A veces quisiera levantarme por mi propia cuenta e ir a la escuela lo más descansada posible, pero no, si no era por la alarma del teléfono o por el sol entrando por la ventana, era por la maldita idea de uno de estos idiotas de levantarse a las 5:00 de la madrugada a hacer ruido con quien sabe que instrumento. Salgo de la habitación con toda mi realidad alterada a ver quien mierda hace tanto ruido y al llegar a las escaleras puedo divisar a Deniel en la sala tocando lo que parece una trompeta.
— ¿¡Se puede saber que haces a esta hora tocando una maldita trompeta!? — cuestiono furiosa al llegar a su lado.
— Ah, hola, Grecia ¿te desperté? — cuestiona y yo lo veo con cara de pocos amigos haciendo obvia la respuesta a su pregunta. — Lo siento — dice avergonzado.
— Responde a mi pregunta — digo y suelto un bostezo.
— Ah es que no podía dormir porque me dolía el cuerpo y...
— Y quisiste aplicar la de "Si yo sufro, todos sufren" — lo interrumpí.
— No, solo me puse a organizar algunas cosas en mi habitación y encontré esta trompeta y quise tocar un rato — dice simple.
— Quisiste tocar — digo.
— Sí — afirma.
— La trompeta — espeto.
— Sí — dice inseguro.
— A las 5:00 de la madrugada — musito.
— Si... Creo que no fue buena idea ¿Verdad? — cuestiona.
— Creo que necesito un café — suspiro y me dirijo a la cocina.
— ¿Estas enojada? — pregunta a mis espaldas.
— No puedo enojarme, es tu casa y puedes hacer lo que quieras — digo cansada. — Pero no te me acerques tanto — advierto.
— ¿Por qué? — cuestiona y escucho sus pasos tras de mí.
— Por qué tengo ganas de descuartizarte la cara de play boy que te cargas — amenazo y los pasos se detienen.
Entro a la cocina y me preparo un café bien cargado a ver si se me quita todo este sueño, cuando termino me sirvo un poco en una taza y me siento en la mesa a beber ese rico elixir de vida creado por los dioses, o sea el café, lo único que está bien en esta vida a parte de las canciones de Morat, claro está. No se cuanto tiempo estuve ni idiota viendo un punto aleatorio de la mesa pero cuando levante mi vista vi a Zach leyendo un libro mientras toma una taza de café.
— ¿Ya despertaste de tu trance? — pregunta sin apartar la vista del libro.
Yo arrugo mi entre cejo.
— ¿Desde cuando estas ahí? — cuestiono.
— Desde hace unos veinte minutos, creo — dice y toma un sorbo de café.
Yo miro mi reloj y noto que son casi las seis de la mañana.
— No me jodas — digo al saber que estuve casi una hora viendo la mesa como una estúpida.
— Deberías arreglarte, ya casi es hora de que lleves a Italia a la escuela — dice Zach esta vez viéndome.
Yo suspiro con cansancio y solo asiento mientras me levanto a lavar la taza que tenía con café para luego dirigirme a mi habitación a tomar una ducha.
— Grecia, ya estoy lista — dice Italia asomándose a mi habitación.
— Voy — digo terminando de empacar mis cuadernos.
Ya me había duchado y vestido, obviamente, me puse algo sencillo, unos pantalones negros, un suéter (de hombre ya que todos mis suéters son así) de color azul oscuro y mis tenis Nike blancos con negro.
— ¿Ya están listas? — cuestiona Demián.
— Seh
— Sip
Respondemos Italia y yo al unísono.
— Bien, vámonos — dice mientras sale de casa.
Demián será quien nos lleve a Italia y a mi hasta que me compre mi propia moto, de ese día en adelante seré yo quien lleve a Italia a todas sus clases y practicas, por ahora estoy aprendiéndome las direcciones.
— Me gusta tu estilo — dice Zach pasando por mi lado.
— Gracias — sonrío.
Todos nos embarcamos en las motos y nos dirigimos a la escuela, Demián y yo dejamos a Italia en su respectiva escuela y luego nos dirigimos a la nuestra.
— Buenos días, Grecia — me saluda Roma cuando llego al pasillo.
— Días, Roma, solo Días — digo con voz trágica.
— ¿Estas bien? — cuestiona.
— Algo así, no pude dormir bien — digo mientras camino a nuestro respectivo salón y ella me sigue.
— ¿Por qué? — indaga.
— Porque al estúpido de Deniel se le ocurrió la grandiosa idea de tocar una jodida trompeta a las 5:00 de la madrugada — digo de mala gana al recordarlo. — Y ni pude desayunar por andar toda pendeja del sueño — me quejo en un chillido.
— ¿pendeja? — pregunta confundida.
— Ah, es una expresión latina, luego te explico — digo mientras tomo asiento en mi habitual puesto.
— Está bien, si quieres puedo ir a comprar algo para que comas — dice amable.
— Gracias, pero no quiero molestarte, iré yo misma — digo mientras me levanto de mi asiento.
— Bueno, chicos, tomen asiento que vamos a empezar con la clase — dice la maestra entrando al aula y detrás de ella viene el resto de estudiantes.
— Puta vida — suelto aburrida mientras me vuelvo a sentar.
Las clases de programación pasan como tortuga marina en tierra, o sea, muy lentas, es tan tedioso tener que ver clases repetidas solo porque el 90% del salón no entiende mecatrónica básica y le piden al director que asigne clases repetidas, deberían prestar más atención en ves de estar manoseándose debajo de los pupitres y problema solucionado. Es por eso que con la única que me llevo bien es con Roma, ella si entiende.
— Al fin — digo cuando termina la clase.
Me levanto y guardo mis cosas para poder ir a almorzar.
— Oye, Grecia — me llama Roma mientras se acerca a mí.
— Sí, dime — digo mientras salgo del salón.
— ¿Ya sabes de que harás tu proyecto? — cuestiona refiriéndose a la actividad que dejo la maestra.
Debemos presentar un proyecto, de mecatrónica, que ayude a facilitar algunas actividades cotidianas de las personas, no nos dijo exactamente qué, dijo que podíamos hacer lo que quisiéramos ya que la creación del proyecto sería libre.
— Hmm, voy a crear un Jarvis — digo pensándolo un poco.
— ¿Cómo el de Ironman? — indaga.
— Sí, pero un poco diferente, más a mi estilo — explico. — Aunque para eso necesitaría un computador y una que otra cosa — digo recordando que no tengo dicha herramienta electrónica.