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Se llama Qiu MENG ( "sueño del otoño"). "¡Que nombre más bonito!" le contesté cuando me lo dijo: "Todavía estamos en verano, pero poco a poco voy a sintiendo la llegada del otoño, un paisaje que será tan bello y triste como un sueño ..."
Ella me ofreció una sonrisa.
No era muy guapa. Para entendernos, no se trata de aquella belleza espléndida de esas chicas que encuentras por la calle, te quedas mirando como mínimo tres segundos y hacen volver la cabeza a su paso. Pero a medida que hablábamos, me di cuenta de que poseía una dulzura natural que atraía a los demás de una forma autómatica. No era tan guapa como para presumir ante otros, pero pensándolo bien, yo tampoco tenía nada de que enorgullecerme.

Era un año mayor que yo y también trabajaba como camarera en el restaurante de mi tío.
Al comienzo yo no le decía nada que mereciera la pena, pero me seguía las palabras con una expresión atenta. Llevaba tres años en España, y sin embargo era la primera vez una chica me prestaba tanta atención y yo a la vez sentía algo.

Cuando estaba en la escuela apenas hablaba con mis compañeras de clase. Eramos tan distintos tanto de aspectos físicos, forma de ser, tipo de vida. Mientras para los españoles, los chinos son todos iguales: tienen pelos negros, los ojos rasgados también de color negro.Para mi, las chicas españolas son como paisajes: paisajes que te maravillan, paisajes que te dejan indiferente y paisajes que te dan lástima. Pero uno nunca se acerca al paisaje para decirle lo hermoso que es y mucho menos pedirle salir.

Con Qiu Meng, sin embargo podía tener unas conversaciones fluidas y hablarle sinceramente y con naturalidad de muchas cosas: tanto de las cosas que nos gustaban como las cosas que detestabamos, tanto de la vida de China como de la vida de aquí.
Cuando estaba con ella, sentía un cierto alivio, era como si volviera encontrarme a mi mismo.También me hizo dar cuenta de la pérdida de unos tiempos preciosos de la vida jamás volverían, y el peso de los 3 años malgastados en España me oprimía el corazón. Pero sabía que aún no era tarde, y podía recuperar a tiempo ese algo perdido: Porque Qiu Meng estaba a mi lado, la tenía tan cerca de mí que con sólo alargar un poco mi mano podía tocar su cara...
Era algo vagamente parecido a un anhelo que ardía y me dolía en el cuerpo, ligeramente similar a la nostalgia que me hacía estremecer el corazón.

Solía hablarle sobre el futuro, lo que quería hacer. No eran más que unos sueños que parecían irrealizables de un chico de 17 años. Pero ella me escuchaba con interés y me animaba: "Ten confianza en ti , tienes mucha capacidad que otros no la tienen, y seguro serás la persona que quieres ser. "
Nadie me había hablado así.
Quizás ahora se habrá dado cuenta de que no había sido más que una equivocación.

Sueño del Otoño  ( Mis años en España)  by FengOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz