Capítulo 28: un desastre llamado «maquillaje»

Start from the beginning
                                    

— ¿A qué te refieres con que cometiste un error?

Se relamió los labios y miró al cielo, que ya se estaba tornando de un color oscuro.

—Yo...Diablos, no puedo creer lo que voy a decir—negó con la cabeza. —Anoche fui a un bar desnudista con tu hermano.

Creo que, si me hubiera dicho que anoche tuvo una reunión con Bob Esponja me hubiera sorprendido menos.

— ¿Qué...?—la miré con los ojos muy abiertos—. ¿Un bar desnudista? ¿Acaso eso existe? Pensé que solo estaba en las películas.

Ella asintió y suspiró.

—Yo también, Atenea—dijo lentamente—. Yo también.

—Espera un segundo, ¿cómo terminaron mi hermano y tú allí?

Balanceó un poco la cabeza de un lado al otro.

—Veamos. Primero fui a Xelta con Noah, Thomas y Kim. Tu hermana y Sophie nos abandonaron vaya a saber por qué. Luego, allí, las cosas se descontrolaron un poco. Bebimos chupitos, tragos, y cuando me di cuenta Kim se había ido súper temprano porque su novia no había ido, y pues bueno, tenía ganas de ir a su habitación. Luego Noah dijo algo sobre tener juntar piedras mañana temprano, así que se fue—sus ojos se abrieron—. Vaya, el chico realmente tiene una obsesión con esas piedras. ¿Piensas que...?

—Amber...—le advertí, porque se estaba desviando de tema.

Me miró con una sonrisa.

—Lo siento. La cuestión es que nos quedamos solos. ¿Y qué pasa cuando dejas a una persona de 18 años con otra de 20, solos? Pues terminan en un bar nudista. Esa es la increíble historia.

—Y pero entonces, ¿no pasó nada entre tú y mi hermano?—insistí.

Ella frunció el ceño.

—Claro que no. Te dije que no lo pensaba tocar.

La miré, incrédula, y le di un manotazo en el hombro.

— ¡Oye!—exclamó, mirándome como si me hubiese vuelto loca. — ¿A ti que te pasa? Mira, no pasó nada entre nosotros más allá de que ahora conozco cada centímetro de la piel de tu hermano. Y él conoce la mía. Pero eso es todo. No hubo contacto, señora.

Reprimí un escalofrió por esa información y cruzamos la última calle que nos separaba de la residencia.

—Pero es que no lo puedo creer. Estuvieron totalmente desnudos, ¿y ni siquiera un besito han sido capaces de darse?

Negó con la cabeza y comenzó a subir las escaleras que dirigían al edificio principal.

—Nop. Ninguno de los dos intentó nada, así que ya ves.

Ese comentario quedo resonando en mi mente. Eso era extraño. Era visto hasta por los duendecillos de otros mundos que esos dos se atraían mutuamente. No entendía por qué no actuaban.

— ¿Y por qué no lo intentaste?—. Seguimos subiendo los escalones hasta llegar a nuestro piso.

Ella me miró con una ceja enarcada y sacó la llave de nuestra habitación.

—Porque ya te lo expliqué, no pienso estar con tu hermano si eso significa poner en peligro nuestra amistad.

Suspiré.

—Amber, te lo he dicho mil veces: nuestra amistad jamás cambiará. No podría tomar partido y sé que jamás harías algo tan horrible como para que tuviera que hacerlo. —Me apoyé contra la pared—. Pero esta bien, respeto que no quieras hacerlo. Solo que no quiero ser yo la que se interponga entre ustedes.

Respiré, resignada. Obviamente que iba a hablar con Thomas luego, porque Amber podía ser muy cabezota cuando quería. Sinceramente, admiraba su lealtad. Nunca había tenido una amiga así de respetuosa y compañera, y que piense tanto en mí, así que me sentía rara, como si estuviese descubriendo algo por primera vez, y no podía evitar emocionarme un poco.

—Espera un segundo— seguí diciendo y la miré con cautela—. Entonces, ¿a dónde fuiste luego de sacarnos las fotos?

Sonrió de costado.

—No haber estado con tu hermano no iba a arruinar mi noche, así que me fui con Cody, un chico que conocí el otro día en mi clase de colorimetría. No me gusta de manera seria, pero en la cama sabe manejarse tan bien como Tom Cruise en un avión.

Levanté una ceja.

—Vaya. Pues entonces fue una buena noche.

Asintió.

—Sí, lo fue.

Abrió la puerta de la habitación y entramos. El lugar estaba hecho un asco. Mi lado de la habitación tenía las sábanas revueltas (culpa mía y de Cameron) ropa tirada por todas partes y paquetes de patatas vacíos desparramados por el piso. Eso, sumado a que las mantas que habíamos llevado a la azotea también estaban decorando el suelo de madera.

El lado de Amber no estaba mucho mejor. Tenía toda la cama desecha y la ropa tirada por todas partes. Y sus maquillajes, sus benditos maquillajes, parecían que habían cobrado vida propia, porque estaban volcados arriba de su cama, manchando no solo sus sábanas, sino también el colchón y el piso.

Parecía que un payaso había venido y se había revolcado en su cama todavía con la pintura fresca. Pero eso no era lo peor.

Lo peor era que mi tableta grafica también estaba manchada.

Miradas cruzadasWhere stories live. Discover now