Y no volvió

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-¿No estás nerviosa? -preguntó Luca mientras giraba el volante.

Ya casi estaban en el aeropuerto. Dafne le miró y sonrió. No podía evitar hacerlo. Estaba... Feliz.

Iba a hacer la mayor locura de su vida. Se sentía más viva que nunca.

Y todo gracias a él.

-Te mentiría si dijese que no.

-Mintieras o no, sabría lo que estarías pensando -comentó riendo.

Ella puso los ojos en blanco. Volvió a mirar la carretera por su ventana, y él aprovechó ese momento para memorizar todo lo que pudiera sobre ella.

Estaba seguro de que no le perdonaría. No esta vez. Sería un milagro. Y los Apollo no creían en los milagros. Sobre todo Luca.

También estaba seguro de que iba a echarla mucho de menos.

Luca había pensado que en un día como ese no habría mucha gente en el aeropuerto. Pero estaba equivocado. Era como si medio Estados Unidos se hubiera puesto de acuerdo para viajar.

Dafne entrelazó sus dedos con los del chico y le guió entre toda la gente que parecía querer evitar que entraran allí. Luca sonrió amargamente al pensar en lo cruel que era el destino.

No tardaron en encontrar su puerta de embarque, no sin antes dejar sus maletas al personal correspondiente. La chica se giró enseguida y cuando sus ojos se cruzaron con los de Luca, se iluminaron. Él tampoco pudo evitar sonreír.

Tenía ganas de abrazarla y hacerla girar. Y de no parar nunca.

Al menos así estarían juntos. Eternamente mareados, pero juntos.

-Menos mal que hemos cogido los billetes que salían más pronto -murmuró Dafne mientras tomaba asiento en uno de los bancos de plástico -. Cuando mi madre se dé cuenta de que no estamos en su boda, me matará.

La gente les observaba al pasar. No era de extrañar, ya que aun llevaban la ropa de la boda. Él, un traje blanco. Ella, un vestido rosa.

No podían destacar más.

-No te matará a ti. Me matará a mí.

-Mi madre te adora. ¿Por qué iba a querer matarte?

-Porque me culpará de todo.

El gesto del chico se ensombreció lentamente. Ella le miró extrañada.

-¿A qué te refieres? -preguntó a la vez que posaba su mano sobre la suya.

-A que me culpará de todo esto. De tu locura.

Luca se había percatado de su error. Decidió regalar a Dafne una sonrisa ladeada, en un triste intento de evitar que su mentira se destapara.

Ella cayó en su trampa.

-Oh, créeme, mi madre está al tanto del estado de mi cordura.

-¿Eso es bueno o malo?

-Es de las que piensa que toda la locura es buena -sus ojos brillaron como si recordara alguna anécdota graciosa -. Supongo que es algo bueno.

Una voz anunció que la gente destinada a su vuelo debía ir poniéndose en la cola situada frente a un mostrador. En menos de una hora despegarían.

En menos de una hora, los corazones de Dafne Laurel Teller y Luca Apollo estarían, irreparablemente, rotos.

La pareja se levantó. Fueron dados de la mano hasta la cola. Ya allí, Luca se atrevió a besar a Dafne. Al principió fue precavido, porque quería disfrutar de su último beso lo máximo posible. Pero no pudo contenerse y el beso se le fue de las manos.

La chica se sorprendió. Ese beso era... Diferente. Ninguno de sus besos había sido comparable a ese. No habría una forma de definirlo que le hiciese justicia.

Dafne pensó que era intenso. Luca sabía que era desesperado.

Cuando él se apartó, ambos estaban sin aliento. A pesar de la diferencia de altura, Luca apoyó su frente en el cuello de la joven. Estaba a gusto así. Se sentía a salvo. Se sentía en casa.

-Una pareja de ancianos nos está mirando -susurró ella en la oreja del chico.

Aunque no podía verla, sabía que había una sonrisa dibujada en sus labios.

-Deja que lo disfruten. No todos los días se puede ver un espectáculo como este.

La cola siguió avanzando hasta que llegó su turno. Dafne sacó su pasaporte y se lo mostró a la pelirroja que se encontraba tras el mostrador. Cuando hubo acabado, la mujer enarcó una de sus finas cejas mientras miraba a Luca. El chico tanteó sus bolsillos, sabiendo que su pasaporte no estaba ahí. Se esforzó en parecer sorprendido ya que todo dependía de su forma de actuar.

-No tengo el pasaporte -dijo, mirando a la rubia -. Lo he olvidado en el coche.

-Sin pasaporte no puede montar en el avión -contestó con una voz nasal la mujer.

-Joder, A. Eres un desastre.

-¿Por qué no vas subiendo tú? -preguntó con tranquilidad.

-¿Cómo?

-Iré a por el pasaporte corriendo -dijo a la carrerilla -. Vete subiendo al avión. Volveré enseguida, lo juro.

Mentira. Mentira. Mentira.

Dafne entrecerró los ojos mientras estudiaba la expresión del chico. Pero si había algo en lo que Luca era bueno, era en eso de mentir.

Luca besó la frente de la que pronto sería su ex novia y sonrió en un intento de tranquilizarla. Ella sonrió de vuelta. Era una sonrisa sincera.

A Luca se le rompió el corazón al pensar que ella confiaba en él. Después de todo.

-¿Tardarás mucho?

-Lo menos que pueda -respondió -. Por favor, pídeme un café cuando entres. Estaré contigo antes de que te des cuenta.

Luca no empezó a correr hasta que se aseguró de que Dafne estaba en el avión. Y de que ya no podría salir de allí.

Entonces se alejó todo lo que pudo de la puerta de embarque. Del avión. De ella.

Porque aunque todo su ser le pedía que se montase en ese avión camino a París, sabía que su deber era no hacerlo.

Lo suyo con Dafne jamás funcionaría. Había estado condenado desde el principio. Que hubieran podido estar juntos durante un corto periodo de tiempo no había sido más que una broma cruel del destino.

Eros nunca dejaría que el joven que había arruinado su vida fuese feliz. Incluso si eso significara romperle el corazón a su propia hija.

Porque Luca era peligroso, pero Eros lo era aun más.

FIN DE BAE

Bae | ✓Where stories live. Discover now