CAP. 2

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El cobalto había salido temprano ese día, sentía que necesitaba un poco de aire. Busco en el pueblo a algo que lo pudiera entretener. Pero no vio nada.

Incluso trato de tener un empleo, pero no sabía hacer nada, por lo que eso fue un problema grande.

Decidió ir a ver la zona donde habían talado su árbol favorito. Varios árboles estaban talados, al parecer iban a construir algo allí. No le dio importancia y se adentro al bosque para al menos despejar su mente.

Se adentró un poco más y encontró un pequeño camino. La curiosidad le ganó y empezó a caminar por ese sendero, no tenía nada más importante que hacer así que no perdía nada.

Cuando llegó al final, lo primero que vio fue una pequeña cabaña de madera. Parecía deshabitada, pero lo que más le llamó la atención fue que alrededor habían muchas flores, flores de todo tipo.

Se acercó para contemplar mejor aquellas flores y saber su olor.

Mientras se aventuraba observando, vio que había un pequeño jardín. Donde tenía muchas más flores, estas eran coloridas y de todo tipo. Quedo tan maravillado por la variedad.

En medio de todas ellas, resaltaba una una rosa roja. Miró a su frente y se topo con unas petunias.

-¡Qué hermosas! -dijo para si mismo.

Al verlas le recordó mucho a su hermana, que de casualidad tenían su mismo color, por lo que quiso tomarlas y dárselas. Como muestra de que la quería mucho.

Las agarró y arrancó.

Fue cuando escuchó un grito adolorido. Se asustó mucho que tomó la flores en sus manos y agarro una piedra que estaba allí.

Miraba a todos lados para ver donde se encontraba aquella persona que emitió ese ruido.

Se escucho como la puerta de aquella cabaña se abría pero de una forma violenta. El cobalto dirigió su mirada allí. Se encontró con un erizo negro de betas rojas, que sostenía su mano en su pecho.

Ambos cruzaron miradas, una de miedo y otra de ira.

-¡¿Qué hiciste?! -expectó. Sonaba adolorido y enojado a la vez.

-Y-yo... solo vi estas flores y... -se calló al ver que aquel erizo se abalanzaba hacia él. En un movimiento rápido pudo esquivarlo. -P-perdon...

No dijo nada más al ver a aquel erizo tosiendo como si le faltara el aire.

-Lo siento. -fue lo único que dijo para así salir corriendo. Estaba tan asustado que lo único que quería era alejarse de allí. Corrió lo más rápido que pudo apartándose de ahí.

Cuando salio del bosque, se detuvo a tomar un poco del aire que se le había acabado.

Tenía en sus manos aquellas petunias que aún se encontraban bien. Volteó su mirada al bosque, empezaba a llegarle la culpa, pero solo se fue de allí.

[...]

Entro a su casa y se encontró a su hermano.

-Hmm... Hola Sonic -saludo alegre.

-Hola Manic.

-¿Esas son petunias? -pregunto al ver lo que traía el cobalto.

-Si, son para Sonia. ¿Sabes donde esta?

-Bueno ella esta en el patio trasero.

-Gracias. Iré a verla.

Sonic fue hacia el patio trasero, donde vio a Sonia cuidar las flores que estaban allí. Puso sus manos hacia atrás, para esconder las flores.

-Sonia.

-Hola Sonic, ¿dime que pasa? Papá te volvió a molestar, ¿verdad?

-No lo he visto desde ayer. En fin quería darte algo.

-¿Enserio? -dijo volteando su mirada a Sonic.

-Si acércate.

La eriza morada se levantó y se acercó hacia su hermano. Ya teniéndola en frente lo mostró las petunias.

Puso manos al frente y le mostró las petunias.

-Sonic... las petunias están marchitas.

Sonic miró las petunias y era cierto, estaban secas. Eso dejó muy confundido al erizo.

-No lo entiendo, hace unos minutos estaban bien. Manic incluso las vio y estaban bien. -dijo triste para después ponerse cabizbajo.

-No te preocupes Sonic, lo que importa es la intención. Y gracias.

-No se vale, estaban bien.

-Ya olvídalo Sonic, déjalas en la basura y acércate que quiero decirte algo.

-Esta bien.

Sonic dejo aquellas flores en la basura y se acercó a su hermana.

-Sonic, hay algo que quiero con aprendas, antes de arrancar una flor.

-¿Qué cosa? -confuso.

-Las flores son como las personas. Ellas pueden sentir, pueden respirar y alimentarse. Pero no hablan, por lo tanto no se quejan, como lo haría cualquier persona.

-Entiendo. -dijo el cobalto.

-Ellas sufrirán en silencio, así que antes de arrancar una flor. Piensa que es una persona que está en el lugar que ella quiere estar. Si la arrancas sentirá dolor.

Sonic ante eso se quedó algo callado.

-Si vas a traer una flor aquí. Traela de raíz, para que no sienta dolor al separarse de su lugar. Eso es lo más importante.

-Bien. -dijo mientras recordaba a aquel erizo. No sintió culpa por la flor, pero si por aquel erizo.

-Oye. -dijo sacandole de sus pensamientos. -Vamos a dentro, esta anocheciendo y hará frío.

El cobalto asintió con la cabeza y ambos se adentraron.

[...]

Todo el mundo se encontraba dormido, a excepción de uno.

El cobalto no podía conciliar el sueño, la lección que le dijo su hermana le hizo recordar a que erizo. Parecía enfermó. Se sintió tan mal, por aquel incidente que se levantó. Se cambió de ropa y recogió unas medicinas que tenían. Las puso en un bolso y bajo hacia la sala, tratando de hacer el menor ruido posible.

Estando afuera, agarro un farol de mano, la encendió y se adentro al bosque.

Empezaba a buscar aquel sendero que lo llevaría a esa pequeña cabaña. Apenas veía, era mucho más fácil de día que de noche.

Camino hasta que lo encontró, lo siguió y llegó a la cabaña. Se acercó y miró por la pequeña ventana que había en la puerta. Ese lugar era oscuro, pero se notaba algo.

Pudo encontrar aquel erizo quien descansaba. Abrió la puerta cuidadosamente, para no despertarlo. Entró y observo todo el lugar. Tenía muchas cosas como fertilizantes, regaderas, palas y entre otras cosas.

Supuso que era un jardinero, y así era.

Se acercó y tocó su frente, no tenía fiebre. Pero se veía pálido.

Miró en su bolso y busco una medicina que podría ayudar al azabache.

-¿Qué haces aquí?

JARDÍN DE FLORES •SONADOW•Where stories live. Discover now