Welcome to new york

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Punto de Vista de Ama

*Un mes más tarde*

Le asentí por décima vez en menos de quince minutos a la mujer que nos estaba contando los hechos de un posible robo en su casa. Estaba empezando a pensar que, dado a su edad, aquella mujer necesitaba un poquito de alegría en su vida, y contar los datos de un falso robo en su caso ayudaría bastante. Porque en menos de un mes, ya había venido a la estación de policía al menos cuatro veces, y siempre nos hablaba de un objeto que ella pensaba que había sido robado. La edad afecta a la gente, narraba los sucesos con una vehemencia que me hacía pensar que era real, cuando en realidad todo era ficción, inventada por su mente, que se aburría. Despacio, incliné mi cuerpo un poco hacia delante, para que mi columna se estirara. Sentarme durante tanto tiempo estaba empezando a tener estragos.

-Entonces lo vi saltando la valla. - La mujer de pelo gris completó su historia. Levanté mi vista, encontrándome los ojos de la mujer, que se veían angustiosos.

-¿Vio usted al hombre saltando la valla de tu casa? - Pregunté sin terminar de creerlo.

-Sí, policía. Dejé salir un respiro, apoyándome contra la silla. La Sra. Dolores, que así se llamaba, había venido esa mañana a la estación de policía diciendo que su televisión había desaparecido, que cuando se sentó en su viejo sillón para ver su programa de cocina matutino favorito, se dio cuenta de que la tele no estaba.

-Sra. Dolores, con todo el debido respeto, ¿Dónde está su hijo? ¿Sabe él que usted salió de casa?

-Salió a arreglar la rueda del coche, policía.

-¿Tiene usted su número de teléfono? Podemos llamarlo para resolver el problema. - Dije con la poca paciencia que me quedaba. La mujer asintió, tomando su teléfono de dentro del bolso marrón que tenía en su regazo. Con un poco de torpeza, marcó el número de su hijo, para pulsar el botón de llamar después. Tan pronto como el hombre respondió el teléfono, la mujer me dio el teléfono para que hablara con él. La voz rasposa desde el otro lado de la línea pedía perdón por dicho inconveniente y me informó que llegaría en unos minutos para terminar de arreglar el problema.-Ahí va, Sra. Dolores, su hijo Mark está en camino. - Comenté devolviéndole el teléfono.

-Pero ¿qué pasa con mi televisión? - Preguntó con impaciencia. Suspiré, intercambiando una rápida mirada con Verónica, quien estaba en su escritorio detrás de la mujer. Verónica me miraba con compasión, y a la vez se aguantaba una carcajada debido a la situación. Entonces devolví mi atención a la mujer, que me miraba intentando buscar una solución.

-La hemos encontrado, está en su sala ahora mismo. De donde nunca había salido, pensé.

-¡Ah! Qué bien, cariño! Estaba muy preocupada, esa televisión fue un regalo muy especial que me hizo mi esposo. Y tiene un valor sentimental enorme para mí.

-Me lo imagino, señora. Incluso después de esta situación, que me dejaba totalmente irritada, hoy estaba de buen humor, aunque bueno, no tanto.

Aun así, esta noche recibiré la respuesta a mi petición de traslado, junto con Vero, hacia Nueva York. Era una oportunidad de cambiar mi vida, y nada podía arruinarlo. Vi al oficial Josh llamarme, dando golpecitos en el cristal de mi oficina, cuando le hice señas con la mano para que entrara.

-Perdona, Oficial. El hombre habló al entrar en mi habitación.

-Sí, ¿Josh?

-El hijo de Sra. Dolores está esperándole.

-¡Ah! ¡Bien! - Dije aliviada - Sra. Dolores, ha sido un placer verte aquí de nuevo.

-Gracias, oficial. Eres muy buena conmigo siempre. Le lancé una media sonrisa, y me levanté de mi silla dando pasos lentos hacia la anciana. La mujer se aferró a mi cintura con sus brazos, dándome un abrazo de oso.

Jaque Mate (Rivama)Where stories live. Discover now