Capítulo 28.

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Weeeenas, ya saben, no pido mucho, solo comentarios 🐜🐜🐜🐜✨

(...)

Izuku nunca se había vestido de esta manera, sí, era el hijo de un canciller y los más preciados kimonos eran modelados por él en épocas especiales y festividades, pero aún así había una vestimenta que estaba por encima de las demás; siendo usadas solo por las personas más importantes del imperio. Como lo era ser emperatriz, por ejemplo, los príncipes y el emperador. Blanco nieve y dorado, como un sol resplandeciente.

Este color era exclusivo en la familia de emperadores Bakugou, el dorado en los ropajes de la realeza representa riqueza y el blanco pureza, algo tan simple pero que representaba perfectamente la inmaculada línea de los enigmas más poderosos del imperio, el rojo también era un color que los representaba mucho, pero no era tan propio como lo era los otros dos. Izuku pensaba que ese color les caía bien, los hacía resaltar entre toda la multitud, los elevaba sobre los demás, porque había una clara separación de poder al llevar sólo estos tonos de vestimenta.

Y ahora él mismo se veía en el espejo con una respiración contenida, había un bello kimono blanco con muchos detalles y bordes dorados sujetado a su cuerpo. No podía reconocerse a sí mismo, su piel ya era pálida, con esa ropa de alguna forma llegaba a desprender un aura angelical, frágil. Eri estaba a su lado terminando de colocar una fina tela dorada que iba sobre sus hombros, era una especie de capucha o velo que se podía poner sobre su cabeza.

Aunque, sinceramente saber cuál era la función de esa tela era lo de menos, Izuku se miraba en el espejo casi sin pestañear, juraba que todo era un sueño, no podía creerse del todo que esas cosas le estuvieran pasando a él, tener una ropa que traía un gran peso entre sus hilos le daba una sensación de entumecimiento, como si temiera ensuciarla con el más mínimo movimiento que diera.

—... Izu, ¿me escucha? —Eri habló suavemente sacando su mente perdida de la estratosfera—, si no se apura va a llegar tarde, recuerde que fue el mismo emperador que lo invitó a ese evento…

El pecoso parpadeó unas cuantas veces, era cierto, tenía que apresurarse, quizá lo que vaya a ver no le va a gustar, pero tiene que ser fuerte, como futuro emperatriz, no puede mostrar mucha ni casi nada de debilidad ante los demás, debía tener cierta talla de comportamiento y más etiquetas. Pero, podría ver a sus padres ese día, era lo que más lo tenía preocupado, no sabía cómo iban a reaccionar, no había hablado con ellos desde el día del accidente.

Los extrañaba mucho, quería hundir su rostro en el cuello de su madre y aspirar su aroma. Pero, tenía algo de miedo de acercarse a ellos, ¿que les iba a decir? "¡Buenas nuevas familia, creo que ya lo saben pero aún así se los diré, voy a ser el futuro emperatriz de estas tierras! ¿¡No es increíble?!", le daban ganas de llorar nada más al pensar en una presentación de ese tipo.

Con un suspiro tembloroso, Izuku al fin quitó su mirada del espejo y se levantó con suavidad de su cojín, sus piernas dolían un poco por haber mantenido la misma postura por horas, era un pequeño precio que tenía que pagar por no salir de sus pensamientos antes. El pecoso caminó hasta su cama, de su habitación milagrosamente, ya no dormía con el emperador, de alguna manera el peliverde le convenció para mantener un poco el decoro antes de su boda.

Una vez la ceremonia se terminará Izuku sabía que no iba haber salvación alguna para él y entonces Katsuki daría rienda suelta a sus más oscuros deseos. Y eso sí era de temer. Sin embargo, por los momentos estaba libre de las garras de esa bestia de ojos rojos, podría mantener su mente y cuerpo intactos por un pequeño tiempo más.

—Katsuo, cariño, estarás al cuidadosamente de Eri por un par de horas, por favor no llores y no la llenes de estrés con tus berrinches. —El pecoso habló tan suavemente como pudo y le dejó al cachorro un beso en la frente.

Jerarquía. (Katsudeku/Omegaverse)Where stories live. Discover now