Capítulo 47: caminos cruzados, sí, pero no unidos

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Seguí mirando alrededor, al increíble paisaje, y respiré sintiéndome satisfecha. El lugar era increíble, sin dudas.

Luc vino corriendo hacia donde estábamos y fue directo hacia Alba.

—Alba, necesito que hagas algo—dijo, preocupado.

Alba lo miró con el ceño fruncido.

— ¿Qué ha pasado?

—Jace quiere tocar el cartel—dijo, y señaló el cartel, que se encontraba detrás de vayas—. Y si lo hace vendrá la policía con helicópteros y quién sabe que otras cosas.

Alba rio entre dientes.

— ¿Y piensas que yo lo detendré?—dijo Alba y se cruzó de brazos—. Las locuras de Jace solo las detiene Jace.

Luc la miró suplicante, y Amber, que se estaba mordiendo el labio, habló:

—De hecho, yo lo haré entrar en razón. No te preocupes, Luc—le dijo y lo miró fijo—. Jace no va a acercarse ni a la valla.

Amber caminó en dirección a Jace y todos nos la quedamos mirándola.

— ¿Alguien sabe cómo va a hacer?—pregunté, mientras veía que hablaba con Jace.

Todos negaron con la cabeza.

—Ni puta idea—respondió Luc.

Luego de eso, Jace efectivamente se calmó. No sabía qué le había dicho Amber, pero Luc estaba muy contento con el resultado. Nos quedamos sentados un rato más allá arriba, disfrutando de la naturaleza y de las vistas, y cuando comenzó a atardecer emprendimos la vuelta.

No hablé con Cameron en todo el camino y no pensaba hacerlo. No estaba enfadada, sino que estaba cansada. Así que solo me quedé con las chicas.

Cuando llegamos al campamento procedimos a bañarnos todos, porque estábamos hechos un asco. Apenas salí de las duchas, me cambié y caminé hasta mi tienda de campaña. Había sido la última en bañarme, así que caminé sola. La luna se asomaba por el cielo, y las estrellas recién comenzaban a salir. La noche era hermosa, igual que ayer.

—Hey.

Bajé mi mirada del cielo y me encontré con Elijah, que había aparecido al lado mío. Tenía un gran buzo de color negro que le quedaba muy bien.

—Hola, no te había visto—le dije y comenzó a caminar a la par mía.

—Me di cuenta—rio. —Ibas enfrascada mirando el cielo.

Sonreí.

—Me gustan mucho las estrellas, la verdad. Me es imposible no mirarlas.

Él asintió y metió sus manos en los bolsillos. Nos habíamos acercado a la zona de las tiendas de campaña, así que doblé en un costado para ir a la mía.

—Te entiendo, a mí también me gusta mirarlas—me contó.

Cuando llegamos a mi tienda de campaña, me golpeé la frente con la palma de mi mano.

—Rayos, tu campera—le dije—. Lo siento, ya te la devuelvo. Me he olvidado completamente.

Elijah le restó importancia con la mano.

—Tranquila, quédatela para esta noche, va a ser el mismo frío o más que ayer.

Lo miré un poco insegura.

—¿Estas seguro? Puedo pedírsela a alguien más...

Negó con la cabeza.

—No te preocupes. Te queda mejor a ti que a mí—sonrió de costado y miró detrás de mí—. Bueno, te veo en un rato, en el cumple de Luc.

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