Entonces, sólo entonces, me di cuenta de que yo había sido igual de ingenua que Jennie, ahora comprendía quién era la chica a la que Lisa amaba y el porqué nunca me lo dijo.

Estaba de pie allí, mirándome con la comprensión de una amiga, con el dolor de una hermana, mientras Jennie la apartaba lejos, llevándosela consigo como el único apoyo con el que contaba.

—Acepto—, musitó mi hermana, mirando fijamente a su futura esposa y sonriéndole, haciendo que mi mente volviera al presente.

—Y tú, Jennie Ruby Jane, ¿aceptas a Park Lalisa como tu futura esposa, para amarla, cuidarla, en la salud y enfermedad, hasta que la muerte las separe?—, preguntó el ministro.

—Acepto—, respondió ella.

Jisoo se levantó de la silla y sacó su cámara fotográfica. La miré desde abajo, sentada aún.

El recuerdo continuó en mi mente...

Me acerqué hasta la mesa en donde Jennie había dejado aquel papel arrugado y vuelto a desarrugar, curiosa lo tomé entre mis manos.

El corazón me volvió a palpitar cuando leí escrito del puño y letra de Jisoo las palabras "te juro que la amo", pero ya era demasiado tarde, su vuelo había partido y se la había llevado lejos.

O tal vez no tan lejos.

Corrí a mi casa y empaqué mis cosas, llamé a Lisa como cuatro veces, pero no contestó ninguna, así que mejor le escribí un texto, diciéndole que me iba, que me perdonara; casi lo mismo que Jisoo en su carta para Jennie, pero más breve, y por último agregué: Sé feliz y hazla feliz.

Jisoo había tomado una buena fotografía del beso entre Jennie y Lisa. Sonreí.

Los murmullos de la gente a mí alrededor me hicieron perderme de nuevo...

—Un boleto para Egipto, por favor— le dije a la señorita de la aerolínea, convencida totalmente de mi decisión. Recordando la vez que Jisoo me había dicho que a ese lugar escaparía, tenía la esperanza de que estuviera más cerca de mí en vez de haber volado a Seúl, metafóricamente hablando, como dijo que lo haría.

—Tiene suerte, señorita—, me dijo la muchacha. —Hay un vuelo para esta noche.

Me pidió identificación y luego pagué mi boleto, estaba dispuesta a cruzar el mediterráneo ahora que sabía que ella también me amaba e ir a buscarla, así fuera por cielo, mar o tierra, la encontraría.

Jisoo volvió a sentarse a mi lado y me miró, provocando que volviera bruscamente al presente y me perdiera en sus preciosos ojos. Ató su mano a la mía y yo miré esa acción.

—¿Vamos?—, me preguntó, haciendo seña con la cabeza hacia la pareja recién casada.

—Claro—, le sonreí y me paré junto a ella, siguiéndola a través de la gente, atada de su mano.

Todos los rostros lucían felices, sonrientes, incluso el mío. Cuando llegamos hasta Lisa y Jennie, miré a ambas y al instante Jisoo las abrazó, felicitándolas.

Mi mente volvió a irse...

—¿Cómo está Jennie?—, le pregunté a través de la bocina del teléfono, donde se escuchó un suspiro.

—Mejor—, musitó Lisa.

—¿Aún me odia?—, inquirí, sintiéndome culpable.

Luego de un silencio corto, mi hermana contestó:

-No lo creo. Ni a ti ni a Jisoo. Aunque sigue dolida... Rosé, ha pasado más de un mes. ¿Ya la encontraste?—, me preguntó y la decepción saltó a mi rostro.

Manual de lo prohibido | ChaesooWhere stories live. Discover now