Capítulo 7

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Durante la semana, Sofía estuvo muy extraña. Casi no hablaba con nadie y se mantenía un poco alejada de todos. Su comportamiento indicaba que le había pasado algo pero no me atreví a preguntar. Ya tenía mis propios problemas. Mi prima ha sufrido ataques de asma desde siempre y últimamente esto se intensificó. Estoy preocupada por ella.

Llamaba a casa todos los días para saber cómo estaba Laura. Unas veces se encontraba bien y otras empeoraba de la nada. Su novio no la abandonó en ningún momento y estoy agradecida por eso.

En cuanto a las chicas que me atacaron, entendieron el mensaje de Axel y ahora solo me miran con más rabia que antes aunque no han intentado nada contra mí.

El fin de semana llegó rápido una vez más y no era necesario seguir en la escuela. Recogí mis cosas, subí a mi bicicleta y comencé a pedalear hasta llegar a mi casa.

Dejé la bici en el parqueo delante del restaurante y entré a la casa.

—¡Tía, estoy en casa! —anuncié yo.

—Hola, cariño —saludó Elice—. Laurita está arriba, en su habitación.

—Creo que iré a tomar agua y a quitarme el uniforme primero y después veré a Laura, para que descanse un poco —dije para acto seguido dedicarle una mirada de apoyo a la tía y subir las escaleras.

Me dirigí a la cocina. Abrí el refrigerador y me serví un poco de agua en vaso de cristal que fue lo primero que vi. Bebí un sorbo y caminé hasta a mi habitación. Desde afuera se escuchaban ruidos extraños. Pensé que era mi imaginación.

Abrí la puerta y escupí un poco de agua que tenía en la boca. Mi prima. Sentada encima de su novio. Comiéndose a besos.

¿No se supone que se sentía mal? ¿Y desde cuándo ella es así? Si ella es un ángel.

Definitivamente estoy sorprendida.

¡¿Y por qué en mi cuarto?!

Menos mal que la tía se hallaba abajo atendiendo a algunos clientes que llegaron cuando yo iba subiendo las escaleras.

Laura estaba casi desnuda. El torso desnudo del chico subía y bajaba. Los senos de mi prima estaban al descubierto y ella muy pegada estaba a él.

En cuanto la chica me vió empezó a taparse y yo simplemente me tapé la boca con mi mano libre en una expresión de sorpresa. Estaba estupefacta.

—Ara, perdóname, por favor no le digas a mi mamá —suplicó Laura muy asustada.

—Te perdono esta vez, aunque eso mismo dije las otras quinientas veces que necesitabas mi ayuda después de hacer algo muy malo y estabas a punto de ser descubierta y yo de buena persona me echaba la culpa —suspiré y cerré los ojos—. Fuera de mi habitación los dos —continué con los ojos cerrados.

Abrí los ojos cuando me calmé unos segundos más tarde. ¡Ahora tendría que desinfectar todo yo sola! Eso es injusto.

El chico se marchó seguramente apenado.

Casi muriendo del asco quité las sábanas de mi cama. Cambié esas por unas que sí estaban completamente limpias. En el suelo me encontré la envoltura de un condón usado. Solté un gritillo de más asco cuando vi unos calzones bajo mi cama además de un juguete sexual y casi los toco.

No puedo creer tal cosa.

Ni yo.

¿En qué momento nuestra prima dejó de ser buena chica?

Estaba decidido, me pondría guantes y un cubrebocas. Él último no sé por qué me lo pondría pero igual lo haría. Esto es asqueroso.

Llamé a Laura para que recogiera sus cosas íntimas.

Ella vino y tomó la ropa interior de su novio además de esa otra cosa. El pedestal en el que tenía a mi prima acababa de quebrarse por completo.

—Laura... —no necesité decir algo más para saberse que empezaría un regaño.

—Perdóname. Yo... Ni siquiera sé por qué lo hice en tu habitación —bajó la cabeza para no mirarme—. No lo volveré a hacer.

—Y no lo harás —hablé con firmeza, más de la necesaria—. Mírame a los ojos —le pedí y ella lo hizo—. ¿Desde hace cuánto tiempo usas esas cosas?

—Mi novio me convenció —se avergonzó de si misma, noté eso cuando ella bajó la cabeza para no mirarme a la cara.

Suspiré y apreté los labios.

—Una vez más: lo siento, Ara —se disculpó.

—No sé qué vas a hacer con eso pero no quiero verlo más. Laura, eres una buena niña. ¿No se supone que él era un buen chico?

—Lo es. Aunque... Me ha obligado a hacer cosas que yo no quiero y para no hacerlo enojar hago lo que él quiere.

—Entonces no es un buen chico. ¿Qué clase de cosas te obliga a hacer? —quise saber sin embargo, no quería escuchar la respuesta en realidad.

Ella lo dudó un momento antes de responder.

—Vídeos... —se cortó a si misma y tragó saliva—... Porno.

***

Era obvio que Laura y el novio tenían que dejar su relación. Ese chico no era una buena influencia para mi prima. La chica tampoco es como si fuera muy inocente pero la conozco y ella no es de las que hacen ese tipo de cosas. Ella es más decente que eso.

Prometí que no diría nada a la tía. Y así lo haría, mantendría mi palabra. La primera en saber de la separación de Laura y su novio fui yo.

Las charlas educativas con mi prima terminaron.

El fin de semana, exactamente el sábado, el restaurante se llenó de clientes y las tres estuvimos muy ocupadas e incluso hubo una visita especial. Axel y sus hermanas vinieron al restaurante.

Me sorprendió verlos porque se supone que no sabían dónde vivo así y todo, por el lado bueno, Sofía se veía más relajada que antes. Esto me alegró.

Elice estaba encantada con la visita de los famosos del momento. Ellos pidieron lo mejor. Yo recibí los pedidos y Laura se los llevó. Mi prima también se notaba feliz con la llegada de los hermanos LeBern al restaurante ya que ella los ha visto mucho en redes sociales.

Era genial porque así el restaurante familiar obtendría más clientes.

Axel se quedó en el negocio aún después de que sus hermanas se marcharan. Él se ofreció para lavar los trastes aunque mi tía insistió en que no era necesario. De todos modos lo hizo.

Desde atrás —mi tía, Laura y yo— observábamos cómo lo hacía, además cotilleamos un poco en voz baja. Se veía extrañamente bien con las mangas de su camisa blanca recogidas hasta los codos.

Luego de un rato mi prima y Elice se marcharon. Yo me quedé sola con él. Me acerqué, decidida a ayudarlo. Tomé un plato, detergente y una esponja.

—No es necesario que me ayudes —habló el chico.

—No puedo dejarte todo el trabajo a ti.

Él sonrió. Estuvimos en silencio por un buen rato hasta que yo rompí el silencio de ambos.

—¿Por qué me ayudas? —quise saber.

—No lo sé, siento que tengo la obligación de hacerlo —respondió él.

—Pero no estás obligado a hacerlo —le recordé.

—Lo seguiré haciendo aunque me lo impidas, Ara.

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Bueno no todas las personas son perfectas. Estoy segura de que nadie se esperaba lo de Laura je je. Bueno ¿qué les pareció el capítulo?

Nos vemos a la próxima 🤗

Billonaire [Parte 1]Where stories live. Discover now