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Eleven;
"Roncola"

    𝓔l caos vestido de gala. Así es como describiría esa casa cada vez que Ahin organizaba una de sus fiestas.
Como no, yo me encontraba en medio de este caos, tratando de decidir qué demonios ponerme para una fiesta que sinceramente, prefería evitar.

Mi mente iba a mil por hora, intentando encontrar algo en mi armario que sirviera.

Nada.

Mi ropa habitual parecía no tener sentido en un evento como este. Creo que pantalones vaqueros y camisetas sencillas no era precisamente lo que la "reina de las fiestas" esperaría que llevara en su gran noche.

Suspiré, frustrada. ¿Vale la pena?

Aquí estoy; debatiendo si ponerme un vestido o simplemente mandarlo todo a la mierda y quedarme en casa haciendo maratón de alguna serie. ¿Quién iba a notar si faltaba?

Me dejé caer en el suelo de la habitación y pasé los dedos por mi larga cabellera.
¿Por qué todo parecía tan complicado últimamente?

—¿Necesitas ayuda? — El repentino sonido de la voz de mi hermana hizo que me sobresaltara. Nuestros ojos se encontraron, y sabía que ocultar lo que sentía sería una tarea difícil.
Parecía qué hubieran pasado años desde la ultima vez que hablamos.

Ella inclinó la cabeza, ofreciendo una sonrisa que intentaba ser reconfortante pero que solo lograba alimentar mi irritación. ¿Cómo podía parecer tan perfecta, tan despreocupada? Era como si viviera en otro mundo, uno que yo ya no entendía.

Tragué mi orgullo y decidí aceptar, aunque mi respuesta fue más seca de lo que pretendía.

—Supongo.

Jia asintió, no muy convencida, y comenzó a examinar su vasto arsenal de ropa.
A pesar de mi frustración, reconocía que mi hermana sabía vestirse.
Eso también me enfadaba un poco más. Siempre parecía tener todo bajo control, mientras yo luchaba por mantenerme a flote.

A medida que rebuscábamos entre vestidos, la sensación de que éramos hermanas se desvanecía. Había una brecha que se agrandaba entre nosotras, y no sabía cómo cerrarla.
El silencio era demasiado.

—¿Pasa algo?

Claro que pasaba. Todo. Todo y nada, porque mi hermana no tenía la culpa de nada. Y eso me jodía.

No.

Jia se mantuvo en silencio, pero había una expresión en su rostro que me resultaba difícil de leer, una brecha de incertidumbre.

—De acuerdo. — Intentó sonreír, pero algo en esa sonrisa parecía descaradamente artificial.

Asintió y cerré la puerta de mi habitación. Me quedé sola, enfrentándome a mi reflejo en el espejo. El vestido que había elegido no me decía nada, y aunque quería aparentar seguridad, sentía que iba a ser una noche muy larga.

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Me dolían los tacones como un infierno. ¿Qué es esto? Deberían catalogarse como artefactos de tortura moderna.

𝗗𝘂𝗹𝗰𝗲𝘀 𝗱𝗶𝗲𝗰𝗶𝘀𝗶𝗲𝘁𝗲 ✿ Sung hanbin.Where stories live. Discover now