola oscuridad.

The vampire's waltz Where stories live. Discover now