CAPÍTULO 4

268 21 2
                                    


—Formar grupos de cinco personas —Dicho esto el profesor Elliot se sienta en su escritorio.

Mikhaela nos señala a Kandela y a mí. Le agradezco para mis adentros y me siento junto a ellas.

El trabajo consiste en escribir cada grupo dos páginas de Alicia en el país de las maravillas. Trabajaremos dos semanas en esto, al final lo presentaremos a los niños de primaria.

—Oye, chicos —Kandela le habla a los dos chicos de enfrente. —Os podéis poner con nosotras.

Asienten y hacemos un círculo en la mesa. Trabajamos toda la hora, la cartulina ya está pintada, Kandela y Alexander, uno de mis compañeros, se la llevan a otra sala.

—Nala, dame tu brazo —Le pregunto a Mikhaela para qué, pero no me contesta.

Levanta la manga de mi sudadera y me mira escandalizada.
— ¿Qué es esto? Si alguien te está molestando puedes decirmelo.

Me aparto fingiendo estar molesta, cuando mi cuerpo está ardiendo de vergüenza. Tomo mi mochila y corro a mi casa quedando aún dos clases.

💕

Termino de plantar las margaritas en mi jardin trasero. Es una buena terapia.

Resoplo para apartar el mechón de cabello que se ha colado en mi rostro.

Distraida, no me doy cuenta de los pasos detrás de mí.
—Nala.

Me caigo encima de las flores. Una maldición sale de mi boca.

—¡Rayos! — El hermano de Elliot me mira con las cejas alzadas.

—Algún día tendré que corregir esa boquita — Me levanto y sacudo mi uniforme blanco que hasta ahora estaba impecable.

—O tal vez tendrías que lavar mi ropa — Una risa escapa de su boca. Me froto los ojos que me duelen por el sol ardiente que aún perdura en septiembre.

El hombre frente a mi se lleva la mano al bolsillo de su pantalón de traje, saca un paquete rosado. ¡Son toallitas para bebé!

Me pasa una por la cara sin dejarme protestar.

—Cierra fuerte los ojos —susurra.

Me limpia la cara suavemente. Las caricias me hacen soltar un ruido de satisfacción.

—Me llamo Maximilian, por cierto.

—Max, te llamaré Max — Siento sus labios en mi frente.

Me aparto, ni siquiera lo conozco y me está dando un beso. Su cara molesta me hace encoger los hombros.

—Me ha dicho mi hermano que has salido de clase corriendo. ¿Estás bien?

Asiento avergonzada. 

—¿Y has comido algo en todo el día?— Ahora niego. Toma mi mano y con cuidado me lleva hacia a su casa.

—Vas a llenarte la barriga con todo lo que te he preparado —No me da tiempo a protestar cuando ya estoy sentada en la mesa.

Max se va a la cocina y regresa con dos bandejas llenas de pasta y nuggets.

Me sirve en un plato rosado de ¿Hello Kitty?

—Bien, come —exige.

—No sé si debería hacerlo… —murmuro.

Se que comer es algo bueno, pero mamá siempre dice que si como algo que ella no haya autorizado me enfermare.

—Ven aquí — Agarra mi silla, arrastrándome hacia él.

Toma el tenedor pinchando los macarrones.

Estoy confundida. ¿Me quiero dar de comer?

—Vamos, cariño. Abre… —Me da de comer unas cuantas veces antes de extender una servilleta sobre mis piernas.

Seguimos un rato hasta que ya no hay nada en mi plato. Sin embargo, sigo teniendo hambre.

—Más… —pido en un susurro.

—No te escucho muñeca, dilo en alto.

—Quiero más… —Siento mis manos sudar de vergüenza. —Más comida, por favor, Max.

El hombre frente a mi sonríe alegre.
—Bien hecho, cariño.

Voy a sonreírle también, cuando suena la puerta. Es Elliot.

Me mira sorprendido antes de cambiar su mirada a una enfadada.

—Nala, tenemos que hablar de tus brazos…



















































You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Oct 08, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

QUERER Where stories live. Discover now