87. LA LÍNEA INVISIBLE.

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Santa Biblia Reina Valera 1960 - Cantares 3
1 . Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma;
Lo busqué, y no lo hallé.



Después de una larga práctica con Jak, entre la cual hubieron risas, peleas si es que se le puede llamar así y momentos únicos como mi primer beso, decidí yo poner mis propias condiciones.

—esta bien, dormiré contigo —me rendí al ver que ya no iba a poder dormir en cama aparte —pero habrán límites que respetar —digo seria —como por ejemplo la línea de la cama.

Jak frunce el ceño y mira fijamente la cama.

—¿Cuál línea? —pregunta.

—esta —digo señalando el medio de la cama en dónde no hay nada —no la puedes ver porque es invisible, —le aclaro —pero ahí está y no debes traspasarla.

—okey —dice tranquilamente —pero si la traspaso, no me culpes ya que es invisible y no la puedo ver.

—¿Tan difícil es saber cuál es la mitad de la cama? —le preguntó.

Él asiente con la cabeza.

Me cuesta creer que un joven como él, exitoso en la empresa al que ningún ejercicio matemático le quedó grande, ahora no sepa cuál es la mitad de la cama.

«Inaudito».

Tomo la almohada que me iba a llevar hace un momento y la pongo en el medio.

—este es el límite —le hablo seria —no puedes traspasarlo.

Él suspiró.

—Emily —me dice —¿No te parece que es bastante infantil hacer esto? —trata de no reírse. —digo... estamos casados ¿No?, ya es normal dormir juntos.

Se comienza a reír pero cuando es algo que a él le conviene, hay si está serio.

Lo miro molesta, tomo la mitad del tendido y me acobijo con él ignorandolo totalmente, me acuesto y le doy la espalda.

Él al ver que no logra cambiarme de parecer, se acobija también y apaga la luz.

—Dios te bendiga amor —susurra.

Esa última palabra me hizo sentir muchas cosas inexplicables.

Se escuchó tan bién en sus labios.

Lo dijo con tanto amor y ternura que me provoca darme vuelta y abrazarlo.

Me siento tentada a hacerlo, pero si lo hago él puede pensar que quiero otra cosa y yo no me siento preparada para algo más.

De verdad que tengo miedo.

Lo amo, lo amo demasiado, pero tengo miedo a lo que pueda pasar.

Cómo lo dije antes, aún soy una niña.

Cierro los ojos y trato de dormirme.

El silencio reina en toda la mansión, ni siquiera se oye un grillo, ni tampoco la respiración de Jak.

Tengo que concentrarme mucho para oír su leve respirar.

«Gracias a Dios no ronca».

Supongo que la demora fue tocar la almohada para quedarse dormido.

En mi mente lo comienzo a imaginar y es así como termino quedándome dormida con su imagen en mi cabeza.

«Te amo Jak».

Narra Jak:

Nunca me había costado tanto dormir.

Solo a Emily se le ocurre poner una almohada como límite entre los dos, cuando ya estamos casados.

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